Indignado es un eufemismo muy suave de como realmente me siento. Como sentenció un camarada en la pasada Fiesta del PCE, los bárbaros han llegado. Vivimos la más salvaje de las formas del capitalismo. ‘Capitalismo financiero y neoliberal’. Esta fórmula que logró asentarse hace más de 30 años afirma que hay que desarrollar los mercados […]
Indignado es un eufemismo muy suave de como realmente me siento. Como sentenció un camarada en la pasada Fiesta del PCE, los bárbaros han llegado.
Vivimos la más salvaje de las formas del capitalismo. ‘Capitalismo financiero y neoliberal’. Esta fórmula que logró asentarse hace más de 30 años afirma que hay que desarrollar los mercados financieros y conseguir que puedan actuar libremente.
Su libertad de actuación ya está aquí, 2011. Recalco, los bárbaros han llegado.
Controlan con la sumisión de los gobiernos la economía, mandan sobre los gobernantes de un bipartidismo derechista como títeres que son de un burdo circo mediático que ya no tragamos. Constitucionalizan su ideología, su dinero, por encima de cualquier necesidad primordial nunca falta. Devoran un sistema de bienestar del que ya comienza a quedar más bien poco.
Provocan guerras con el pretexto de garantizar derechos humanos mientras petróleo, kash y bases de la OTAN es todo lo que ven sus ojos. La OTAN, la ONU, avalando el crimen que ejecutan mercenarios, asesinos, terroristas y corruptos. El atropello a un país por Israel y su amigo estadounidense. El ilegal bloqueo a Gaza comenzando en aguas europeas. La UE, como cómplice de la ocupación y violación del pueblo palestino. El saqueo a Grecia.
La clase política acomodada en gastos innecesarios, derrochadora y con gran parte corrupta. La mentira de un Estado laico que paga con dinero público la visita de Su Santidad el Papa.
La reducción de impuestos a ricos y banqueros mientras tienen beneficios desorbitados y reparten cifras jamás vistas. La inyección de dinero de las arcas públicas cuando declaran ‘insolvencia’. La privatización de las cajas de ahorros.
A la vez, sus mecanismos en el control de la economía y su funcionamiento en el tejido social deja a millones de personas sin empleo, y demanda, bajo el pretexto de una contratación más atractiva, el trato neoliberal de los empleados.
La ruptura de los convenios colectivos, la formación de contratos temporales encadenados, el abaratamiento del despido, el aumento de la edad de jubilación, la congelación del salario de los funcionarios y pensionistas, el despido libre alegando dificultades.
Esto es en definitiva el éxito del capitalismo financiero y neoliberal. Pero la inestabilidad por defecto de un sistema volátil provoca estas crisis que no son más que su funcionamiento, un mal de multiplicación aritmética que se agrava irremediablemente en dirección al escollo.
El colapso absoluto. El capitalismo morirá de éxito. Y nosotros no podemos caer en su asfixia.
Habrían querido vernos mínimamente satisfechos, no por humanidad ni benevolencia, sino con tal de tener nuestro silencio. Pero como bien se dice en el Comité Invisible, no nos la pegarán con el golpe de la crisis, con el «vamos a empezar de cero» y el «bastará con apretarse el cinturón una temporadita». La crisis es una manera de gobernar, cuando este mundo parece no tener otra forma de sostenerse que mediante la gestión infinita de su propia derrota.
Querían vernos detrás del Estado, movilizados con una improbable chapuza de la sociedad. Pero resulta que nos repugna de tal manera, que puede ocurrir que uno decida más bien tumbar definitivamente al capitalismo.
Rebeldía y rebelión. Ahora.
Blog del autor: http://losviajesdeulises.blogspot.com/2011/09/octubre-rojo-deberia.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.