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Ciberguerra contra Cuba

Un guión mal escrito y peor representado

Fuentes: La pupila insomne

Lo que acaba de ocurrir con Google Analytics, al cancelar por orden del Departamento del Tesoro de Estados Unidos el servicio de estadísticas a los sitios cubanos, es sólo un ejemplo más de una larga lista que tiene otra muestra reciente en las sanciones impuestas por EE.UU. a la compañía Ericsson por pretender reparar equipos […]

Lo que acaba de ocurrir con Google Analytics, al cancelar por orden del Departamento del Tesoro de Estados Unidos el servicio de estadísticas a los sitios cubanos, es sólo un ejemplo más de una larga lista que tiene otra muestra reciente en las sanciones impuestas por EE.UU. a la compañía Ericsson por pretender reparar equipos asociados a la telefonía móvil que prestaban servicios en Cuba. Algún medio reflejó la noticia pero nadie condenará a Google o a Washington; lo que leemos demasiado a menudo, diseñado para que esa política de acoso tecnológico perdure, es el intento de presentar a la víctima como victimario a través de un guión mal escrito y peor representado.

La académica británica Frances Stonor Saunders dedica su libro La CIA y la Guerra Fría Cultural a explicar cómo la agencia de inteligencia norteamericana logró que un grupo de influyentes personas del mundo occidental se movieran «en la dirección que uno quiere por razones que piensa son propias». En el caso de Cuba, a construir esas razones se dedican mucho dinero y esfuerzos.

Era la época en que dos grandes potencias se enfrentaban y los símbolos, las palabras y hasta las siglas adquirían un enorme valor en una lucha de ideas por todos los escenarios del mundo. La historia que cuenta el libro de Stonor Saunders termina en 1967, cuando salió a la luz de manera escándalosa cómo la CIA controlaba el denominado Congreso por la Libertad de la Cultura y muchos célebres nombres de las artes y las letras cobraban a través de él de la nómina de la agencia que tantas tortura, sangre y violencia ha regado por el planeta.

A partir de entonces, los cerebros de la política global estadounidense cambiaron de métodos pero no de objetivos y nuevas pantallas e intermediarios fueron inventados. Con la llegada al poder de Ronald Reagan y su relanzamiento de la estrategia de dominación norteamerica, luego de lo que los sectores ultraderechistas de Estados Unidos evaluaron como una derrota ante el ascenso de los movimientos emancipatorios en Centroamérica y África, vistos como parte de la «amenazasoviética», surge la National Endownment for Democracy (NED) con la misión –reconocida hasta por The New York Times– de hacer de forma abierta lo que antes la CIA realizaba de manera encubierta.

Como muestran los datos aportados por el periodista norteamericano Tracey Eaton, desaparecido el enemigo en la Unión Soviética y la Europa del Este, la NED dedica una importante tajada de sus recursos al accionar contra Cuba. En los últimos años, buena parte de sus esfuerzos han estado dedicados a proveer los medios para el uso de Internet como parte de la estrategia de «cambio de régimen» de Estados Unidos en la Isla.

El evento Think Cuba, realizado en Panamá el pasado año bajo estrictas normas de discreción y rodeado de maniobras de desinformación, otro celebrado en la Fundación Heritage de Washington el pasado mes de marzo con la participación de agencias federales, la misma Google, ONGs y políticos de la extrema derecha cubanoamericana, parecen pretender consensar más acciones para dotar de una base económica y tecnológica a la quinta columna que Estados Unidos organiza en el interior de la Isla.

Las recientes declaraciones del Senador Marco Rubio -uno de los partidarios más fervientes del recrudecimiento del bloqueo y de restringir los viajes de los cubanoamericanos a la Isla- en el sentido de dotar de Internet satelital a la contrarrevolución en el interior de Cuba no hace sino revelar algo que Estados Unidos ha venido implementando hace ya algún tiempo. La red que armaba Alan Gross, o el equipamiento recibido de manos de la CIA por Raúl Antonio Capote -agente doble al servicio de los Órganos de la Seguridad Cubana- así lo evidencian. Los videos de larga duración colocados en YouTube por la llamada «disidencia interna» -algo imposible con las condiciones de conectividad existentes en las redes cubanas- muestran que ya la avanzadilla de las tropas norteamericanas de este lado del Malecón dispone de ancho de banda muy superior al de cualquier institución de la Isla.

Ahora, parece llegado el momento de presentar en sociedad la «Internet a la carta» preparada para sus servidores en Cuba por los partidarios del recrudecimiento del bloqueo. El anuncio de un «evento» en La Habana a efectuarse en un espacio de encuentro habitual entre contrarrevolucionarios cubanos y diplomáticos norteamericanos, como continuidad a los celebrados en Panamá y Washington, y el afán de sus organizadores por presentarse al margen de motivaciones políticas e ideológicas no hace sino mostrar la mano que mueve los hilos de esta operación que cuenta con el apoyo de varias de las transnacionales que se suman al bloqueo contra la Isla como IBM y Microsoft. La actuación que se pretende provocar en las autoridades cubanas busca presentarlas como enemigas de Internet frente a un grupo de inocentes «activistas» que aparentemente «sólo desean hacer lo que cualquiera hace en el mundo» pero que en realidad gozan de un servicio que EE.UU. obstaculiza para todos en la Isla menos para los cibersoldados que ya llevan algún tiempo entrenando desde su Oficina de Intereses en La Habana.

Privado de conocer por los grandes medios la verdadera trama, un internauta desinformado tendrá así las «razones que piensa son propias» para condenar a la Isla que Estados Unidos no ha podido doblegar en cincuenta años, y el bloqueo -que Google ha contribuido a apretar un poco más- pasará a un segundo plano, como desean sus torpes pero poderosos patrocinadores.

(Publicado en CubAhora)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.