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Entrevista a Vicenç Navarro, Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra

Las lecciones de la primera transición que la segunda debería evitar

Fuentes: Societat.cat

Usted ha sido muy crítico de cómo se hizo la Transición. Sí. He sido crítico de cómo se hizo la Transición y cómo se la definió. Ha habido un proyecto muy exitoso en España de presentar este proceso como un proceso consensuado por los herederos de los ganadores y de los perdedores de lo que […]

Usted ha sido muy crítico de cómo se hizo la Transición.

Sí. He sido crítico de cómo se hizo la Transición y cómo se la definió. Ha habido un proyecto muy exitoso en España de presentar este proceso como un proceso consensuado por los herederos de los ganadores y de los perdedores de lo que se llama la Guerra Civil que, supuestamente en condiciones de igualdad, estableció un sistema democrático comparable con cualquiera existente en Europa Occidental. Se ha llegado incluso a definir el proceso como modélico.

Y usted está en desacuerdo.

Sí, en cada uno de estos supuestos las pruebas muestran que son insostenibles. En primer lugar, los herederos del lado ganador controlaban el Estado, todos sus aparatos, además de la gran mayoría de los medios de información y persuasión. Los herederos de los perdedores, por el contrario, acababan de salir de la clandestinidad, de las cárceles, o acababan de volver del exilio. Hablar de equilibrio de fuerzas o igualdad de oportunidades es francamente absurdo. Unos lo tenían prácticamente todo y los otros casi nada. Y el producto de aquel proceso dominado por los primeros refleja este desequilibrio. La democracia española es extraordinariamente limitada, muy poco representativa, con escasísimas posibilidades de participación ciudadana. El dominio conservador sobre las distintas ramas del Estado es casi absoluto. De ahí el enorme retraso social de España. Todavía hoy, España es el país de la UE-15, junto con Portugal, con el gasto público social por habitante más bajo. Y todavía se niega el carácter plurinacional del Estado español. Es un Estado pobre, de los que tienen menos ingresos, con escasa conciencia social y muy poco redistributivo, tal como se ha documentado cada dos años en los informes del Observatorio Social de España.

Y en sus propios escritos.

Sí, en Bienestar insuficiente, democracia Incompleta: sobre lo que no se habla en nuestro país y El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. En realidad, es imposible entender la enorme crisis en la que se encuentra España sin entender el dominio de las fuerzas conservadoras sobre el Estado, situación que ocurre también en los otros países en profunda crisis -Grecia, Portugal, Irlanda e Italia. En todos ellos, las fuerzas conservadoras -en realidad ultraconservadoras en el caso de Grecia, Portugal y España- han tenido una enorme influencia histórica sobre los aparatos del Estado.

Pero usted es también crítico de la manera como se realizó. ¿Por qué?

La democracia fue la apertura del Estado dictatorial a las izquierdas, ocupando estas una posición subalterna. Las fuerzas conservadoras tenían un enorme temor a la movilización popular. En realidad, esta fue determinante en el fin de la dictadura. Franco murió en la cama, pero la dictadura murió en la calle. Desde 1974 a 1978, España fue el país con mayor agitación social. El movimiento obrero fue el eje de las movilizaciones. El número de días perdidos por huelgas fue el mayor de Europa Occidental. Como respuesta, el proyecto de las derechas era conseguir la desmovilización, lo cual requería trasladar el conflicto de la calle al Parlamento y al aparato del Estado donde las fuerzas conservadoras dominaban el proceso. De ahí el gran protagonismo que se dio en la reforma al papel de los partidos políticos y muy en especial a las direcciones de dichos partidos. Es más, las leyes electorales fueron diseñadas para marginar al Partido Comunista y promover un bipartidismo que favoreció el conservadurismo. Esta concentración de la vida política en el mundo parlamentario se hizo a costa de debilitar los movimientos sociales. En realidad, de estos solo los sindicatos mantuvieron una presencia notable, jugando un papel importante y muy positivo en la Transición.

Usted ha escrito que los defectos de la Transición que usted define como inmodélica están viéndose claramente en el momento de la crisis actual.

Exacto. Estamos viendo ahora las enormes insuficiencias de la democracia española.

Pero lo mismo está ocurriendo en otros países.

Sí, es cierto, pero en España -así como en Grecia y Portugal- con mucha mayor intensidad. Recuerde lo que le dije en referencia a los puntos comunes que tienen estos países con España, es decir, el enorme dominio conservador en sus Estados. Es en estos países dónde el ataque frontal al escasamente financiado Estado del Bienestar es más acentuado. Las políticas de recortes y las contrarreformas para debilitar al mundo del trabajo alcanzan su máxima expresión en estos países, incluyendo España.

¿Cuál ve, pues, usted, como el papel de los partidos políticos?

El de transmitir los mensajes y presiones derivados de los movimientos sociales que están sumamente activos hoy en España. Pero no deberían instrumentalizar o intentar liderar estos movimientos. Deberían también apoyar los cambios legislativos que permitieran desarrollar la extremadamente limitada forma de participación que tiene la ciudadanía en la democracia española, facilitando el desarrollo de formas directas de democracia, como referéndums, a nivel estatal, autonómico y local. Me permito sugerirle que lea mi artículo «Apuntes para una estrategia de cambio«, publicado en Público (16.05.13).

Fuente: http://www.societat.cat/2013/05/31/vicenc-navarro-el-dominio-conservador-sobre-las-distintas-ramas-del-estado-es-casi-absoluto/