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Nueva cárcel, solo para migrantes

Alcatraz de los caimanes en el «reino de la libertad»

Fuentes: El Colectivo (Medellín) - Rebelión

“Todos los floridanos deberían avergonzarse de que el dinero de nuestros contribuyentes se utilice para meter gente en estas jaulas”. (Maxwell Alejandro Frost, legislador del Partido Demócrata de Orlando)

Los habitantes de Estados Unidos y sus apologistas en todo el mundo piensan que ese país es el reino de la libertad. Pocos saben o no les importa que Estados Unidos sea el lugar del orbe que más prisiones y prisioneros alberga y donde existe el trabajo forzado, para que los detenidos paguen con su esfuerzo físico el costo de la reclusión con una labor de semi esclavitud al servicio de grandes empresas.

Con las cárceles repletas con pobres, negros o migrantes, el capitalismo penitenciario innova en sus métodos de castigo y crueldad. Y lo dice con orgullo Tricia McLaughlin, vocera del Departamento de Seguridad Nacional: “Estamos trabajando a toda máquina en formas rentables e innovadoras para cumplir el mandato del pueblo estadounidense de deportaciones masivas de extranjeros ilegales criminales”. La más reciente novedad la promociona en vivo y en directo Donald Trump, un prófugo de la propia “justicia” de su país: la tenebrosa prisión Alcatraz de los Caimanes.

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Alcatraz es el nombre de una tristemente célebre prisión, en San Francisco, California, que funcionó entre 1934 y 1963 y se presumía que de allí nadie podía escapar, mito que se quebró en 1962 cuando se fugaron tres prisioneros. Hoy, el lugar es en un sitio turístico, aunque Trump ha prometido reabrir la prisión. Por ahora, ha bautizado Alcatraz de los Caimanes a una prisión que inauguró el 1 de julio, situada a 70 kilómetros de Miami, donde el magnate tiene una gigantesca mansión de 5,800 metros cuadrados con 128 habitaciones y con lujosas decoraciones, como claro ejemplo de lo que es simultáneamente el “sueño” y la pesadilla americanas, que conviven uno al lado del otro.

El apelativo Caimanes tiene una gran carga simbólica plena de crueldad y sadismo, ya que se trata de causar pavor a los migrantes que están siendo perseguidos en Estados Unidos y a aquellos que pretendan llegar al “país de la libertad”. También es un mensaje político dirigido a los seguidores de Trump y a los estadounidenses comunes y corrientes para que se deleiten con el sufrimiento de los migrantes. Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca, dijo sin aspavientos: “Cuando tienes asesinos, violadores y criminales atroces en una instalación de detención rodeada de caimanes, sí, creo que es disuasorio para que intenten escapar”.

La prisión está ubicada en los Everglades (eternos verdes claros) como se denomina en inglés a la zona pantanosa con un ambiente húmedo e inhóspito, cubierta de una gran capa de hierba alta. Allí se encuentran caimanes, culebras y otras 2000 especies animales, propias de ese hábitat tropical.

La cárcel se construyó en dos semanas en una antiguo aeropuerto, con una extensión de 100 km2 y albergará 5000 presos, la mayor parte de origen hispano. Su costo de funcionamiento es de 450 millones de dólares al año.

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Las condiciones de la prisión son insalubres, oprobiosas e inhumanas. Sus celdas son jaulas de hierro, metidas dentro de una celda más grande, y pocas de ellas tienen colchón.  No hay agua potable y la que se usa es transportada diariamente por camiones cisterna y tampoco existen cañerías para extraer las aguas negras, que son sacadas, junto con las basuras, en camiones grandes. Solo existen tres inodoros, expuestos y sin ninguna privacidad, para 32 reclusos. Cuando un preso se ducha, junto con el agua salen miles de mosquitos, lo que hace proliferar enfermedades tropicales. No se accede a medicinas ni a servicio médico. No existe espacios sociales ni actividades recreativas, no hay ni lápices, ni papel, ni libros, ni televisión. Las luces de las jaulas permanecen encendidas toda la noche. Cuando llueve el agua se cuela por las rendijas y entran miles de insectos. La alimentación es poca y de mala calidad, y se reduce a sándwiches y hamburguesas. El nombre de los detenidos no aparece en la base de datos pública del ICE (Servicio de Control y Migración de Aduanas), lo que dificulta que sus familiares o abogados puedan encontrarlos o saber si han sido deportados.

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Donald Trump inauguró la nueva cárcel, en donde solo se albergarán a migrantes, la mayor parte de los cuales son acusados, sin ninguna prueba ni juicio, de ser los “peores criminales del mundo”. Es un efecto de demostración de lo que es la guerra contra los “extranjeros indeseables”, que es uno de los ejes fundamentales del programa gubernamental que pretende mostrar la grandeza criminal de Estados Unidos otra vez, por si hubiera dudas.

Trump recorrió con morbo las jaulas allí existentes, se tomó fotos junto con sus acompañantes. En forma sádica sostuvo que allí no eran necesarios los guardias de seguridad, porque los caimanes desempeñaban esa función: “les vamos a enseñar cómo huir de un caimán si escapan de la prisión”. “No corran en línea recta. Corran así”, dijo, mientras movía su mano en zigzag. “¿Y saben qué? Sus posibilidades aumentan alrededor de un 1%”. El cinismo no fue solo de él sino de sus acompañantes, puesto que el senador estatal Blaise Ingoglia señaló que una de las literas de las jaulas era “mejor que mi cama en casa”.

El sadismo también lo repetían los partidarios de Trump, porque el mismo día de la inauguración de la carcel, un simpatizante republicano portaba una bandera estadounidense junto con el cartel en el que decía: “¡MANDEN MÁS CAIMANES!”, puesto que los doscientos mil que hay en los alrededores de la nueva prisión le deben parecer pocos para perseguir y devorar migrantes.

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Como en Estados Unidos todo se mercantiliza, incluyendo el dolor humano, a las afueras de la prisión ya se ofrecían souvenirs alusivos a la prisión y se vendían camisetas con la leyenda Alcatraz de los Caimanes a 25 dólares la unidad. Y una página web de mercadeo ofrece camisetas, gorras, pocillos, pegatinas y pelotas de golf con el nombre de la prisión, acompañada de un caimán y un pitón.

Y hablando de costos no falta el argumento neoliberal que la nueva prisión es barata, porque a los caimanes y culebras no se les paga salario, “trabajan” 24 horas al día y cumplen una disuasiva y efectiva labor de vigilancia. Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca, lo dijo sin remilgos “Esta es una manera eficiente y de bajo costo para ayudar a llevar a cabo la mayor campaña de deportación masiva en la historia de Estados Unidos”. Para reforzar el sentido neoliberal de ahorro de salarios, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas publicó una foto en la red social X, en la que aparecen varios caimanes con gorras del ICE, las que usan sus funcionarios, a las afueras de una prisión. ¡Milton Friedman debe estar brincando de alegría en el infierno al ver como sus doctrinas sobre la “libertad de elegir” se aplican en forma ortodoxa y al pie de la letra en las cárceles y con los caimanes!

Publicado en papel en El Colectivo (Medellín), No. 110, agosto de 2025.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.