Desde que Donald Trump regresó al centro del debate global, ha quedado clara una tendencia alarmante: sus políticas erráticas y su mirada cortoplacista han acelerado la erosión de la influencia de Estados Unidos. No se trata únicamente de episodios aislados, sino de un patrón coherente que debilita la posición de la superpotencia.
¿Por qué la hegemonía estadounidense se tambalea?
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Ataques al dólar como instrumento global
El respaldo del dólar como divisa dominante se basa en la confianza absoluta en la economía y instituciones de EE. UU. Sin embargo, Trump ha adoptado una actitud “errática, indiferente y hasta hostil”, minando dicho pilar fundamental. -
Presiones contra la Fed y turbulencia en los mercados
Sus críticas constantes a la Reserva Federal han alarmado a los inversores, aumentando la volatilidad financiera y reduciendo la credibilidad que por décadas sostuvo la aspiración estadunidense de liderazgo económico -
Aranceles como arma de corto alcance
Las tarifas proteccionistas de Trump han sido presentadas por sus voceros como una estrategia regenerativa. No obstante, analistas del FT la califican de “restructuración fiscal populista”, que ahonda divisiones en la economía global
El declive de la diplomacia estratégica
Lejos de consolidar alianzas, Trump ha promovido una política de “nulidad institucional”: desdén hacia tratados internacionales, falta de presencia en foros multilaterales y desprestigio de la diplomacia tradicional. Este enfoque ha dejado un vacío que otras potencias —China, Turquía, India, BRICs— se apresuran a llenar.
Un nuevo orden con Washington cada vez más al margen
- La multipolaridad crece: si el dólar pierde tracción, monedas alternativas podrán afianzarse. Con ello, China y el euro se perfilan como piezas centrales en el tablero financiero mundial Financial Times.
- Alianzas sin apego: la estrategia anti-globalista de Trump ha hecho que incluso aliados históricos —como la UE o Japón— busquen alternativas fuera del paraguas estadounidense.
- Credibilidad en riesgo: los constantes ataques a la Fed no solo afectan a los mercados: si el mundo deja de confiar en la capacidad de Washington para gestionar su propia economía, la desconfianza global seguirá en ascenso
¿Impotencia o irresponsabilidad deliberada?
Más que negligencia, parece tratarse de una apuesta calculada por un “shuffle” institucional. Trump apuesta a dejar todo en “modo impredecible”, buscando que el caos inaugure una nueva configuración global con él de actor central . Pero en la práctica, ha consolidado opiniones críticas. Desde instituciones financieras hasta gobiernos aliados, y una creciente opinión pública global, el consenso es claro: las consecuencias de su improvisación son más peligrosas que sus supuestos beneficios.
Reflexión crítica final
El gran riesgo ya no es Trump; es su capacidad para transformar el mundo en un tablero caótico donde Estados Unidos pierde terreno. El declive estratégico del imperio —demasiado burocrático para actuar, demasiado inestable para dirigir— podría tornarse irreversible. Si esas costuras continúan desconociéndose, no habrá “segundo mandato impredecible” que lo revierta. El nuevo orden está tomando forma y Trump, paradójicamente, corre el riesgo de convertirse en su primer mártir.
Lo que algunos denominan “trumpismo estratégico” más bien parece un experimento político descerebrado y peligroso para la estabilidad global. Cuando la hegemonía se tambalea por errores domésticos, no hay muro ni aranceles que la sostengan.
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