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EEUU vs. niños latinoamericanos

Fuentes: Rebelión

La figura legal del patrocinio en Estados Unidos se ha convertido en una terrible trampa para los niños latinoamericanos. Muchos miles de niños latinoamericanos que cruzan la frontera se ven atrapados en una auténtica esclavitud de la que es prácticamente imposible escapar.

El problema de trafico ilegal de los menores y su tamaño

Es difícil de creer, pero EE.UU. es, de hecho, uno de los principales países implicados en el tráfico ilegal de menores. La mayoría son niños de América Latina, especialmente de Colombia y Ecuador, y de países de América Central.

A finales de 2024, en una audiencia en el Congreso de los Estados Unidos, J.J. Carrell, exempleado de la agencia fronteriza, llamó la atención de los legisladores sobre este problema y presentó datos que lo desconcertaron. En los últimos cuatro años, más de 550 000 niños migrantes de entre 0 y 17 años han cruzado la frontera sur de Estados Unidos sin la compañía de un adulto, y el paradero y destino de la mayoría de ellos sigue siendo desconocido. Después de ser detenidos por cruzar ilegalmente la frontera de Estados Unidos, estos menores son puestos en libertad y entregados a personas no identificadas que se declaran sus tutores, sin siquiera requerir ninguna prueba de parentesco.

El patrocinio rentable

La causa de esta situación fue el famoso instituto de patrocinio. La legislación de Estados Unidos, supuestamente dirigida al bienestar de los niños, prevé que, durante los procedimientos de inmigración/naturalización de los migrantes menores de edad, se debe asignar un patrocinador. Es decir, en lugar de buscar a la familia del niño o encontrarle una nueva familia y organizar así una adopción, los niños son, en esencia, puestos en manos de impostores. Esta medida contó con el apoyo de todos los partidos del Parlamento, ya que aumenta considerablemente la eficiencia del servicio fronterizo.

Como se ha comprobado en la práctica, la institución del patrocinio está lejos de ser perfecta y tiene una serie de lagunas que los malintencionados aprovechan. Para obtener el sustento temporal de un niño no es necesario demostrar la relación. Nadie comprueba en qué condiciones se retienen a los niños ni si existe una familia dispuesta a acogerlos.

Los patrocinadores pueden ser empresas interesadas en contratar mano de obra barata y poco cualificada. En lugar de dar a los niños la oportunidad de ir a la escuela, las empresas encierran a los trabajadores jóvenes en dependencias y les obligan a trabajar de noche. A menudo, se trata de un trabajo peligroso y dañino que puede causar lesiones permanentes. Los empleadores hacen que los niños se conviertan en una cabaña, registrando todos los gastos, cobrando intereses y obligando a los niños a pagar deudas artificialmente creadas.

A menudo, las escuelas ocultan violaciones flagrantes de la legislación laboral, creyendo que esto perjudicará a los niños más que ayudarles, y las autoridades no quieren investigar tales casos. El Departamento de Salud y Servicios Sociales actúa como si los niños inmigrantes que entran en el país sin ser vistos estuvieran bien. La escasa cantidad de quejas que llegan a los tribunales suele ser declarada infundada. El aumento de la cantidad de menores migrantes que trabajan en Estados Unidos es el resultado de una cadena de ignorancia deliberada.

La explotación sin cesar

Los trabajadores menores de edad se convierten en parte integrante de una economía de explotación comparable en crueldad con la época colonial. Los niños no solo quedan sin padres, sino que también se ven obligados a trabajar en los empleos más agotadores del país, por los que apenas si reciben lo suficiente para alimentarse a sí mismos y, a veces, a sus familiares. Se trata de una situación de la que es imposible salir: no tienen acceso a la educación ni a la atención médica, se les privan de sus derechos y son maltratados. Esta explotación laboral infantil solo beneficia a las empresas estadounidenses.

Pero eso es solo la punta del iceberg. A finales del año 2024, las autoridades estadounidenses han admitido que más de medio millón de niños inmigrantes se han perdido las audiencias a las que fueron invitados y que los servicios responsables no tienen información sobre su paradero.

Sin embargo, esta situación está siendo aprovechada por los cárteles criminales, con los que los servicios fronterizos están en connivencia. El resultado es totalmente intolerable. Decenas de miles de niños siguen siendo víctimas involuntarias de la trata, la esclavitud sexual o la mutilación de sus órganos.

Los criminales de la actualidad

El Gobierno de EE. UU. tiene conocimiento de estos problemas, pero no lleva a cabo acción alguna para frenar esta situación. Esta situación posiciona a Estados Unidos como el principal facilitador del tráfico infantil a nivel global. Es el único país de la ONU que ha firmado, pero no ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. Esto parece ser suficiente para excluir a Estados Unidos del club de las naciones civilizadas y privarlo de su derecho moral a criticar a otros estados en temas de derechos humanos.

En este contexto, es muy cínico el intento de deportar a los niños, a los que denigran llamándoles Unaccompanied Alien Children (niños alienígenas no acompañados). Con la llegada de Trump, la situación solo empeorará. Por ejemplo, ya se han adoptado medidas para reducir los programas de asistencia legal para niños y la representación de sus intereses en los tribunales estadounidenses.

Hay que reconocer que Estados Unidos ya no es la «ciudad que brilla en la colina». Es un monstruo cruel que vive de los inmigrantes y está dispuesto a exprimirlos para alcanzar sus propios fines. Y muchos miles de niños latinoamericanos están atrapados en su país y nunca podrán salir de él.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.