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Entreactos

Fuentes: La Jornada

En el intermedio entre los espectáculos de las convenciones nacionales del duopolio político nacional, la letra que tal vez mejor resume el momento es la del coro de «Getting Better» de los Beatles: tengo que admitir que está mejorando, un poco mejor todo el tiempo (no podría empeorar más…).

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Una familia de LNU Lightning Complex en Vacaville, California, perdió su casa en uno de los incendios más grandes que han afectado a la entidad. Foto Afp.

Cuatro días del show político demócrata la semana pasada ofrecieron el mosaico de Estados Unidos de sectores sociales, razas, etnias, diversas corrientes políticas, algo que no se verá en los próximos cuatro días de la Convención Nacional Republicana, donde habrá un mar blanco presidido por la familia Trump… debería llamarse la Convención Nacional Trump.

Los demócratas lograron, por ahora, proclamarse unidos no por un gran entusiasmo en torno a su abanderado Joe Biden, sino en su tarea de derrotar a quien es el presidente más peligroso en la historia moderna del país. Biden fue presentado una y otra vez como un hombre decente y experimentado, en marcado contraste con el actual ocupante de la Casa Blanca. Al concluir la convención demócrata la impresión general era de que muchos se sintieron un poco mejor… ya que las cosas no podrían estar peor.

Y las cosas están espantosas. La república está sobre el precipicio del autoritarismo, dixit los demócratas y hasta la izquierda no alineada. Estados Unidos sigue como el país avanzado con más contagios y muertes por Covid-19 y una crisis económica aproximando las dimensiones de la Gran Depresión, un asalto oficial constante contra los derechos civiles y laborales y la promoción del odio racial, la persecución brutal de migrantes y un presidente que está abiertamente amenazando con un golpe de Estado si no gana la relección.

Mientras arde (más de 500 incendios en California), o se inunda (dos huracanes amenazando a Florida), o millones se enferman, o millones más pierden sus empleos y sus casas en este imperio, el emperador juega golf después de enviar tuits como el de ayer: Feliz domingo. Queremos DIOS. Punto.

Algunos comentan que es así como se escucha el último grito de un orden moribundo, el último acto histérico por una facción de la cúpula que sabe que está ante el fin de esta fase del imperio donde la frontera estadunidense era el mundo, y por ello esas justificaciones oficiales de seguridad nacional para intervenciones y guerras en varias esquinas del planeta, bajo el mito de que Estados Unidos era el país esencial como promotor global de la democracia y la libertad.

Pero hoy día esa frontera se ha cerrado, argumenta el historiador premio Pulitzer Greg Grandin. Después de siglos de empujar esa frontera a través del dominio, primero territorial y después económico y militar a escala mundial, hoy ese mito ha dejado de existir. Con ello “donde la frontera (del poder estadunidense) antes simbolizaba un renacimiento perenne, el muro fronterizo de Donald Trump… ahora surge como una lápida sepulcral”.

Grandin argumentó el año pasado que con el fin del expansionismo ilimitado de Estados Unidos, aparecen dos corrientes políticas, el nativismo –cuyo representante es Trump– y alguna versión de la socialdemocracia, y pronosticó que las próximas generaciones enfrentarán una decisión entre el barbarismo y el socialismo.

Biden, en su discurso final en la convención demócrata, recurrió a una cita de Ella Baker, figura heroica del movimiento de derechos civiles desde los años 30 hasta los 80, que dice que si das luz a las personas, ellas encontrarán el camino. Pero eso sí, no mencionó que esa nieta de esclavos declaró en otro discurso en 1974: tú y yo no podemos ser libres en Estados Unidos o cualquier otro lugar donde existan el capitalismo y el imperialismo.

Por ahora, ante la posibilidad de que las cosas empeoren, a veces hay indicaciones de que las cosas están mejorando.

Estados Unidos está en los entreactos.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/08/24/opinion/025o1mun