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Acampada, huelga y abstención

Fuentes: Rebelión

Mucho nos hemos preguntado últimamente sobre nuestro futuro, sobre la situación actual y sobre cómo y en que dirección irá el ya inevitable cambio. Y parte de ese cambio pasa por las elecciones del próximo 20-N. De ahí saldrá el futuro gobierno (previsiblemente del PP) que tenga que hacer frente a la situación, que nos […]

Mucho nos hemos preguntado últimamente sobre nuestro futuro, sobre la situación actual y sobre cómo y en que dirección irá el ya inevitable cambio. Y parte de ese cambio pasa por las elecciones del próximo 20-N. De ahí saldrá el futuro gobierno (previsiblemente del PP) que tenga que hacer frente a la situación, que nos tenga que sacar de la crisis, de manera responsable, manteniendo (lo que queda de) el estado de bienestar y todos esos mensajes que nos transmite la clase política en estos días de precampaña.

Muchos ciudadanos, como siempre, no tenemos ni idea de a quién vamos a votar, porque realmente no nos representan las opciones que se nos ofrecen. También ha sido un gran debate ciudadano la posible entrada del 15-M al sistema político actual, entrando como un nuevo partido, que represente todas las ideas que defendemos en la calle. Quien dice esto dice que mucha gente lo votaría, y que podría tener una representación significativa en las cámaras.

De lo que no se dan cuenta es de que el 15-M es en sí un nuevo sistema, un nuevo proyecto, otra forma de hacer frente a los problemas, distinta a la que nos han inculcado como la válida. Un sistema en el que realmente, parece que todos tengan voz y voto, un sistema realmente democrático.

Lo interesante es que en esta nueva estructura no es coherente un partido político, que en caso de que hipotéticamente se creara, rápidamente vería como muchos sectores, acampadas, comisiones, como se quiera llamar, del 15-M se desvincularían de ellos con otro claro «No nos representan» ya que lo que hemos aprendido es que no tenemos mejor representante que nosotros mismos. Y claro está, rápidamente nos daríamos cuenta del oportunismo político de aquel que intente subir al poder defendiendo las ideas del 15-M.

El tema es que ya que parece que realmente no estaremos contentos, sea quien sea el ganador, no podemos resignarnos a ello, y seguir votando por el «mal menor», «voto de castigo», o «al que se acerque más a mis ideas»… Coño, yo quiero a alguien que haga que cambien las cosas, y que se deje de tonterías. Que dejen de nadar en la superficie y se sumerjan de lleno en el problema.

A estas alturas del año, entonces, mi opinión ha pasado a ser que no hay que votar. Absternerse responsablemente, y dejando claro que sin votar estás realmente eligiendo lo que deseas.

Actualmente cada 4 años el Estado me da una miniparcela de poder en forma de la posibilidad de voto, y yo esta parcelita se la cedo a quien me parezca. Y si no me gusta nadie, pues voto en blanco, pero así sigo expresando que me parece legítima la forma en la que se eligen a los gobernantes, pues participo en el proceso, aunque sea sin decir nada.

En época de precampaña y campaña, aparte del vota a tal o vota a cual, todos los partidos se centran en un mismo mensaje: vota, a quien sea, pero vota. Esto es porque no hay nada a lo que tema más la clase política que a una grandísima abstención (Como muestra de rechazo y no de desidia) en unas elecciones, porque muchas parcelitas de poder de las que nos han prestado momentáneamente, nos las habremos quedado.

Frente a la situación actual, lo único que nos queda es la protesta social y masiva, en todas las formas que conocemos, debilitar y evidenciar las carencias e injusticias del sistema, de forma común y pacífica. Entonces, ¿cual sería mi utopía, que tendría que ocurrir en este otoño caliente?

1º Antes de las elecciones volver a las calles, de forma organizada en acampadas masivas, y volver a tomar el espacio público.

2º Una huelga general indefinida, que diga basta a la corrupción actual de las élites económicas, y que evidencie que realmente el poder lo tiene el pueblo, y que si nosotros no obedecemos, ellos están muy jodidos.

3º y por último, una grandísima abstención en las próximas elecciones, mientras la gente se reúne en asambleas, para decidir sobre el futuro que debemos empezar a construir.

Por eso (y dejando las acampadas como algo espontáneo que se produce tras una gran concentración (léase 15-O), y la huelga en manos de quienes ya están trabajando en ello), el 15-M debería llamar a la abstención responsable el 20-N, y a la participación en asambleas populares, invitarlos a elegir en que sistema se sienten mas cómodos. Quien quiera votar al 15-M, que ese día no vote, y vaya a la asamblea.

Puede sonar a locura, y a mucha gente le puede parecer imposible. Pero realmente la situación lo pide, hemos llegado a un punto de no retorno, y si hay algún momento en el que tenemos la urgente necesidad de hacerlo y la mínima posibilidad de lograrlo, es ahora. Es un sueño, quizá una locura, pero con una combinación correcta de organización, resistencia, tenacidad y una pizca de creatividad, podriamos llevarnos una grata sorpresa, y demostrar definitivamente que el pueblo, tiene el poder.

¿Y a vosotros, que os parece?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR