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Rememorar el Acuerdo Faisal-Weizmann de 1919

Fuentes: Rebelión [Foto: Los firmantes del Acuerdo, el emir Faisal (dcha.) y Chaim Weizmann (izq.), más tarde presidente de Israel (Wikipedia)]

Traducido del inglés para Rebelión por Jesica Safa

El acuerdo Faisal-Weizmann fue un primer intento de unir las ambiciones árabes y las sionistas en Palestina. Firmado en 1919 durante la Conferencia de Paz de París, acabó teniendo un impacto duradero en la región y allanó el camino para el desplazamiento de la comunidad palestina y décadas de conflicto y ocupación, que continúan hasta el día de hoy.

Qué: Acuerdo Faisal-Weizmann

Cuándo: 3 de enero de 1919.

Donde: París, Francia.

¿Qué sucedió?

Cuando se discute acerca de las raíces de la causa palestina, muchas personas tienden a centrarse en la Nakba (“Catástrofe”) de 1948, cuando se obligó a desplazarse de su tierra natal a miles de palestinos y palestinas . Otras apuntan a la infame Declaracion Balfour en 1917 como el momento clave que sentó las bases para el establecimiento de un Estado sionista en la Palestina histórica. Sin embargo, un acontecimiento menos conocido pero muy significativo ocurrió apenas dos años después: la firma del Acuerdo Faisal-Weizmann en 1919, que tenía por objetivo reconciliar las ambiciones árabes y las sionistas, lo que tendría profundas consecuencias para la región.

Firmado el 3 de enero de 1919 durante la Conferencia de Paz de París, el acuerdo fue un pacto entre el príncipe Faisal del efímero reino del Hiyaz (hijo de Sharif Hussein, Emir de La Meca y destacado dirigente del Movimiento Nacionalista Árabe) y Chaim Weizmann, presidente de la Organización Sionista Mundial. Faisal aceptó apoyar la implementación de la Declaración Balfour y el establecimiento de una patria judía en Palestina, siempre que Gran Bretaña cumpliera las promesas de independencia árabe del dominio otomano, que había hecho durante la Primera Guerra Mundial.

El acuerdo esboza la cooperación entre árabes y judíos, y preveía una coexistencia pacífica en Palestina y una colaboración económica más amplia en la región.

Así lo expresaron los firmantes, quienes indicaron que «eran conscientes de la afinidad racial y de los antiguos vínculos existentes entre los árabes y el pueblo judío, y conscientes de que el medio más seguro para lograr que se consumaran sus aspiraciones naturales es a través de una colaboración lo más estrecha posible en el desarrollo del Estado árabe y de Palestina.»

Sin embargo, su premisa subyacente (que las aspiraciones del nacionalismo árabe y el sionismo podrían coexistir armoniosamente) tenía fallos de base. Los líderes árabes desconocían en gran medida el alcance de las ambiciones territoriales sionistas, mientras que los líderes sionistas consideraban el acuerdo una oportunidad estratégica para asegurar una posición más sólida en Palestina, lo que justificaban como un derecho bíblico.

Este objetivo se refleja en el texto del acuerdo: «Se adoptarán todas las medidas necesarias para alentar y estimular la inmigración a gran escala de judíos a Palestina, y para asentar a los inmigrantes judíos lo antes posible en la tierra mediante un asentamiento más cercano y el cultivo intensivo del suelo.»

¿Qué sucedió después?

El acuerdo Faisal-Weizmann resultó ser un acuerdo breve y frágil. Las potencias coloniales occidentales, Gran Bretaña y Francia, incumplieron las promesas que habían hecho en época de guerra a los líderes árabes y, en cambio, dividieron Oriente Medio según el Acuerdo Sykes-Picot en 1916. Palestina quedó bajo el mandato de la Liga Británica de las Naciones, mientras que Siria y el Líbano quedaron bajo control francés. Las aspiraciones nacionalistas árabes fueron aplastadas y las tensiones entre las comunidades árabe y judía en Palestina se intensificaron, con matanzas y actos de terrorismo contra la población originaria que sembraron las semillas de décadas de conflicto.

Las implicaciones de este acuerdo (y su fracaso) fueron, y siguen siendo, de largo alcance. Para el pueblo palestino representó una amarga y temprana traición a sus aspiraciones de ser un Estado. Un informe de Haaretz que lo describe como una de las muchas traiciones árabes a los palestinos señala la ironía de lo que ocurrió después: «Faisal dejó la conferencia de París con un terrible sentimiento de traición. Él mismo había traicionado a sus amos otomanos para luchar junto a los británicos, solo para ser traicionado por los británicos después de la guerra. Luego trató de enmendar las cosas».

Faisal se alineó con el Congreso Nacional Sirio en julio de ese año. El Congreso rechazó el mandato francés sobre Siria, declaró que Palestina era parte inseparable de Siria y se opuso a la inmigración judía a Palestina.

«Pero era demasiado tarde, ese año los franceses expulsaron por la fuerza a Faisal de Siria, y tres años después, Gran Bretaña recibió un mandato (de la Sociedad de las Naciones) para implementar la Declaración Balfour en Palestina. Como compensación, los británicos instalaron a Faisal como rey de Iraq y a su hermano Abdulla como rey de Jordania, mientras que el Hiyaz pasó a formar parte de Arabia Saudita”.

El fracaso de los ideales nacionalistas árabes, agravado con la hipocresía británica y el colonialismo de asentamiento sionista, contribuyó a un ciclo de guerras y levantamientos, incluidas las guerras árabe-israelíes del siglo XX. Hoy las repercusiones se extienden al genocidio en curso del Estado de ocupación en Gaza, a las violaciones de la soberanía del Líbano y a las políticas de acaparamiento de tierras y expansionistas, más recientemente en Siria después del derrocamiento del gobierno por fuerzas de oposición. Además, los acuerdos de normalización entre Israel y varios Estados árabes han hecho poco para detener la marea de anexión, desplazamiento y violencia, y la continua falta de condición de Estado para los palestinos y palestinas.

Texto original: https://www.middleeastmonitor.com/20250103-remembering-the-1919-faisal-weizmann-agreement/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.