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El Partido Demócrata continuará traicionando a los trabajadores

Es la hora de un partido de los trabajadores

Fuentes: The Nation - Correspondencia de Prensa

Cincuenta y siete por ciento de los estadounidenses cree que es necesario un tercer partido.

Joe Biden perdió en Florida por más del doble de la diferencia de Hillary Clinton en 2016. Los demócratas perdieron al menos cinco escaños en la Cámara de Representantes estatal y los republicanos derrotaron a dos diputados demócratas en el sur de Florida. Y sin embargo, una enmienda para aumentar el salario mínimo a 15 dólares por hora fue adoptada con 22 puntos de ventaja.

Y Florida no es el único estado en el que se produjeron este tipo de resultados. Para financiar la educación pública y tras las huelgas de los maestros del año pasado, los votantes de Arizona votaron un aumento de los impuestos a las personas que ganan más de 250.000 dólares al año. En Colorado, las licencias por paternidad y por enfermedad fueron aprobadas con el 58% de los votos. En ambos estados, esas medidas consiguieron más votos que Joe Biden.

Por supuesto, hubo decepciones, como el éxito de la Propuesta 22 («Prop22») en California [1] y la derrota del plan de fiscalidad justa en Illinois (Illinois Fair Tax). [2]

En todo el país, los proyectos apoyados por la izquierda y el movimiento de los trabajadores resultaron más populares que el Partido Demócrata. El descontento con los demócratas y la creciente aversión al sistema bipartidista está allanando el camino para el surgimiento de un verdadero partido de los trabajadores que se oponga a los dos partidos del capital. Según una encuesta de Gallup realizada en septiembre, el 57% de los ciudadanos de EE.UU. creen que es necesario un tercer gran partido.

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Desde que el primer presidente de la American Federation of Labor (Federación Americana del Trabajo, AFL), Samuel Gompers [1850-1924], con el apoyo de sus aliados, sofocó el naciente movimiento por la creación de un partido obrero a finales del siglo XIX y principios del XX, el Partido Demócrata se presentó como el partido de los trabajadores.

Sin embargo, su alianza con el movimiento obrero fue siempre una fuente de conflictos y contradicciones, desde las campañas antisindicales y contra los derechos civiles de los Demócratas del Sur, Jim Crow South [3], hasta su relativamente reciente evolución como partido que apoya a las grandes empresas.

Esa evolución es incompatible con los sindicatos. A mediados de la década de 1960, casi un tercio de los trabajadores de los Estados Unidos pertenecía a un sindicato. En 2019, tras 50 años de declive, la afiliación sindical había caído al 10,3%. Es probable que el desastre infligido por el Covid-19 a la industria hotelera y a los restaurantes perjudique todavía más a los trabajadores.

Muchos demócratas se han dado cuenta de que su lenta desvinculación de los sindicatos y el debilitamiento de éstos, les ha costado su apoyo a nivel electoral.

Cuando aprobaron las leyes de derecho laboral (Right-to-work laws) [4], los estados de Wisconsin y Michigan, que alguna vez fueron bastiones sindicales y del Partido Demócrata en las elecciones nacionales, se convirtieron en «estados indecisos» (swing states), estados clave que pueden votar tanto por los demócratas o por los republicanos en las elecciones presidenciales. Tengamos en cuenta todas las advertencias habituales sobre la falta de fiabilidad de los sondeos en boca de urna [sobre todo dada la importancia del voto por correspondencia], pero una encuesta de este tipo realizada por el New York Times en Ohio dio a Donald Trump una victoria de dos dígitos entre los hogares sindicalizados.

Bajo la presión de los sindicatos, la Cámara de Representantes [5] aprobó este año la Protecting the Right to Organize Act, una ley de protección de los derechos sindicales, una reforma de la legislación laboral pendiente desde hace mucho tiempo que, entre otras cosas, le daría a la Junta Nacional de Relaciones Laborales (National Labor Relations Board) el derecho a sancionar a las empresas, impugnar la clasificación errónea de «empresasrios independientes» [6] y anular las leyes antisindicales (right-to-work laws).

Pero ya hemos visto a los demócratas traicionar a los trabajadores, sobre todo en 2009, cuando la conservadora Democratic Blue Dog Coalition [7] eliminó el «card check» [8], que permitía a los trabajadores evitar que la National Labor Relations Board [9] controlara las elecciones sindicales, cuando la mayoría de los empleados de una unidad manifestaban su voluntad de formar un sindicato.

Y a pesar de los esfuerzos de dirigentes importantes como el senador Bernie Sanders y la diputada Alexandria Ocasio-Cortez para reorientar el partido hacia la clase obrera multirracial, está claro hacia dónde se inclina el corazón del partido. Más de dos meses antes de las elecciones de septiembre, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, una de las instituciones más influyentes del movimiento conservador y del capitalismo, aprobó la reelección de 23 nuevos congresistas demócratas junto con 29 republicanos. El mensaje era claro: los negocios podrían ser mejores con los republicanos y sus reducciones de impuestos a las empresas, pero la situación tampoco sería mala con el otro partido capitalista en el poder.

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La creación de un tercer partido se enfrenta a importantes obstáculos, como las leyes restrictivas de acceso a los votantes, la impresión de que un Partido Laborista facilitaría las victorias electorales del GOP [Partido Republicano] [dada la «división» electoral entre demócratas y laboristas] y la supuesta intransigencia de la dirección de un Partido de los trabajadores. Por lo tanto, para ser creíble, cualquier esfuerzo debe comenzar por los sindicatos más fuertes del movimiento de los trabajadores y con la renuncia de los demócratas críticos de renombre elegidos por el Partido Demócrata. El Partido Verde, con su excesiva dependencia de las elecciones presidenciales [para existir en todo el país] y su falta de inserción a nivel local, es un ejemplo instructivo en este sentido: para que un nuevo partido tenga alguna posibilidad de éxito, debe construirse de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo.

Un partido de los trabajadores y trabajadoras podría reproducir lo que la izquierda demócrata está haciendo actualmente: desafiar el dominio del establecimiento demócrata en las ciudades y sentar las bases para organizar las zonas rurales en las que hay que combatir a los republicanos. Inspirado por el Working Families Party (Partido de las Familias Trabajadoras, WFP) y el Vermont Progressive Party [10],  este nuevo partido podría ocasionalmente, formar acuerdos con los demócratas favorables a los trabajadores para mantener a raya a un candidato republicano y viceversa. (Otra lección del WFP, al menos en el estado de Nueva York: esa alianza sería siempre frágil y los demócratas la abandonarían a la primera oportunidad).

El Partido Demócrata es seguramente el mal menor, pero necesitamos un nuevo partido que se comprometa con el bienestar material de los asalariados y no con la búsqueda de un equilibrio entre intereses contradictorios en un corral lo suficientemente grande como para albergar tanto a las ovejas como a los lobos.

Notas (Redacción A l’encontre):

[1] Prop. 22: Paralelamente a la campaña presidencial de los Estados Unidos, Uber y sus aliados gastaron más de 200 millones de dólares para impulsar la «Propuesta 22» en California, una disposición que niega protección legal a los trabajadores de las plataformas. Este referéndum, el más caro de la historia estadounidense, ilustra la naturaleza plutocrática del sistema estadounidense y la voluntad de la Silicon Valley de generalizar la uberización. Sobre este tema, ver “Uberización: empresas gastaron 224 millones de dólares para ganar su referéndum en California”: https://correspondenciadeprensa.com/?s=Propuesta+22.

[2] La Illinois Fair Tax era una enmienda propuesta a la Constitución del estado de Illinois que habría cambiado el sistema de impuesto a los ingresos del estado, el que habría pasado de un «flat tax» (impuesto uniforme) a un impuesto progresivo sobre la renta.

[3]Jim Crow South: los estados segregacionistas del sur de los Estados Unidos.

[4] Right-to-work-laws: leyes adoptadas por los estados para limitar la influencia de los sindicatos. 

[5] El sistema parlamentario estadounidense es bicameral, con una cámara de representantes y un senado.

[6] La clasificación errónea de los empleados como empresarios autónomos es el esquema utilizado en los Estados Unidos para abordar la cuestión del falso trabajo independiente. A los empleados así clasificados erróneamente se les suele negar el acceso a una serie de beneficios y prestaciones previstos por la ley, como el salario mínimo, el pago de horas extras, la licencia de paternidad y de enfermedad, el seguro de desempleo y la seguridad en el lugar de trabajo.

[7] La Blue Dog Coalition es un grupo de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Lo componen representantes del Partido Demócrata que se definen como «demócratas conservadores» o «moderados».

[8] «Card check» era una formalidad utilizada por los empleados para formar un sindicato. Según este procedimiento, la mayoría de los empleados firmaban un formulario (o «card») que facilitaba la formación de un sindicato que representara efectivamente a la mayoría. Se trataba de un procedimiento más sencillo, dadas las campañas patronales para bloquear la formación de sindicatos y que no necesitaba ser supervisado por la National Labor Relations Board.

[9] La National Labor Relations Board es un organismo supuestamente independiente del gobierno federal -compuesto por miembros homologados por el presidente de los Estados Unidos con la aprobación del Senado- encargado de llevar a cabo las elecciones sindicales y de investigar las prácticas ilegales en el medio laboral.

[10] Working Families Party, abreviado como WFP, es un partido político estadounidense fundado en Nueva York en 1998. Principalmente presente en el estado de Nueva York, está también implantado en Connecticut y busca apoyos en los estados de Massachusetts, Oregón y California. El Vermont Progressive party (Partido Progresista de Vermont) tiene representantes en la asamblea legislativa estatal desde la década de 1980. Sus candidatos se presentaron primero como Alianza Progresista, tras la elección y reelección de Bernie Sanders como alcalde de Burlington (1980-1989), y luego, desde 1990, como miembro de la Cámara de representantes, donde fue durante mucho tiempo el único independiente, aunque afiliado a Democratic Socialists of America (DSA). Formalmente, Bernie Sanders nunca estuvo afiliado al Partido Progresista.

Artículo publicado en The Nation, 1-12-2020: https://www.thenation.com/


Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Foto de portada: Protesta en reclamo de un partido de los trabajadores, Congreso estatal de Ohio, abril de 2020. (Stephen Zenner / SOPA Images / LightRocket / Getty)