Traducido por Silvia Arana para Rebelión
Este es un informe desde el terreno, sobre qué significa padecer hambre, escrito por el reportero Abubaker Abed, residente en Deir el-Balah. Abubaker simultáneamente a su trabajo incansable como reportero intenta alimentar a su familia, mientras Israel continúa atacando y matando periodistas.
Este es el periodo más difícil que me ha tocado vivir desde que Israel iniciara su guerra genocida en Gaza hace un año. Todos sufrimos mucha hambre.
Durante la semana pasada, mi familia y yo hemos comenzado a comer comida enlatada para perros mezclada con arroz de baja calidad; parece que uno masticara plástico. Vivimos en Deir al-Balah, donde como en todo Gaza, no hay para comprar en los mercados. Nosotros por lo general hacemos una comida diaria, usualmente alguna comida en lata con aceite de oliva y za’atar. Para hacer el pan, tenemos que usar harina infestada con insectos. Algunos días, cuando no podemos conseguir nada más, nos vemos forzados a pagar precios exorbitantes por verduras podridas. Sufro de dolores estomacales agudos. Prefiero estar en ayunas que comer eso.
Sueño con comida a diario. Imagino que nuestra refrigeradora está llena de carne, lechuga, leche y queso. A veces me hablo a mí mismo a la noche, cuando tengo hambre y no hay nada para comer. Sueño con el día en el que me podré sentar a la mesa con mi familia otra vez. Mi sobrino y mi sobrina, ambos de dos años, se despiertan cada día llorando porque quieren comer un huevo. Sus madres no saben qué hacer. Para distraerlos un poco, les muestran videos de huevos en internet.
Esto ha empeorado muchísimo el último mes. Israel está intencionalmente matándonos de hambre, incluso más que antes. Según las Naciones Unidas, la cantidad de envíos de ayuda que están entrando en la Franja de Gaza en las últimas semanas es la más baja desde el inicio de la guerra, en octubre de 2023. En promedio, solo 40 camiones por día ingresaron a Gaza durante el mes pasado. Antes de la guerra, ingresaba un promedio de 500 camiones por día, lo que incluso entonces era insuficiente.
Un panel patrocinado por las Naciones Unidas alertó la semana pasada de que «existe una alta probabilidad de inminente hambruna debido al rápido deterioro de la situación en la Franja de Gaza». En respuesta, la directora de Oxfam para el Medio Oriente, Sally Abi Khalil, afirmó en una declaración: «Es un crimen contra la humanidad que un país imponga la hambruna a una población. Durante más de un año Israel ha usado el hambre como arma de guerra en Gaza, mientras que el resto del mundo se ha limitado a observar. La situación en el Norte de Gaza está en un nivel más allá de lo catastrófico y las familias no tienen literalmente nada para comer. En el Sur de Gaza, las cosas se están deteriorando rápidamente, y casi no queda nada de comida en los mercados de Deir al-Balah».
Yasmeen Abu-Hmeidan, madre de cuatro niños y desplazada de su hogar, apenas logra conseguir comida suficiente para preparar una comida por día en su tienda precaria. Las últimas semanas han sido una pesadilla porque no pudo conseguir ni leche, ni vegetales ni nada nutritivo: «Hace pocos días llevé a mi bebé de un mes e hicimos una cola de más de tres horas para tratar de conseguir una lata de leche y una bolsa de pañales. Sin embargo, no conseguimos nada. Nuestra comida habitual son frijoles o arvejas, pero no siempre tenemos eso o a veces no tenemos la lecha para cocinarlos. A veces, solo tenemos zaatar o dukka que comemos con pan usualmente duro. Mi hijo de casi dos años sufre de sangrado bucal debido a la falta de leche. No puedo hallar ni leche ni medicamentos para él. Aquí en Gaza, tenemos que pagar sumas inalcanzables por poca comida. Por ejemplo, hay que pagar $20 para hacer una sopa de lenteja. Es algo enloquecedor.»
La situación es muy difícil en todas partes de Gaza, pero es peor en el Norte, donde Israel está librando una campaña brutal de limpieza étnica durante las cinco semanas pasada; no permiten la entrada de ayuda humanitaria, no está llegando prácticamente nada. Si hay algo de comida en el Norte, es extremadamente peligroso y difícil acceder a ella. En el campo para refugiados de Jabaliya, Abbas Saleh (48 años) se estaba acercando a un puesto de comida provisorio en busca de algo para comer cuando le dispararon desde un tanque israelí y lo hirieron junto a otras personas. Dice a Drop Site News: «Israel dispara intencionadamente contra la gente que busca comida y agua. Apenas tenemos para comer una vez al día. Y no es realmente una comida, es solo un trozo de pan o comida enlatada que ha expirado meses atrás. Durante esta última invasión, pasé muchos días sin comer ni un bocado. En varias ocasiones, solo comí un bizcocho de dátiles en todo el día; lo partí en dos para comer uno a la mañana y otro a la noche. A veces comemos plantas, como la malva. Hasta el agua está contaminada. He perdido más de 30 kilos. Nos están sometiendo a una hambruna brutal; me siento deshumanizado y destrozado anímicamente. Estoy solo aquí, me vine dejando atrás a toda mi familia hace un año. No sé si alguna vez los volveré a ver», agregó.
Estados Unidos está permitiendo que Israel haga esto. Israel goza de impunidad por su accionar genocida en Gaza: ya sea por atacan constantemente viviendas, universidades, escuelas, hospitales, centros de desplazados y niños usando bombas estadounidenses mayoritariamente o usando el hambre como arma de guerra.
El mes pasado, el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de Defensa Lloyd Austin enviaron una carta al ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, Ron Dermer, y al ministro de Defensa Yoav Gallant (quien fue recientemente reemplazado) demandando alguna mejora en un plazo de 30 días para revertir el deterioro de las condiciones en Gaza. La carta incluye pasos concretos, como el permiso para el ingreso de 350 camiones por día. Hoy cuando se ha cumplido el plazo de 30 días, ocho organizaciones humanitarias emitieron un informe evaluando las acciones de Israel en el último mes. Dice: «Israel no solo no ha cumplido con los criterios de EE.UU., y por tanto no hay una respuesta humanitaria, sino que, al contrario, tomó medidas que han empeorado drásticamente la situación, particularmente en el Norte de Gaza. La situación es más terrible hoy de lo que era un mes atrás», dice el reporte. Agrega: «La totalidad de la población palestina en el Norte de Gaza está en riesgo inminente de morir de enfermedad, hambre o violencia».
El reporte también critica el pedido del gobierno de Biden, señalando que «el ingreso de 350 camiones por día no alcanza para suplir las necesidades; hace falta ayuda a otra escala».
La semana pasada, Matt Miller del Departamento de Estado dijo que Israel no estaba cumpliendo con lo requerido, pero, agregó bromeando, que no le daría una calificación antes de que terminara el semestre. El tono banal y jocoso de su respuesta fue criticado por un reportero. Pero a pesar de que Israel ha incumplido con varias cuestiones, y aunque el reporte de ocho agencias humanitarias indique que la situación es peor que hace 20 días, hoy el vocero del Departamento de Estado, Vedant Patel, dijo que no habrá ningún cambio en la política de EE.UU. y que su gobierno continuaba evaluando la situación.
En adición a suspensión de la ayuda humanitaria, Israel también impide la entrada de camiones con mercancías desde principios de octubre. Esos camiones complementaban los suministros de ayuda humanitaria, proveyendo una variedad de alimentos básicos como harina, aceite, bizcochos, leche y otros. El reporte de las agencias de ayuda dice: «Antes de la suspensión reciente a la entrada de camiones con mercancías comerciales, la mayor parte de las necesidades básicas eran suplidas en el mercado, no con la asistencia humanitaria. Desde el 30 de septiembre no hemos observado la entrada de un solo camión comercial».
Los mercados están vacíos y si hay algo es más caro que nunca. Hani Qarmoot, exresidente del Norte de Gaza desplazado desde los primeros días de la guerra y que ahora vive en una tienda de acampar junto con siete familiares en el derruido patio de la Universidad Al-Aqsa, Khan Younis: «Un día cuando teníamos algo de dinero, fui al mercado a comprar vegetales podridos. Pagué $20 (dólares) por solo dos papas y tres tomates. Aquí en nuestra familia racionamos todo, dividimos la comida. Por ejemplo, compartimos unos pocos panes y una lata de frijoles entre tres, y así. Es eso lo que hacemos». Con la voz ahogada por la angustia, continúa: «Paso horas caminando, kilómetros, para traer sopa de lentejas o frijoles en baldes. La comida dentro de los baldes a veces viene mezclada con arena. Es una lucha para conseguir comida aquí. Jamás me imaginé que pasaría por esta situación. Es el colmo de la humillación y la comida que logramos conseguir nunca es suficiente. Comemos dukka hecha con comida para animales o una lata de atún. Todo tiene mal sabor, pero no tenemos opciones. Extraño mucho mi plato preferido, shakshouka. Pero no hay ni huevos ni tomates para hacerlo. Nuestra agonía es indescriptible. Nuestra pena es desmedida. Sufrimos hambruna extrema y temblamos del frío y del miedo. Pero nadie hace nada para parar esta tragedia. No sé cuándo terminará, pero sueño con el día que se anuncie un alto el fuego, y pueda retornar a mi casa en ruinas y comer todos los platos que estoy soñando estas últimas 14 horas».
Las negociaciones por un cese el fuego no están avanzando. No se ve en el horizonte un fin a la guerra de Israel contra Gaza. Seguimos siendo bombardeados, desplazados y sometidos a la hambruna.
Con la contribución de Sharif Abel Kouddous y de Nicholas Rodelo (en la investigación).
Abubaker Abed: es corresponsal de guerra obligado por las circunstancias, desde Deir al-Balah en Gaza. Fue desplazado a una zona de guerra y reporta sobre el genocidio. Es periodista y comentarista de fútbol.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.