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ICE funciona como un ejército de ocupación… Lo sé porque serví en uno

Fuentes: Truthout - Ctxt (versión en castellano) - Imagen: Agentes de ICE detienen a un hombre en junio de 2025. / DHS

Excombatientes protestan contra los agentes de la «Migra» y denuncian el despliegue de la Guardia Nacional en numerosas ciudades de EE.UU., animando a los soldados a desobedecer las órdenes ilegales de Trump

Los helicópteros del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) sobrevolaron mi barrio en busca de techadores y jardineros el Día de los Veteranos [11 de noviembre], tal y como llevan haciéndolo semanas. En Estados Unidos, eres un blanco fácil cuando tienes la piel morena y un trabajo que te obliga a estar al aire libre.

Mi ciudad, situada a las afueras de Chicago, lleva semanas plagada de agentes o soldados del ICE (los términos son intercambiables). Recientemente, dos madres, en el frío y con sus silbatos, ayudaron a proteger a un equipo que trabajaba en un tejado dañado por el granizo de una tormenta. Los agentes/soldados del ICE, vestidos con equipo militar completo, portando armas semiautomáticas y con pasamontañas para ocultar su identidad, patrullan en camiones sin distintivos. A estas alturas creo que todos ya sabemos cómo identificarlos.

El agente medio del ICE tiene menos formación que el soldado medio

Estas personas me recuerdan a los soldados con los que patrullé en Afganistán, solo que el agente medio del ICE tiene menos formación que el soldado medio. Parece que todos los barrios de Estados Unidos están ahora sujetos a un enfrentamiento armado y potencialmente violento con las tropas federales. Las ocupaciones estadounidenses de Irak y Afganistán han cerrado el círculo.

Igual que yo aterrorizaba a las aldeas afganas durante mi servicio militar tras el 11-S, el ICE ha estado aterrorizando a mi ciudad. Cuando estaba en los Rangers del Ejército de los Estados Unidos, nuestro objetivo eran los afganos en edad de instituto y universidad. Estos jóvenes, que la mayoría de las veces iban por la calle sin molestar a nadie, eran sometidos de improviso a registros, interrogatorios con intimidación o secuestros. Al cabo de un tiempo, los afganos empezaron a alertar a sus vecinos cada vez que nuestro convoy de camiones entraba en una ciudad. Y a veces lo hacían con silbatos. Los vecinos desaparecían de golpe y teníamos la sensación de estar atravesando un pueblo fantasma. Esto es, en parte, la vida bajo ocupación.

El aumento vertiginoso de las fuerzas de ocupación internas del régimen de Trump

La formación del ICE se ha reducido en cinco semanas para “aumentar” el número de efectivos: el entrenamiento dura ahora ocho semanas, en lugar de trece. La administración Trump espera aumentar el número de agentes del ICE de 6500 en todo el país a 10.000 para finales de 2025. Según se informa, un bonus de 50.000 dólares solo por “alistarse” ha atraído a 150.000 personas a solicitar puestos en el ICE. Mientras, la agencia utiliza imágenes de nacionalismo blanco para atraer a reclutas supremacistas blancos.

Los agentes/soldados del ICE están ocupando barrios estadounidenses con algunas de las armas más letales del mundo, con solo ocho semanas de formación y sin necesidad de experiencia previa equiparable. Según un exfuncionario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) entrevistado por NBC News, “[el DHS] quiere aprobar a todos, y el proceso de selección no es el que debería ser”. No obstante, aunque el proceso de selección fuese más riguroso y exhaustivo, no se puede justificar que soldados armados aterroricen a nuestros vecinos, por muy bien preparados que estén.

Mi unidad de Rangers del Ejército contaba con algunos de los soldados mejor entrenados del mundo. Aun así, cada seis meses aproximadamente perdíamos a un soldado por un disparo accidental. Un sargento primero de mi unidad, considerado un soldado ampliamente competente, disparó accidentalmente su rifle M-4 dentro de un helicóptero Blackhawk. No solo perdió su rango, sino que lo expulsaron de los Rangers.

Pat Tillman, el exjugador de fútbol americano profesional que se alistó en el ejército tras el 11-S, también estaba en mi unidad. Murió en un acto de “fuego amigo” y su muerte fue encubierta por toda la cadena de mando de George W. Bush.

La gran mayoría de los muertos en la “guerra global contra el terrorismo” de Estados Unidos tras el 11-S eran no combatientes. Lo llaman “daños colaterales”. Pero en realidad estas muertes deberían definirse por lo que son: una grave imprudencia con armas letales y un desprecio general por la vida humana. Cientos de miles de personas en todo el mundo murieron a manos de los soldados estadounidenses y sus líderes. Ni siquiera las unidades militares mejor entrenadas son dignas de confianza para actuar con ética. La “guerra global contra el terrorismo” lo ha demostrado.

Por eso, cuando veo al ICE y a la policía militarizada portando rifles de asalto o cualquier otra arma, recuerdo lo ingenuo y absurdo que es confiar en quienes están armados por el Gobierno de Estados Unidos. Cada vez está más claro que los agentes del ICE, vestidos y equipados como soldados, no deberían tener permitida la entrada a nuestros barrios y menos portando armas de asalto.

En octubre, Miramar Martínez, residente en Chicago, fue herida por cinco disparos de un agente de la Patrulla Fronteriza. El agente enmascarado, cuyo nombre aún no se ha hecho público, huyó de Chicago a Maine inmediatamente después del tiroteo. Según la cadena local de noticias FOX, momentos antes de abrir fuego, el hombre enmascarado apuntó con un rifle de asalto a Miramar y le gritó: “Haz algo, puta”.

Silverio Villegas-González también fue asesinado a tiros por un agente/soldado del ICE en otro barrio residencial de Chicago en septiembre.

En las últimas semanas hemos visto demasiados incidentes que demuestran lo peligrosa que es esta banda enmascarada de justicieros.

Mientras tanto, Trump está tratando de convertir a la Guardia Nacional en cómplice de esta ocupación: hasta ahora ha desplegado tropas en Washington D. C., Los Ángeles, Chicago, Portland y Memphis. Amenaza con desplegar aún más tropas en Baltimore, Nueva York, Nueva Orleans, Oakland, San Francisco y San Luis. La Ley Posse Comitatus impide que la Guardia Nacional sea desplegada con fines policiales. Pero, como ha documentado Democracy Docket, esta ley –de 150 años de antigüedad– no ha frenado a Trump, a quien ya reprendió un juez federal que determinó que su administración había violado la norma al “utilizar tropas para proteger directamente a los agentes federales que llevaban a cabo arrestos, para establecer perímetros y bloqueos de carreteras en operaciones policiales y –en al menos dos ocasiones– para detener a civiles”.

La moral se está desplomando en la Guardia Nacional. Documentos internos muestran que el Ejército es consciente de que su misión es impopular. Una instantánea de septiembre reveló que solo el 2 % de las publicaciones en redes sociales tenían una opinión positiva sobre el despliegue de la Guardia Nacional en Washington D. C., mientras que más del 53 % de las publicaciones desaprobaban las órdenes de Trump. Esto abre una oportunidad para cualquiera que desee convencer a los miembros de la Guardia Nacional de que dejen las armas y se resistan a las exigencias de Trump. Estos soldados tienen la responsabilidad moral de negarse a cumplir órdenes ilegales. Es nuestro deber recordárselo, algo que hay que tener en cuenta la próxima vez que se participe en una protesta o se tenga la oportunidad de hablar con un miembro de la Guardia en servicio activo.

Asociaciones de veteranos como About FaceVeterans for Peace están haciendo un trabajo fenomenal animando a los miembros de la Guardia Nacional a resistirse a Trump. Las protestas “Vets Say No” aquí en Chicago y en otras ciudades han atraído a miles de personas para escuchar su mensaje de resistencia. Estas asociaciones les recuerdan a los soldados que no están solos, que Estados Unidos tiene una orgullosa tradición de rechazar órdenes y que el coraje y el honor a veces implican decir no a los oficiales al mando.

Contra la adoración del “héroe”

Al hablar con los inmigrantes de mi barrio, sé que están experimentando un miedo similar al que sentían los afganos a los que yo vigilaba. Me alisté en el ejército en febrero de 2002 pensando que así haría de Estados Unidos un lugar más seguro, ayudando a prevenir otro ataque como el 11-S. Descubrí que casi todo lo que hacía Estados Unidos en lugares como Afganistán estaba convirtiendo el mundo en un lugar más peligroso: por ocupar territorios que no le pertenecían y por matar a tantos no combatientes, civiles inocentes. Era previsible también que esa adoración acrítica hacia los soldados, tratados como héroes, que se produjo tras el 11-S generara un peligroso nivel de comodidad entre quienes portaban armas en nombre del Gobierno de Estados Unidos.

Cada Día de los Veteranos que pasa me enfada y me frustra más –esta es mi vigésima celebración desde que dejé los Rangers del Ejército de los Estados Unidos como objetor de conciencia– porque cada vez está más claro que esta conmemoración no es más que un intento de desviar la atención del plan opresivo y mortal de la clase dominante estadounidense vendido como un homenaje a nuestros “héroes”. Los héroes no matan a civiles inocentes, no se aprovechan de los marginados ni participan en misiones imperialistas diseñadas únicamente para llenar aún más los bolsillos de los ricos, ¿verdad? Si en 2025 llevas un arma en nombre del Gobierno federal, eres todo lo contrario a un héroe, aunque tengas buenas intenciones.

Nunca lo llamo “Día de los Veteranos”, sino “Día del Armisticio”, como se hacía en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. El “Día del Armisticio” tenía como objetivo celebrar el fin de la guerra, a diferencia del “Día de los Veteranos”, que parece querer glorificarla. Estoy de acuerdo con Kurt Vonnegut cuando dijo:

“El Día del Armisticio se ha convertido en el Día de los Veteranos. El Día del Armisticio era sagrado. El Día de los Veteranos no lo es. Así que voy a rechazar el Día de los Veteranos. Me quedaré con el Día del Armisticio. No quiero tirar a la basura algo sagrado”.

En realidad, un nombre más preciso sería “Día de los Ocupantes”, un término que describe adecuadamente la amenaza a la que se enfrentan las comunidades dentro y fuera de los Estados Unidos por parte de todos aquellos que portan armas en nombre del Gobierno estadounidense.

Colectivamente veamos este día como una oportunidad para mantener y acelerar la resistencia necesaria para repeler la mentalidad imperialista que ha infectado a demasiadas personas en este país. Nadie es “ilegal”, y solo aboliendo el ICE habrá seguridad para los vecinos. Tenemos que dejar de glorificar a los ocupantes, tanto en casa como en el extranjero.

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Rory Fanning es escritor y exmilitar, y cruzó Estados Unidos a pie para la Fundación Pat Tillman en 2008-2009, tras dos despliegues en Afganistán con el 2.º Batallón de Rangers del Ejército. Habla regularmente en institutos y universidades sobre su travesía a pie por los Estados Unidos y su experiencia como opositor a la guerra. 

Fuente de la traducción: https://ctxt.es/es/20251101/Politica/50952/Truthout–Rory-Fanning-ice-ejercito-ocupacion-veteranos-guardia-nacional-eeuu-trump-orden-ilegal.htm