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Un fiasco maquiavélico

Cómo el “centrista” Gantz resucitó a Netanyahu, la derecha de Israel

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Pretendía ser una jugada maquiavélica, pero es probable que la decisión del líder de la coalición israelí Kahol Lavan (Azul y Blanco) Benny Gantz de participar en un gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu desestabilice el tejido político de la sociedad israelí durante los próximos años.

De forma sorpresiva Gantz ha asumido compromisos políticos precarios ya que se va a convertir en el presidente del Knesset (parlamento) israelí como preludio a la formación de un gobierno de unidad nacional que incluirá al partido gobernante Likud y a Azul y Blanco.

El paso, sin embargo, resultó ser desastroso.

La coalición Azul y Blanco se desintegró rápidamente en cuanto Gantz declaró sus intenciones de estrechar la mano a Netanyahu y con ello ofrecer un salvavidas al desacreditado primer ministro.

Azul y Blanco se ha levantado sobre un terreno inestable desde que se creó para participar en las elecciones generales de abril de 2019. Los líderes de la coalición, Gantz (Partido Resiliencia Israelí), Yair Lapid (Yesh Atid) y Moshe Ya’alon (Telem) parecen muy unidos, no por una base ideológica común sino por su auténtico odio a Netanyahu y su ardiente deseo de derrocarlo.

Netanyahu es el primer ministro de Israel que más tiempo ha permanecido en el cargo y sus mandatos han estado vinculados a una era de nepotismo y corrupción. Con el tiempo Netanyahu ha transformado toda apariencia de democracia que pudiera tener su país en un asunto personal y familiar. En su constante disposición a hacer concesiones a sus socios de la coalición de gobierno de extrema derecha para garantizar su propia supervivencia política Netanyahu ofreció a su país una exigua visión política viable.

Durante muchos años los enemigos de Netanyahu hicieron muy poco para contrarrestar los excesos del primer ministro. Mientras que Netanyahu logró atraer a los votantes de derecha de Israel, la llamada izquierda de Israel se redujo hasta representar, a veces, un mero margen de error en las elecciones y encuestas de opinión israelíes.

Un ejemplo elocuente es la encuesta más reciente realizada por Channel 12 de Israel a principios de este mes. Según los resultados de la encuesta, si los israelíes tuvieran que votar en las elecciones generales el día que se hizo la encuesta, el histórico Partido Laborista del país (que fundó Israel en 1948) no obtendría un solo escaño en el Knesset.

Visto de forma retrospectiva, Gantz y sus aliados no tenían más opción que calificarse a sí mismos de “centristas”. Su objetivo al crear la coalición hace un año era atraer a varios grupos de israelíes descontentos: votantes de derecha desencantados por el bloqueo político y la desigualdad económica, personas de izquierda que han perdido la fe en la tradicional capacidad de la izquierda de resucitarse a sí misma como fuerza de oposición fuerte y lo que queda de votantes de centro e independientes.

Los cálculos de Gantz y sus aliados demostraron ser acertados ya que los votantes israelíes acudieron a votar en tres elecciones diferentes en menos de un año para infundir vida a lo que antes parecía una misión imposible: echar a Netanyahu.

En las últimas elecciones de marzo Azul y Blanco obtuvo 33 escaños en el Knesset, sin duda insuficientes para formar una coalición en solitario pero suficientes para crear una coalición relativamente estable que se hiciera con el control del Knesset y, finalmente, formara gobierno.

Por primera vez en varios años parecía que había terminado la carrera política de Netanyahu y que el primer ministro, que se enfrenta a graves acusaciones de corrupción, iba a acabar ante un tribunal si no en prisión. Pero Gantz se enfrentó a un dilema cuyo resultado final fue su aparentemente imprevisible decisión de formar un gobierno de unidad nacional con Netanyahu.

Para formar un gobierno que excluyera al Likud Azul y Blanco se habría visto obligado a incluir a la tercera mayor fuerza política del Knesset, los partidos árabes unidos bajo el paraguas de la Lista Árabe Conjunta. Aunque esta Lista Árabe Conjunta estaba dispuesta a unirse a la precaria coalición de Gantz (en la que se incluía algunas de las más notorias figuras políticas antiárabes y racistas de Israel, como Yisrael Beiteinu, Avigdor Lieberman), Gantz hizo todo cuanto pudo para evitarlo.

El racismo en Israel está en su apogeo y muchos israelíes habrían considerado cualquier concesión política a los partidos árabes una traición a la “identidad judía del Estado” tal como lo consagra la chovinista “Ley de la Nación-Estado” de julio de 2018.

Gantz accedió a formar un gobierno de emergencia nacional con Netanyahu que excluía la Lista Árabe Conjunta e hizo pasar esta decisión por una concesión que se había visto obligado a hacer debido a la pandemia de coronavirus.

El 26 de marzo Gantz se nombró a sí mismo presidente del Knesset en sustitución del anterior presidente del Parlamento que había dimitido abruptamente, el miembro del Likud Yuli Edelstein, lo que preparó el terreno para las negociaciones con el Likud de Netanyahu referentes a la formación del nuevo gobierno.

Carece de relevancia si Gantz había previsto o no las consecuencias de su decisión porque optó conscientemente por hacer un pacto con el diablo en vez de ser el político judío israelí que allanara el camino para que la comunidad árabe de Israel participara en la toma de decisiones del país.

Se ha venido abajo todo aquello por lo que Gantz ha trabajado (tres elecciones consecutivas y el desesperado intento de forjar un relato político centrista en un país que se inclina más a la derecha). Yesh Atid y Telem, dos de los tres pilares principales de la coalición Azul y Blanco, solicitaron oficialmente permiso al Comité de Organización del Knesset, y lo obtuvieron, para escindirse de la fracción de Gantz.

No es de extrañar que si hoy se celebraran elecciones en Israel el partido de Gantz ganaría unos míseros 19 escaños frente a los 40 que obtendría el Likud, cuya popularidad va en ascenso

Ahora que el equilibrio de poder ha cambiando finalmente a su favor, Netanyahu ha endurecido su postura política e insistido en participar en el nombramiento de los jueces (y protegerse así de futuros enjuiciamientos) y en su derecho a bloquear cualquier decisión del Tribunal Superior de Justicia que le impida desempeñar el cargo de Primer Ministro.

Tras no lograr llegar a un acuerdo se ha transferido al Knesset la tarea de formar gobierno. Si en 21 días no lo logra se convocarán elecciones por cuarta vez en el país, que el Likud y sus aliados están seguros de ganar y esta vez de forma decisiva.

Resulta irónico que la persona que resucitó en “centro” político de Israel sea la misma que acabó destruyéndolo. Al hacerlo Gantz ha resucitado a Netanyahu y, por consiguiente, ha fortalecido el control del poder por parte de la derecha israelí para los años venideros.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2020/04/24/a-machiavellian-fiasco-how-centrist-gantz-resurrected-netanyahu-israels-right/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.