Israel se está preparando para anexionarse la ocupada Cisjordania palestina, una anexión que será un gran paso atrás en el camino hacia la libertad de Palestina y probablemente servirá de catalizador de un nuevo levantamiento palestino.
Aunque hace años que la anexión está en la agenda israelí, esta vez se ha presentado una «gran oportunidad» (en palabras del extremista ministro de Finanzas israelí Bezalel Smotrich) y, desde el punto de vista israelí, no se puede desaprovechar. «Espero que con el nuevo gobierno estadounidense tengamos una magnífica oportunidad de crear una plena normalización [de la ocupación israelí]», en palabras del ministro citadas por los medios israelíes.
No es la primera vez que Smotrich, entre otros extremistas israelíes, ha relacionado la llegada a Trump a la Casa Blanca con la expansión ilegal de las fronteras israelíes.
Hay dos razones para que la extrema derecha israelí sea optimista ante la llegada de Trump: una, la experiencia israelí durante el primer mandato de Trump, en el que el presidente estadounidense permitió a Israel reclamar su soberanía sobre sus ilegales colonias, los Altos de Golán sirios y la ocupada Jerusalén Este; y, dos, declaraciones más recientes de Trump en vísperas de las elecciones en las que afirmó al dirigirse al grupo proisraelí «Stop Antisemitism» en un acto el pasado agosto que Israel es «tan diminuto» en el mapa y se preguntó: «¿Hay alguna manera de conseguir más?». Esta afirmación, que es absurda por definición, provocó gran satisfacción a los políticos israelíes, que entendieron que significaba autorizar nuevas anexiones.
Los objetivos de expansión colonial de Israel también han recibido un espaldarazo en los últimos días. Tras la caída del gobierno de Bashar al-Assad en Siria, Israel empezó inmediatamente a invadir gran parte del país hasta llegar a la gobernación de Quneitra, a menos de 20 kilómetros de la capital, Damasco. Lo que está ocurriendo en Siria sirve de modelo de lo que cabe esperar en Cisjordania en los próximos meses.
Israel ya había ocupado casi el 70% de los Altos de Golán sirios en 1967. En 1981 consolidó su ocupación ilegal de esta región árabe al anexionársela formalmente mediante la llamada Ley de los Altos del Golán, una medida ilegal que se produjo poco después de otra anexión ilegal, la del Jerusalén Este palestino que había ocupado el año anterior. Aunque Cisjordania no fue anexionada formalmente, los límites de Jerusalén Este se expandieron mucho más allá de sus fronteras históricas, con lo que engulleron gran parte de Cisjordania.
El derecho internacional considera que Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán son territorios ocupados ilegalmente. Israel carece de base legal para mantener su ocupación y menos aún su anexión de ninguna región palestina o árabe y, sin embargo, se le permite hacerlo debido a que cuenta tanto con el apoyo occidental y de Estados Unidos, como con el silencio internacional.
Pero ¿por qué está Israel tan interesado en anexionarse Cisjordania ahora?
Aparte de la «gran oportunidad» relacionada con la vuelta de Trump al poder, Israel considera que su capacidad de mantener una guerra genocida contra Gaza sin que haya ninguna intervención internacional que ponga fin al exterminio hará que sea mucho menos trascendental en la agenda internacional el hecho de anexionarse Cisjordania.
Aunque la Corte Internacional de Justicia (CIJ) emitió el 19 de julio una sentencia decisiva sobre la ilegalidad de la ocupación israelí, a la que siguió el 21 de noviembre la promulgación de órdenes de detención contra altos dirigentes israelíes por parte de la Corte Penal Internacional (CPI), no se tomó medida alguna para exigir responsabilidades a Israel. Es poco probable que la anexión de Cisjordania vaya a cambiar esta situación, sobre todo porque Israel lleva a cabo sus guerras y acciones ilegales con el apoyo directo de Estados Unidos. En efecto, el gobierno demócrata de Joe Biden ha financiado y apoyado todas las guerras israelíes, incluido el actual genocidio. Se espera que Trump sea igual de generoso o, cuanto menos, en absoluto crítico.
Si tenemos todo esto en cuenta, la anexión de Cisjordania en las próximas semanas o meses es una posibilidad real. De hecho, Smotrich ya había informado a «los trabajadores del organismo del Ministerio de Defensa que se encarga de los asuntos civiles israelíes y palestinos en Cisjordania» acerca de sus planes de «cerrar el departamento como parte de una prevista anexión israelí de la zona», según informó el 6 de diciembre Times of Israel.
Aunque esta anexión no cambiará el estatus legal de Cisjordania, tendrá pésimas consecuencias para los millones de personas palestinas que viven ahí, puesto que es probable que la anexión vaya seguida de una violenta campaña de limpieza étnica, si no de toda Cisjordania, sin duda de gran parte de ella.
La anexión también hará que la Autoridad Palestina sea jurídicamente irrelevante, puesto que se creó tras los Acuerdos de Oslo para administrar parte de Cisjordania en previsión de una futura soberanía, que nunca se materializó. ¿Estará de acuerdo la Autoridad Palestina en seguir vigente como parte de la administración militar israelí de una recién anexionada Cisjordania?
La población palestina resistirá sin duda alguna, como siempre ha hecho. La índole de la resistencia será fundamental para el éxito o el fracaso de los planes israelíes. Por ejemplo, una Intifada popular exigirá demasiado al ejército israelí, que probablemente utilizará una violencia sin precedentes para suprimir a la población palestina, aunque es poco probable que lo logre.
La anexión de Cisjordania en un momento en el que Palestina y, de hecho, en toda la región están sumidas en el caos es una fórmula para la guerra perpetua que, desde el punto de vista de Smotrich y los suyos, es la verdadera «gran oportunidad», ya que garantizará su supervivencia política en los próximos años.
Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros, el último de los cuales es These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es investigador senior no residente en el Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA, por sus siglas en inglés) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su página web es www.ramzybaroud.net
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