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A propósito del encierro de inmigrantes

Fuentes: La Verdad-Albacete

Si el desalojo policial de la Catedral de Barcelona lo hubiera hecho un Gobierno del PP, se hubiera armado la de Dios es Cristo. No lo digo yo; es una frase de Francisco Frutos, tan poco sospechoso de talante aznariano como que es el secretario general del Partido Comunista de España (que sí, que aún […]

Si el desalojo policial de la Catedral de Barcelona lo hubiera hecho un Gobierno del PP, se hubiera armado la de Dios es Cristo. No lo digo yo; es una frase de Francisco Frutos, tan poco sospechoso de talante aznariano como que es el secretario general del Partido Comunista de España (que sí, que aún existe) y miembro del consejo político de Izquierda Unida.

Incluso los políticos más supuestamente progres han salido inmediatamente a criticar ¿la inoportunidad de los inmigrantes! Ha sido uno de los ejercicios de cinismo y desvergüenza más crudos y repugnantes de los últimos meses, y eso que ha sido periodo de sobredosis. Los mismos que santificaban a los sinpapeles en su anterior encierro, los glorificaban y les daban apoyo y respaldo mediático (empieza a gustarme la palabreja), ahora los consideran unos «inoportunos». Y, por supuesto, unos «manipulados». Me suena, me suena esa canción; se la escuchaba ya a los burócratas del último franquismo, y luego siguió el soniquete con los ucedeos, los socialistas, los populares y otra vez los socialistas.

Toda esa nebulosa de apoyo social que los protegían con las más bonitas palabras del diccionario, ahora calla miserablemente. Miserablemente, miserablemente.

Pero no es un caso aislado; nos pasa lo mismo en otros muchos ámbitos. Algunas cuestiones que nos demostraban lo mal que estaba todo se han apagado, como se apaga la luz en un sótano: ojos que no ven, corazón que no siente. Si ya no tenemos el problema en los telediarios, se acabó el problema.

Las encuestas revelan un enorme desinterés público por la campaña europea. El debate televisado por la tele pública batió récords históricos de mínima audiencia, un dato como para pensar un rato. Por cierto, el entusiasmo que le ha entrado a la nueva tele pública por ofrecernos fútbol, fútbol, boda y más fútbol encaja bien con el nuevo talante. Debe ser lo que ellos consideran un valor cultural seguro. Cambian los actores, la función sigue siendo la misma. Pero ahora ya no se arma nada; los objetivos están conseguidos.