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Japón sin nucleares

Fuentes: Rebelión

Era imprescindible-imprescindible, además de limpia, barata, segura, pacífica e inagotable. ¡Qué cuento tan gastado y tantas veces repetido! Hasta el cansancio. Y no sólo desde la derecha desarrollista. Rafael Méndez, que habla -con expresión mejorable- de «los enemigos de la energía nuclear» [1], nos da la siguiente crónica del apagón nuclear japonés: en 2007, un […]


Era imprescindible-imprescindible, además de limpia, barata, segura, pacífica e inagotable. ¡Qué cuento tan gastado y tantas veces repetido! Hasta el cansancio. Y no sólo desde la derecha desarrollista.

Rafael Méndez, que habla -con expresión mejorable- de «los enemigos de la energía nuclear» [1], nos da la siguiente crónica del apagón nuclear japonés: en 2007, un terremoto superó por más del doble las bases de diseño sísmico de la nuclear de Kashiwazaki-Kariwa; nunca antes había sucedido en el mundo. En 2010, el 30% de la electricidad japonesa tenía origen nuclear. 2011, 11 de marzo: hecatombe nuclear de Fukushima, con seis reactores, este de la isla central nipona. Más tarde, 18 reactores de esa costa quedaron paralizados. Poco después, Japón apagó los reactores de la coste oeste. Desde aquella fecha, cuando una central caía en parada por una revisión quedaba desconectada, sin fecha para su nueva conexión.

Se fueron apagando el resto de reactores. Hemos llegado a este sábado 5 de mayo y se ha apagado el último de los 54 reactores japoneses, el número 3 de Tomari, al norte de Japón. ¡Las nucleares, ninguna de ellas, funcionan en la tercera potencia económica del mundo, en uno de los países, hasta el momento, más nuclearizado! Japón, es cierto, ha suplido la producción nuclear -es un archipiélago, no puede importar electricidad directamente- con la importancia de gas licuado y carbón, cuya combustión -junto con el petróleo- es elemento esencial del calentamiento global.

La OCDE, por supuesto, ya ha dicho la suya, netamente pronuclear por supuesto: ha advertido al gobierno de Tokio, como si éstos fueran agentes del movimiento antinuclear internacional, de que se enfrentan a un grave problema económico -pérdida de competitividad, aumento de las importaciones (Japón, por primera vez desde 1980, tiene déficit comercial)- y a la amenaza de apagones en verano. ¡Hay que conectarlos de nuevo! La seguridad en la cuneta de las sofisticaciones innecesarias. ¡Nada de lujos ciudadanos! ¡No hay que detenerse nunca! ¡Más madera para la inagotable apuesta fáustica!

Luis Echávarri, tomo pie en Rafael Méndez, el director general de la agencia nuclear de la OCDE, detalla así la situación: «Tradicionalmente en Japón son los prefectos los que aceptan o no los reactores. Y aunque muchos han superado las pruebas de resistencia, las autoridades locales se niegan a conectar de nuevo las centrales». El mismo Echávarri atribuye la situación a «la pérdida de credibilidad del Gobierno y de la industria nuclear». No es para menos, ¿no?

Tokio ha lanzado -por fin- también un programa de renovables, hasta ahora casi inexistente. En los últimos seis meses tres delegaciones japonesas han visitado España. Luis Echávarri ha dicho la suya también en este punto, desde su atalaya nuclear: «Las renovables están muy bien, pero tardarán 15 años en tenerlas en marcha». ¿Están muy bien? ¿Y por que no se apuesta por ellas? ¿Por qué la que fuera la segunda potencia económica del mundo no hizo apenas inversiones en ese ámbito? ¿No hay vientos en Japón? ¿No llega el sol?

María Teresa Domínguez, presidenta del Foro Nuclear, sostiene en un comunicado reciente: «Ahora se van a parar los reactores que seguían operativos para mantenimiento e inspección, y confiamos en que vuelvan a operar si las pruebas reflejan que son seguros, ya que Japón y especialmente Tokio necesita contar con la energía nuclear». El Foro, desde luego, sostiene que sin nucleares un 5% de la demanda eléctrica del verano no podrá ser cubierta en los picos de demanda. ¿Y qué pasa si fuera así? ¿Alguien tiene interés en lo que diga sesgadamente el Foro Nuclear? ¿Alguien puede confiar un nanosegudo en las creencias irrevisables de una fundamentalista atómica como María Teresa Domínguez?

En Francia, François Hollande, el que puede llegar a ser presidente de la República francesa (El Dios antinuclear nos oiga: ¡fuera Sarkozy!), ha prometido que en el próximo quinquenio cerrará la nuclear de Fessenheim. De acuerdo, sí, se dirá, es la más antigua del país, pero ¡tiene seis menos años de antigüedad que Garoña! ¿Nos ponemos con Garoña aprovechando los excelentes vientos que nos llegan del país del maestro Kurosawa?

Por cierto, hablando de energías alternativas [2]: la energía eólica batió su récord en España el pasado abril. Por primera vez en su corta, historia produjo 5.000 gigavatios por hora (GWh), sólo 62 menos -¡62 menos, no 5 mil!- que la nuclear. La cifra generada por la eólica, además, es superior a lo que consumieron la totalidad de los 17 millones de hogares españoles en abril según datos provisionales de Red Eléctrica de España. La eólica -sí, una de las dos grandes energías alternativas- ha cubierto el 25,7% de la demanda y ha sido la segunda tecnología del sistema tras la nuclear. La segunda porque la nuclear nunca puede interrumpirse.

Por lo demás, la producción de energía eólica alcanzó el pasado 18 de abril nuevos máximos de potencia instantánea con 16.636 megavatios (MW), energía horaria 16.455 MWh y energía diaria con 334.850 MWh (El récord de cobertura de la demanda con eólica, de 61,06%, tuvo lugar a las 1.37 horas del 19 de abril).

Por si faltara algo: gracias al desarrollo de la energía eólica se han evitado transferencias de rentas al extranjero por valor de 270 millones de euros en el mes de abril, suma de las importaciones de combustibles fósiles no realizadas y de las emisiones de CO2 evitadas.

En resumen: la eólica evitó la emisión de 1,98 millones de toneladas de CO2, así como que se quemase el equivalente a 4,5 millones de barriles de petróleo, lo que equivaldría a plantar 39,6 millones de árboles. ¿Conocen mejores acciones para luchar contra el calentamiento global abrupto? Si tienen dudas, lean un libro imprescindible: Jonathan Neale, Cómo detener el calentamiento global y cambiar el Mundo, El Viejo Topo, Barcelona, 2012 (traducción de Esther Pérez Pérez)

Notas:

[1] Rafael Méndez, «Japón se queda hoy por primera vez sin nucleares desde 1970». El País, 5 de mayo de 2012, p. 38.

[2] http://www.publico.es/ciencias/431507/la-energia-eolica-batio-su-record-en-abril

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.