Hace unos meses, en el Auditorio Pablo Iglesias de la UGT, en Madrid, en una charla coloquio que sostuvimos los miembros de la Memoria Histórica, el hispanista y escritor irlandés Ian Gibson, autor entre otras biografías de la de Lorca y Machado, comenzó su disertación de este modo: «La democracia más miserable de Europa, es […]
Hace unos meses, en el Auditorio Pablo Iglesias de la UGT, en Madrid, en una charla coloquio que sostuvimos los miembros de la Memoria Histórica, el hispanista y escritor irlandés Ian Gibson, autor entre otras biografías de la de Lorca y Machado, comenzó su disertación de este modo: «La democracia más miserable de Europa, es la democracia Española». Nacionalizado español, Gibson seguidamente, apostilló: «un país que tiene en sus cunetas y montes miles de fusilados de la Guerra Civil, no es un país democrático ni decente».
En el escenario actual de esta España irredenta, en la que el Presidente del Gobierno miente descaradamente en el Congreso, alegando que él no ha hablado ni apoyado al delincuente Bárcenas, procurador y conseguidor de cientos de millones a través de mordidas e impuestos a los constructores de grandes obras para llenar de podredumbre las arcas del PP, cuando la realidad manifiesta es que le respaldó en sus delitos dignos de la más alta escuela mafiosa, en la que aprendieron sátrapas y sinvergüenzas como los Pujol y los sindicalistas y dirigentes andaluces, prebostes de la UGT y de la Junta de Andalucía, entre otros miles de ladrones que pueblan Ayuntamientos y comunidades de este país en donde Al Capone sería un pobre ladrón.
Y viene esto a cuento de las mordidas de Aparicio, Peña San Martín, relatadas en las listas de Bárcenas, al cual le han dejado como un apestado en la estacada. Cómo no iba a seguir trincando el defenestrado alcalde Peña, si por los años ochenta actuó prevaricando contra los intereses de Burgos en favor de otro pájaro de cuidado, el Jefe Méndez. Aún recuerdo las marchas de ciudadanos burgaleses a la Audiencia de Madrid, encabezadas por el canónigo Murugarren y otros estómagos agradecidos del delincuente, para pedir el indulto de semejante individuo, en tanto que el concejal Cristino recogía firmas para librar de la cárcel al hombre que más desprestigio ha causado a la ciudad de Burgos, dejando el estigma de una de las ciudades pioneras en esto de la corrupción, de la que salieron como hongos miles de alumnos que ahora se devanean por los juzgados de España.
La miserabilidad de nuestra democracia, no sólo está nutrida por el exterminio y holocausto de los demócratas republicanos, desperdigados por los páramos y montes de Estépar, la Pedraja, la Andaya, etc. sino por estos ladrones por los que la codicia se enseñorea y por donde políticos, alcaldes y concejales, clerigalla y raleas por el estilo se pelean por acercar sus lavativas y palanganas a la vera de estos mangantes. Lo triste de este espectáculo, que en Europa tiene la marca España, es que el daño causado es irreversible. Esta empatía de corrupciones, es una peste inexorable que cunde como la maldad y pervierte la realidad de los jóvenes, que ya no se fían de esta casta tan peligrosa como mortal.
Las redes de familias colocadas en los abrevaderos oficiales: léase Ayuntamientos, Juntas, Diputaciones, etc, no son otra cosa que un cáncer en ciudades como Burgos en donde todo lo que concierne a la salud social, a priori, está dañado. Recuerden Galicia; repasen las sinecuras de cualquier municipio español. No se salva nadie. Es un país democráticamente miserable. Por muchos motivos devenidos de la Guerra Civil y del enquistamiento en el poder de las dos joyas políticas que alternan la corrupción, PP y PSOE. Desde sur a norte pasando por Levante, el hedor es insoportable. Queda un solar cuajado de servicios y servidores de los que Europa se abastece para sus cosechas; miren si no a algunos de sus representantes tipo Cañete, que con su machismo indecente tiene parangón con otro alcalde castellano repugnante, el de Valladolid.
Recuerdo un artículo de Javier Marías, en el que comentaba el espectáculo de ratas que, bajo su ventana ( vive al lado de la Plaza Mayor de Madrid ), se paseaban por el granito de las aceras y alcantarillas, en tanto que riadas de turistas pululaban por los restaurantes aledaños. O la inefable Botella haciendo el ridículo por Europa vendiendo un café con leche en la Plaza Mayor.
Si la democracia más miserable de Europa es la de España, no le va a la zaga Burgos con sus ayuntamientos y prensa licuados desde una corrupción que ha hecho paradigma en el país.
Un breve ejercicio mnemotécnico les dará a ustedes idea de la dentellada mortal que Franco infligió a España desde Capitanía General, trayendo como emblema al General Yagüe. Lean si no, el magnífico libro de Villaplana, Doy fe, donde relata la terrible muerte por fusilamiento de nuestro paisano, el músico Antonio José y de su hermano. O el documentado libro de Luis Castro, Burgos Capital de la Cruzada. O pulsen los testimonios y experiencias de los compañeros de la Prisión Central (la Universidad de Burgos) de miles de presos fusilados por los parajes de Burgos, dejando la provincia sembrada de demócratas asesinados vilmente, un crimen que no prescribe jamás y que está pasando una factura contumaz a la cultura de Burgos que no puede levantar cabeza ya que los prebostes, en su mayor parte, vienen siendo hijos, nietos, parientes de los asesinos. Segovia.
En un artículo de Carolina R. Tenaz , a raíz de los sucesos de enero acaecidos en Burgos, editado en Burgos Dijital, hacía un cabal estudio del daño irreversible que el Diario de Burgos vertía sobre la ciudad y su paisaje humano. La alternativa es la no cultura. Funde la megalomanía de los alcaldes y Cajas de Ahorros, hasta ahora cuevas de Alí Babá, con la involución más abyecta. La Fernán González, por ejemplo: un muermario del medioevo que tiene, como la Diputación, todas sus sesiones presididas por un enorme crucifijo, a estas alturas, lo que dice mucho de los diputados y académicos que mamonean de la entidad todo lo que se mueve. No queda un escritor o artista que se precie por estos lares. La diáspora es inmensa. Permanecen, eso sí, los del botafumeiro y el aguamanil, capaces de pulir las coronillas y artejos de sus mentores, a los que pagamos todos los burgaleses. ¡Cuántos profesionales excelentes han abandonado Burgos! También honestos funcionarios que no aguantaban más el reflejo denigrador de algunas administraciones.
Tan infausto escenario, por el que circula esta ralea, desanima a los jóvenes, a los que tienen alguna inquietud y que no ven otra alternativa que entrar en la escolástica de Méndez Pozo o en el botafumeiro de la secta del Opus Dei, sustitutos de los seminarios y cuarteles que antaño sembraban Burgos, la comunidad castellana que más sufre el destierro de su juventud. Mas no se preocupen ustedes por esta seudodemocracia provinciana, instalada cual muñeca rusa dentro de otra tan ruin como la que evocaba el amigo Gibson, porque en su entraña, otra germina. Ya lo está haciendo, su letargia es tan sutil que apenas se percibe en el ambiente, no da ruido.
Duele Burgos. Uno tiene aquí a sus muertos y aunque uno lleve muchos años fuera, seguir observando este panorama, no deja de ser el fracaso de uno mismo que, de forma inexorable, observa cómo algo de su vida se ha esfumado sin dejar rastro.
Fuente: http://burgos-dijital.blogspot.com.es/2014/10/la-democracia-mas-miserable-de-europa.html