Las represiones continuaron este fin de semana contra los indignados. Unos 130 miembros del grupo Occcupy Chicago – integrantes del movimiento estadounidense Occupy Wall Street-, fueron arrestados este domingo en esa ciudad. El hecho fue denunciado como una flagrante violación de la enmienda número uno de la Constitución de los Estados Unidos, que legitima […]
Las represiones continuaron este fin de semana contra los indignados. Unos 130 miembros del grupo Occcupy Chicago – integrantes del movimiento estadounidense Occupy Wall Street-, fueron arrestados este domingo en esa ciudad. El hecho fue denunciado como una flagrante violación de la enmienda número uno de la Constitución de los Estados Unidos, que legitima el derecho de reunión con carácter pacífico. Revisando las noticias me admiró encontrar fotos donde aparecen los indignados leyendo la obra The Fall of America (La caída de América), de Allen Ginsberg, uno de los poetas malditos para el sistema capitalista por su denuncia al militarismo y las posiciones imperiales.
La poesía de Ginsberg los acompaña entre las jornadas de protestas y vigilia, como predijo Lawrence Ferlinghetti: «Está muriendo un gran poeta/Pero su voz/no morirá/Su voz está sobre la tierra». Su poema «Howl» (Aullido) marcó a la generación beat junto a la novela de Jack Kerouac En el camino. Fue censurado por una mordacidad que se constata desde el primer verso de «Howl»: «»He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos».
Eese poema evidencia la huella de un desgarramiento humano expresado en el estremecimiento de horror, rabia, desesperación, dolor y desasosiego, que ya desde la segunda mitad del siglo XIX articula la obra de intelectuales como Rimbaud, Nietzche, Munch, Van Gogh y Dostoviesky, una de las inspiraciones de Aullido. Ginsberg narra: «En 1948 estuve en un hospital para enfermos mentales, como resultado de un arresto relacionado con hierbas y coches robados -un jodido arresto, típico universitario-(…) El día que entré con todos mis bultos conocí a este hombre maravilloso que acababa de salir de un electroshock (…) Carl Solomon me preguntó quien era (…) así que dije «Soy el Príncipe Myshkin (un personaje de «El idiota» de Dostoievski). Y él dijo:»Soy Kiriloff» (un duro nihilista de El endemoniado del propio autor de Crimen y Castigo). A ese paso llegamos a un curioso entendimiento…»
Allen Ginsberg se proclamaba heredero de William Blake y Walt Whitman. Los estudios sobre antropología poética estuvieron influidos por su obra, que sobresale por la simbiosis de lo histórico-cultural. Las publicaciones de Ginsberg incluyen Kaddish (1961), Sandwiches de realidad (1963), Noticias del planeta (1968) y Sudario blanco (1987). Las falsas esperanzas generadas por la historia de su país, marcó una producción literaria que encarna la voz de los vagabundos y marginados: negros, gays -él lo era -, grupos indígenas. Pensaba junto a Timothy Leary que las nuevas drogas expansoras destruirían los límites entre la realidad y la fantasía, propugnando al amor como perpetuo inspirador en la vida: «No hay reposo/ sin amor,/ ningún sueño/ sin sueños/ de amor -/ ya sean locos/ o helados/ obsesionados de ángeles/ o máquinas,/ el deseo final/ es amor»
Ginsberg fue durante los años sesenta líder del movimiento juvenil y se opuso al paradigma del American Way of Life. Apoyó al movimiento Panteras Negras e influyó políticamente en importantes figuras de ese período como Bob Dylan, Andy Warhol, John Lennon, Yoko Ono, Abbie Hoffman, entre otras. Participó en manifestaciones contra la guerra de Viet Nam sobre la cual escribió: ¡Piernas rotas en Vietnam! / Ojos clavados en el cielo/ Ojos llorando a la tierra/ ¡Millones de cuerpos doloridos!/ ¿Quién puede vivir con esta conciencia/ y no despertarse asustado al alba?» (Ecologue 1970).
Cuando los jóvenes se lanzan a la calles para reclamar que la política tiene que ser asunto de todos, exigiendo el derecho a ser ascendidos a la condición de ciudadanos, y los pueblos son vejados por la «omnipotencia» imperial, los versos de Allen Ginsberg resuenan cual si fueran aullidos ante los desmanes del mundo.
«¿Qué esfinge de cemento y aluminio reventó sus cráneos y devoró sus/ cerebros y su imaginación?/¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Fealdad! ¡Latas de basura e inalcanzables dólares! ¡Niños chillando bajo las escaleras!/ ¡Muchachos sollozando en los ejércitos! ¡Ancianos llorando quedamente en los parques!» (Fragmento del poema Aullido).
Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/10/26/un-poeta-maldito-aulla-contra-wall-street/