La sabiduría convencional del pensamiento económico neoliberal alcanza su máxima expresión en España en las políticas económicas del gobierno del Partido Popular, bien reflejadas en los pronunciamientos de su Presidente Rajoy. Predeciblemente, los medios de mayor difusión del país proveen las cajas de resonancia para que tales posturas se promuevan, habiendo alcanzado un nivel de […]
La sabiduría convencional del pensamiento económico neoliberal alcanza su máxima expresión en España en las políticas económicas del gobierno del Partido Popular, bien reflejadas en los pronunciamientos de su Presidente Rajoy. Predeciblemente, los medios de mayor difusión del país proveen las cajas de resonancia para que tales posturas se promuevan, habiendo alcanzado un nivel de aceptación generalizada, que es sumamente preocupante, pues cada una de sus posturas tiene en su contra una enorme cantidad de evidencia que las cuestiona. Veamos tales posturas expresadas en varias formas y ocasiones y la evidencia que señala su error.
España no puede vivir por encima de lo que uno tiene, postura de la que se deriva que hay que recortar el gasto público y bajar los salarios a fin de reducir el consumo. Vayamos por partes. En cuanto al gasto público, España tiene uno de los gastos públicos por habitante más bajos de la Unión Europea de los Quince (UE-15), el grupo de países europeos de desarrollo semejante al español. En realidad, dicho gasto está muy por debajo del que le correspondería por el nivel de desarrollo de riqueza que tiene. Su gasto público social por habitante es solo el 74% del promedio de la UE-15, cuando el PIB por habitante es ya el 94% del promedio de la UE-15. Si fuera el 94% en lugar del 74%, el Estado español se gastaría 66.000 millones de euros más al año de lo que se gasta ahora. España los tiene, lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Un análisis de las políticas fiscales del país muestra la enorme regresividad y fraude fiscal existente en España.
En cuanto al sector privado, el hecho de que las familias estén endeudadas no se debe a su derroche, como Rajoy indica, sino al hecho de que las rentas salariales han ido bajando en España, con lo cual la población (cuya mayoría deriva sus ingresos de las rentas del trabajo) ha tenido que ir endeudándose. Es más, contribuyó a este endeudamiento la bajada del precio del dinero, resultado del euro y de la altamente rentable inversión de la banca alemana en actividades especulativas, que, en maridaje con la española, fue responsable de la burbuja inmobiliaria.
El gobierno no puede gastar el dinero que no tiene, lo cual ignora que el Estado puede tenerlo si hay voluntad política para tenerlo. El Estado puede recoger dinero de impuestos y tasas, los cuales en el Estado español, incluyendo el central y las autonomías, lo recogían en mucha menor cantidad (equivalente al 34% del PIB) que en el promedio de la UE-15 (el 44% del PIB) en 2009, y ello se debe, en gran parte, como he indicado antes, a la enorme regresividad de las políticas fiscales del Estado y de sus CCAA. Así, mientras la mayoría de la ciudadanía que trabaja y está en nómina paga en impuestos cantidades similares (ligeramente inferiores) a las que pagan sus homólogos en la UE-15, los súper ricos que derivan sus ingresos de la propiedad de capital pagan mucho, mucho menos (un 20% nominalmente) de lo que pagan sus homólogos en la UE-15.
La deuda es una rémora para las generaciones futuras a las cuales se les pasa la carga de tener que pagar por esta deuda. Este argumento tergiversa la realidad, pues el gasto público en inversiones significa que las futuras generaciones podrán gozar de unas infraestructuras que no tendrían si no existieran dichas estructuras. Si se invierte, por ejemplo, en educación u otros servicios públicos del Estado del Bienestar, o en infraestructuras físicas, como transporte, ello mejora la calidad y bienestar de la sociedad presente y futura. Es más, esta mejora se está consiguiendo a un coste menor, pues los precios son más bajos ahora que en el futuro, con lo cual las generaciones futuras ahorrarán dinero en lugar de derrocharlo. En realidad, el punto clave no es el tamaño de la deuda, sino la naturaleza de esta deuda. En España el problema mayor de la deuda no es su tamaño, sino el elevado porcentaje de dicha deuda derivado de tener que pagar sus intereses hipertróficos y elevados, consecuencia del diseño del sistema financiero centrado en el Banco Central Europeo (BCE), el cual no es un Banco Central, como he mostrado en muchos artículos (ver páginas económicas de mi blog www.vnavarro.org) sino que es un lobby de la banca privada, la cual es constantemente favorecida a costa de los Estados. El gobierno Rajoy y sus políticas han favorecido enormemente a la banca, que ha aprovechado el dinero que le ha transferido el BCE no para ofrecer crédito, sino para comprar deuda pública del Estado a unos intereses desorbitados. Otras políticas alternativas podrían haber sido implementadas. Así de claro.
Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University 27 de noviembre de 2013
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.