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Cronopiando

Anuncian «nuevo poder judicial»

Fuentes: Rebelión

Pero el nuevo poder judicial no es un poder, dado que está supeditado al poder político y carece de independencia hasta para constituirse; no es judicial, ya que depende del interés político y nada tiene que ver con la justicia que no sea el pretexto del que toma el nombre; y, menos aún, puede considerarse […]

Pero el nuevo poder judicial no es un poder, dado que está supeditado al poder político y carece de independencia hasta para constituirse; no es judicial, ya que depende del interés político y nada tiene que ver con la justicia que no sea el pretexto del que toma el nombre; y, menos aún, puede considerarse nuevo. Así hubieran cambiado todos los actores, la farsa a representar seguiría siendo la misma.

¿Qué es entonces el nuevo poder judicial?

Ni más ni menos que parte de aquello que ya definía Valle-Inclán en sus Luces de Bohemia cuando Max Estrella, «poeta ciego de odas y madrigales», «que vivía de hacer versos y vivía miserablemente» nos mostraba en su calvario por Madrid el «trágico esperpento» de una España «desgreñada y macilenta», «cuya leyenda negra es su propia historia», «el dolor de un mal sueño», «un corral donde el sol es, y no siempre, el único bien», esa España de «ladinos, guindillas y fantoches», «en la que los bizarros coroneles se caen de los caballos hasta en las procesiones», donde gobierna «el rey de Portugal» y es «marquesa del Tango», Enriqueta la Pisa-Bien.

-«En España todo lo manda el dinero» -decía el preso.

-«En España se premia el robar y el ser sinvergüenza» -apostillaba el sepulturero.

-«Los que tienen a su cargo -afirmaba Max Estrella- la defensa del pueblo son al mismo tiempo sus verdugos», «¡y a eso llaman justicia los ricos canallas!», mientras las leyes reposan en «carpetas de badana mugrienta» y la autoridad es un «pollo chulapón de peinado reluciente» que se pasea y dicta: «Aquí no se protesta» (Serafín); «habrá que darle para el pelo» (Capitán Pitito); «Se la está ganando» (Guardia).

Hasta que al final preguntaba el preso «van a matarme… ¿qué dirá mañana esa prensa canallesca?».

-«Lo que le manden», le respondía Max.