Siempre he creído que mientras los Estados Unidos no abandone el intento de hacer cambios de gobierno, no deje de dar recursos de todo tipo para crear revueltas sociales y no normalice las relaciones con Cuba, cualquier grupo de oposición interno o externo contra el gobierno cubano va a estar manipulado y controlado por ellos. […]
Siempre he creído que mientras los Estados Unidos no abandone el intento de hacer cambios de gobierno, no deje de dar recursos de todo tipo para crear revueltas sociales y no normalice las relaciones con Cuba, cualquier grupo de oposición interno o externo contra el gobierno cubano va a estar manipulado y controlado por ellos. Mientras esta situación persista, hay poco espacio para una oposición genuina. Lo que hay es que luchar para que la política agresiva de los Estados Unidos contra Cuba termine. No debe de existir razón alguna para que ambos países no mantengan una relación de respeto y de ayuda mutua. La oposición hay que postergarla hasta que se cree un clima de normalidad interna, sin amenazas extranjeras.
Las llamadas Damas de Blanco, como también la tan cacareada disidencia, carecen de apoyo popular. Nadie los conoce dentro de la isla. No ha sido una oposición autóctona. Ha sido fabricada desde el exterior. El dinero con el cual bien viven sin trabajar, no ha sido colectado vendiendo bonos oposicionistas dentro de la población cubana, les ha sido entregado por organismos extranjeros, por misiones diplomáticas en La Habana y hasta por organizaciones y personas terroristas de Miami. Estas gentes no han creado programas de gobierno para buscar adeptos dentro de la isla, sino que han escrito esos proyectos para congraciarse con gobiernos enemigos de Cuba, para que les manden más dinero para vivir del cuento de la disidencia.
Una «patriota» prefabricada que vive en La Habana escribiendo sandeces, mentiras y boberías en su blog, ha encontrado la forma de que le otorguen premio tras premio en el extranjero, los cuales le llegan acompañados de cientos de miles de dólares. Esa misma bloguera pedía a gritos, hace muy poco, que el pueblo saliera enardecido a las calles a protestar y así justificar una invasión extranjera del -país que la educó y que le da la medicina y la educación gratis a ella y a su familia-. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de quién está detrás de ella, cuando no la conocen ni sus vecinos, y según la revista Time, está entre las cien mujeres más influyentes del planeta.
Las llamadas Damas de Blanco perdieron su razón de ser y aún siguen ahí. Ya no pasean por la Quinta Avenida de Miramar pidiendo la libertad de sus esposos, ya estos están fuera de las prisiones. Ahora, la única razón que tienen para salir a las calles es un problema puramente económico. O salen a crear escándalos públicos o tiene que empezar a buscar trabajo o poner timbiriches en las aceras de La Habana o paladares en las salas de sus casas. Como, aparentemente, se les ha olvidado trabajar para ganar dinero, han hecho de los escándalos una especie de trabajo por cuenta propia que les ocupa muy poco tiempo y de los cuales reciben múltiples beneficios. Uno de esos beneficios es que no pagan impuestos al Estado, ni seguridad social por sus entradas. Tampoco lo pagan por sus empleadas a las que llaman con el pomposo y singular nombre de «Damas de Apoyo».
Otro beneficio es la publicidad gratuita que reciben de los grandes medios de comunicación de Occidente. Para esos medios, estas mujeres cubanas son unas heroínas que se juegan la vida diariamente en la calles habaneras luchando por la libertad y los derechos humanos, y no unas simples y verdaderas mercenarias que reciben dineros desde el extranjero para tratar de crear el caos dentro de su patria. Las de Blanco y no las de Apoyo, son recibidas en recepciones diplomáticas por funcionarios de la Sección de Intereses de USA de donde salen después con suntuosas bolsitas llenas de parafernalia que cortés y amablemente le entregan entre un mojito y el otro.
Las Damas son premio Sajarov del parlamento europeo, premio que llega con un suculento montón de billetes, libre de impuestos, el cual, me imagino, se lo repartieron entre las principales ejecutivas de lo que realmente más parece la firma comercial «Damas de Blanco».
Cualquiera que en Europa o en los Estados Unidos lea en sus principales medios que «un grupo de mujeres indefensas han sido reprimidas por turbas gubernamentales», y sin ninguna base ni prueba se diga que éstas «han sido apaleadas, y golpeadas despiadadamente», lo primero que va a sentir es simpatía con las mismas. Y como nadie les va a informar de que esas mujeres reciben dinero para que salgan a las calles a provocar a las autoridades, la opinión pública se va a volcar a su favor. Los que aportan el dinero y la publicidad logran su objetivo, y las que lo reciben también. Es un negocio redondo para ambas parte, las Damas forman el escándalo, los amos ponen la plata.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR