Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Dahiyeh, Beirut.- Como la mayoría de nosotros mis vecinos parecían creer, especialmente durante el año pasado, que la guerra en Siria llegaría, de una u otra manera, a nuestro vecindario, Dahiyeh, el baluarte de Hizbulá en el sur de Beirut, cerca de los campos de refugiados palestinos Chatila y Burj el Barajeh.
Y ahora ha llegado con toda la virulencia.
Cuando dejé mi apartamento esta mañana y caminaba hacia mi motocicleta por la calle Abbas Mousawi de camino hacia el Campo Palestino Chatila donde tenía una cita a las 10:30 de la mañana, precisamente a las 10:15 hubo una explosión tremendamente sonora. Pareció estremecer nuestro masivo edificio de apartamentos de 12 pisos que fue reconstruido por la empresa de construcción WAAD («promesa») de Hizbulá, del montón de escombros en el que lo convirtieron en julio de 2006. Arrasado, como la mayor parte del vecindario, por armas estadounidenses al servicio del régimen sionista que sigue ocupando Palestina.
Contrariamente a los informes de los medios, la explosión no tuvo lugar en mi calle, Abass Mousawi, detrás del Hospital Bahman, sino más bien en una calle lateral a una manzana de distancia y dos al este hacia la oficina de medios de Hizbulá, cerca del Centro de Cooperación Islámico patrocinado por Hizbulá en el área de Bir al-Abedd. La explosión ocurrió cerca del supermercado Coop y la plaza Salah Ghandour.
Salté a mi motocicleta y fui uno de los primeros en llegar a la escena frente a un infierno que inicialmente parecía afectar a unos diez coches en un aparcamiento rodeado por ocho o nueve altos edificios de apartamentos construidos por WAAD, algunos de los más de 250 edificios residenciales de nuestro vecindario arrasados durante los 33 días de la guerra de julio de 2006.
Finalmente, parecíó una eternidad, llegaron dos camiones de bomberos y pasaron a través del caos en rápida expansión mientras los edificios residenciales cercanos con las ventanas destrozadas comenzaban a vaciarse de habitantes en medio del temor de que pudiera ocurrir otra explosión. Algunos hombres se me unieron en la tarea de acercar las larguísimas mangueras al infierno mientras llegaban enfermeros y buscaban a los heridos. Al terminar estas líneas, 38 vecinos habían sido tratados, incluidos varios niños, en el cercano Hospital Bahman y otras personas fueron llevadas al hospital Rasoul al-Alham y al Centro de Atención Cardíaca, a diez minutos por la carretera del aeropuerto.
Vi un cráter de dos por dos metros y otros dos metros y medio de profundidad en el lugar de la explosión. Mientras observaba al personal de emergencia de la Media Luna Roja y de Hizbulá atendiendo a los heridos y a los muchos que estaban traumatizados, la multitud aumentó rápidamente a unos miles y el miedo, el choque y la cólera se propagaban. Muchos adultos mayores se desplomaban aturdidos contra los muros y los bordes de las aceras mientras los vecinos se ayudaban mutuamente, especialmente los jóvenes, para encarar los efectos de la explosión que destrozó ventanas y causó graves daños a varios edificios residenciales cercanos, incluyendo grietas en sus muros. Había mucho pánico y gritos y los llantos se convertían en cólera y atendían a los ancianos y los niños en los portales de los edificios convertidos en áreas de tratamiento de emergencia.
El vecindario Hizbulá de Dahiyeh se ha considerado durante años el área residencial más segura de Beirut gracias a las fuertes medidas de seguridad de Hizbulá que se han intensificado en el último año, incluyendo el uso de perros olfateadores de explosivos que recorrían calles y callejones, usualmente cerca de las tres de la mañana. Me he dado cuenta porque a menudo trabajo por la noche, cuando está más fresco y más tranquilo, y oír ladridos de perros no es muy usual en este barrio. Han colocado más cámaras de seguridad en los postes y en los tejados y el personal de seguridad frecuentemente para e interroga a desconocidos o visitantes de zona. A veces dicen a los residentes que no suban a los tejados.
Sin embargo, como el presidente sirio Bacher al-Asad señaló hace unos meses, todavía es muy difícil impedir atentados con coches bomba a pesar de las intensas medidas de seguridad adoptadas en Damasco.
Ya ha comenzado la especulación sobre quién cometió este acto de terrorismo un día antes del comienzo del mes sagrado del Ramadán. Quienquiera que haya sido, causó la carnicería con una bomba colocada en un Renault Rapid de 1998. Nadie ha reivindicado la autoría del atentado y probablemente no lo hará. El funcionario de Relaciones Internacionales de Hizbulá, el parlamentario Ali Ammar, dijo a al-Manar que la explosión fue realizada por partidarios del denominado proyecto estadounidense-israelí. «Hay claras huellas israelíes», dijo Ammar mientras inspeccionaba el daño.
El atentado de Bir al-Abed, no lejos del de CIA de 1985 ordenado por William Casey contra Sayed Mohammad Hussein Fadlallah, en el cual 80 ciudadanos fueron asesinados y más de 200 heridos, es interpretado por algunos residentes en mi edificio como un simple mensaje a Hizbulá para que abandone Siria. Porque si fuera una típica operación de al Qaida, para causar el máximo de muertos, la detonación de la explosión a unos cientos de metros de distancia en cualquier dirección habría causado muchas más víctimas, según un especialista de Hizbulá.
Conté 15 vehículos destruidos y más de 20 dañados. Un feroz incendio estalló entre algunos de los vehículos causando gruesas columnas de humo negro. También vi a personas gravemente heridas que supuse que eran empleados del aparcamiento.
Reuters ha informado de que hubo cinco muertos, pero Hizbulá desmiente ese informe y encontré en el lugar al director de Medios de Hizbulá cuya tarea era confirmar la situación real antes que el Partido de Dios hiciera algún anuncio.
Mucha gente en mi vecindario está muy preocupada de que los problemas de Siria puedan volver a abrir las heridas de la larga guerra civil de Líbano, pero esta vez con el peligro de que la comunidad suní, que en general apoya a la oposición siria, se enfrente a Hizbulá, la poderosa organización chií de resistencia que apoya al presidente sirio Bacher al-Asad.
Una fuente fiable de Hizbulá acaba de informarme de que hay 53 heridos, pero hasta ahora no ha confirmado víctimas mortales. El baluarte de Hizbulá ha sido atacado por segunda vez en este año después de las amenazas de represalias de los rebeldes sirios.
El conserje de mi edificio acaba de informar de que a las 4 de la tarde, hora de Beirut, han sido arrestados dos sospechosos de haber causado la explosión.
Franklin Lamb es investigador en el Líbano y Siria. Contacto: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/07/09/syrian-war-hits-beirut/
rCR