El Pentágono considera que debe responder a los ciberataques de cualquier parte del planeta con elementos de guerra convencional, como el empleo de misiles que puedan entrar por la chimenea de cualquier individuo que sea considerado un agresor. La información no proviene de uno de esos filmes de industria cultural masiva, sino de la corresponsal […]
El Pentágono considera que debe responder a los ciberataques de cualquier parte del planeta con elementos de guerra convencional, como el empleo de misiles que puedan entrar por la chimenea de cualquier individuo que sea considerado un agresor. La información no proviene de uno de esos filmes de industria cultural masiva, sino de la corresponsal del Diario español Público [www.publico.es, 31/05/2011] en EEUU, Isabel Piquer, quien cita revelaciones de The Wall Street Journal. Parecería un absurdo si no estuviésemos ante una escalada de guerra planetaria que cada día se hace más patente. Guerra convencional de este momento de la Historia humana, vale decir; con dispositivos de máxima tecnología creados para la destrucción masiva, para el crimen teledirigido y el exterminio de toda cultura alternativa, de toda resistencia política. Instrumentos de un genocidio que se legitima a partir del difundido choque de civilizaciones preconizado por Samuel P. Huntington para reacondicionar los escenarios de la Guerra Fría en la órbita global.
Esta advertencia del Pentágono constituye, sin demasiado sonrojo, un burdo pretexto para la injerencia en los asuntos de cualquier nación y un nuevo espaldarazo a los presupuestos de los monopolios de la guerra. Si el pretexto es burdo, se dirá, no ha de tener progreso. Recordemos, para no ceder a esa tranquilidad obtusa, el de las armas de destrucción masiva empleado para invadir Irak, el de la protección a terroristas por países con recursos naturales saqueables, el de los narcotraficantes en América Central o, simplemente, el que se usó para llevar a juicio al creador de Wikileaks, Julian Assange. Se busca, asume el Diario español demostrando que desde su lanzamiento la noticia se acomoda en su objetivo ideológico, intimidar a los jackers.
¿Parece cierto a alguien en su sano juicio que el verdadero propósito sea el de intimidar a los jackers? ¿Precisamente ellos, los que mejor saben cómo camuflar los ataques cibernéticos, se van a intimidar con este anuncio? ¿No llamaría esta condicionante de respuesta guerrerista a tentadores «traspasos» de responsabilidad ciberplanetaria?
Absurdos que, como en el universo de Kafka, o de Camus, se tornan realidad inexpugnable.
Bastará al Pentágono con simular un ataque cibernético, con autoagredir uno de sus sacrificables sistemas, para justificar la guerra, para avalar el envío de misiles por las chimeneas, o las ventanas, de individuos residentes en países previamente ubicados como sus peligrosos enemigos. Las afamadas guerras teledirigidas han arrojado un numeroso grupo de «errores» de su alta tecnología que han conducido los impactos hasta lugares por casualidad estratégicos. Las infalibles bombas, los infalibles misiles, se revelan falibles según las circunstancias.
Por demás, y entre otras muchas aristas, esto revela hasta qué punto EEUU necesita trabajar en la sombra en su expansión imperial, aun cuando sean burdos e insostenibles, al menos desde el razonamiento, los motivos planteados. Y hasta qué punto, por supuesto, las revelaciones de empeños como el de Wikileaks, y de otras fuentes menos divulgadas, ponen en riesgo su sistema de guerra sucia, de propaganda negra y construccionismo escénico global en pos de continuar ocupando la geografía energética del Orbe.
A la fuerza más del armamento, se suma el cínico falso positivo del pretexto, es decir, la prepotencia del que amenaza porque sí, del que argumenta sin juicio ni consenso, excepto el suyo propio. Los objetivos sobrepasan, sin embargo, la expansión a las naciones subalternas y explotadas y la competencia por el dominio económico de los países con alto desarrollo. Van hacia un orden de guerra planetaria, de exterminio civilizatorio, sin demasiada preocupación por los justificantes, sin interés ninguno en otra credibilidad que no sea la de la imposición de fuerza. Hay una alarma cierta en el ambiente que, no faltaba más, por su apariencia absurda, va de conjunto con su crash mediático, hasta la papelera de reciclaje, donde el olvido es sarcástico, sordo y vengativo.
Fuente: http://ogunguerrero.wordpress.com/2011/06/01/la-guerra-mundial-en-paralaje-burdo/