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Ahed Tamimi es la punta del iceberg

Fuentes: Rebelión

Es casi un milagro la atención mediática que ha tenido en Occidente la detención y el juicio a la adolescente palestina de la aldea Nabi Saleh, en Cisjordania ocupada. Quienes llevamos años documentando y denunciando las atrocidades que el Estado de Israel comete contra las niñas, niños y adolescentes de Palestina no podemos menos que […]

Es casi un milagro la atención mediática que ha tenido en Occidente la detención y el juicio a la adolescente palestina de la aldea Nabi Saleh, en Cisjordania ocupada. Quienes llevamos años documentando y denunciando las atrocidades que el Estado de Israel comete contra las niñas, niños y adolescentes de Palestina no podemos menos que alegrarnos: al menos un caso ha trascendido el cerco mediático, y sobre todo el muro de indiferencia y silencio en torno a la niñez palestina. Hay quienes se preguntan, incluso, si el caso habría adquirido la misma notoriedad si Ahed no tuviera el pelo rubio y alborotado, los ojos verdes, y si su apariencia e indumentaria no fueran tan occidentales. Si tuviera la piel aceitunada y usara hiyab o ropas largas y oscuras, ¿habría despertado la misma empatía en la opinión pública?

Ahed es la punta del iceberg, sin embargo, de una realidad cotidiana escandalosa e intolerable, que la juventud palestina, sus familias y sus comunidades soportan desde hace al menos medio siglo, sin merecer la atención de los medios de comunicación. A no ser, claro, que como respuesta esas jóvenes cometan un acto de violencia contra algún israelí; aun si se trata de un soldado o un colono ilegal ocupante, los medios enfatizan la violencia palestina, haciéndose eco de la narrativa sionista: no se puede negociar ni convivir con estos árabes que sólo entienden el lenguaje de la fuerza. Ergo, Israel tiene derecho a ‘defenderse’.

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