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África, Canarias y elecciones

Fuentes: Rebelión

El discurso de Coalición Canaria y del PSOE no difiere gran cosa en cuanto a las relaciones Canarias África. Así, José Carlos Mauricio aspira ser el nuevo Marqués del Muni -quizás de Agadir, en su caso- de este cambio de siglo, mientras el PSOE por medio de José Miguel Pérez (1 y 2) reivindica el […]

El discurso de Coalición Canaria y del PSOE no difiere gran cosa en cuanto a las relaciones Canarias África. Así, José Carlos Mauricio aspira ser el nuevo Marqués del Muni -quizás de Agadir, en su caso- de este cambio de siglo, mientras el PSOE por medio de José Miguel Pérez (1 y 2) reivindica el legado de la integración Canarias en la anterior globalización hegemonizada por el Imperio Británico. El resto de fuerzas políticas con aspiraciones institucionales moran en el mismo «pensamiento único», construido en base a tópicos y desconocimiento; a veces con «buenas intenciones» pero la mayoría de las veces con intereses apenas disimulados.

El discurso despojado de retórica se reduce a un «¿Cómo sacamos tajada del proceso en marcha de recolonización de África?». «¿Cómo rentabilizamos «nuestra renta de situación» en este nuevo proceso de globalización del capitalismo?». Se llenan la boca de «ayuda a África» cuando de lo que hablan es de las «oportunidades de negocio» que se abren en las vecinas costas africanas o de la «seguridad energética» europea y de la «defensa de nuestro bienestar». Creo que se atribuye a Sekou Toure la frase «África no necesita que le echen una mano, sino que le quiten el pie de encima». Hablar de cooperación con África desde Canarias sólo tiene sentido sí significa colaborar en quitar ese «pie de encima» a la par que construir un nuevo marco de relaciones económicas globales rompiendo así el sino de Canarias, donde su destino ha venido siempre fijado por las necesidades del capitalismo global en expansión.

Hoy en que el turbo capitalismo (Edgar Luttwark) que mueve la globalización no es sino una huida hacia adelante de un sistema insostenible social, económica y ecológicamente; un paso al frente,… al abismo de «la barbarie». Hoy, no sólo se discute cómo se distribuye la riqueza, sino fundamentalmente cómo se crea e incluso que entendemos por «riqueza». Estamos ante un modelo agotado, instalado en una situación de guerra global permanente por un nuevo reparto de recursos (energía, agua, materias primas, etc.) y mercados, en medio de una crisis ecológica global (cambio climático, enfermedades emergentes, crisis alimentarias, etc.) que amenaza la existencia de la propia especie. Quizás la implosión del «capitalismo monopolista de estado de propiedad colectiva» sólo fue el preludio de la implosión del «capitalismo monopolista de estado de propiedad privada».

En este marco, las alternativas que se nos presentan para nuestra última «crisis cíclica» de integración en el ya viejo mundo creado por el imperialismo del XIX y XX, es cómo nos integramos en el nuevo imperialismo del siglo XXI. Las burguesías insulares canarias -fieles a su tradición de piratas, contrabandistas, estraperlistas o comisionistas- renegocian nuevamente la renta de situación con las potencias actuantes en el Atlántico Medio Occidental, en medio de un nuevo «pleito insular» por el control de este proceso.

Estamos en el momento de alternativas reales, no de hacer las mismas políticas sólo que con mejor talante, «mayor transparencia y seguridad jurídica». Lo que está en discusión son esas políticas en sí, y sobre todo si la sociedad tiene que ser dirigida por «la economía» o ésta tiene que ser dirigida y controlada por la sociedad. Lo que está en discusión es si se construye una Ciudad al servicio de los ciudadanos o de las necesidades del capitalismo global. Y eso no son abstracciones, son políticas tan concretas como los «frentes marítimos» y las ampliaciones portuarias y aeroportuarias; políticas energéticas; territorio y moratorias; políticas agrarias, pesqueras e industriales activas y orientadas desde lo público; servicios públicos frente a negocios privados; etc.

Se puede optar por el mal menor -el llamado « voto útil frente a la derechota «- sobre todo en el marco Estatal en que se plantean estas elecciones, pero no nos llamemos a engaño, no estamos ante alternativas reales. Nos encontramos, en Canarias, con un intento -creo que llamado al fracaso- de encauzar en marcos legales y «civilizados» la lucha por el poder económico del archipiélago que ahora se desarrolla en forma de guerra sucia : navajeo mediático-empresarial, compra de voluntades políticas, corrupción generalizada, etc. Consecuencias de una Transición en la que se optó por la Reforma frente a la Ruptura y que en Canarias se plasmó en el Pacto de Las Cañadas que puso las bases del actual régimen político-empresarial de base insularista. El dilema sigue abierto pero cada vez con menos posibilidades de reconducirlo, como nos plantea el cambio climático o la tragedia de la inmigración. Construir esa ruptura sigue siendo la tarea pendiente de la izquierda en Canarias, ruptura que hoy significa romper con la lógica del dios Mercado que sólo reconoce la existencia de individuos -recluidos en familias- aislados en permanente lucha darwiniana por el acaparamiento de recursos a costa de un medio natural que considera puesto a su servicio.

La construcción de la Otra Canarias Posible requiere un nuevo marco de relaciones globales, pero esto sería un mero deseo si no se producen cambios en las estructuras de poder locales y regionales. Canarias posee una escasa articulación social, con unos movimientos sociales débiles donde el pensamiento único y la cultura del capitalismo globalizado son hegemónicas. Hacer frente a los cambios en que estamos inmersos requiere transformar esa realidad, contribuyendo a la articulación de los movimientos de resistencia a las políticas neoliberales, que cimienten un proyecto alternativo de construcción de Canarias. Sin ello, estamos condenados a ser un instrumento de agresión del Norte contra los pueblos del Sur, en cuyo apoyo logístico se ha sustentado históricamente el poder de nuestras burguesías insulares.

* José Villalba Pérez es miembro de la Asociación Canaria de Estudios de la Globalización