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Un referente de la agroecología y el cooperativismo en el estado español

BAH!: diez años de producción y consumo sin intermediarios

Fuentes: Diagonal

Tras un año duro, la cooperativa Bajo el Asfalto está la Huerta (BAH!) celebró el 30 de mayo su décimo aniversario, demostrando la vigencia de su modelo agroecológico. Ninguna de ellas podía soñar lo que vendría después. Lo lejos que iba a llegar un proyecto que nacía con todo en contra y los pies de […]

Tras un año duro, la cooperativa Bajo el Asfalto está la Huerta (BAH!) celebró el 30 de mayo su décimo aniversario, demostrando la vigencia de su modelo agroecológico.

Ninguna de ellas podía soñar lo que vendría después. Lo lejos que iba a llegar un proyecto que nacía con todo en contra y los pies de barro. Hoy es común oír hablar de huertos comunitarios, grupos de consumo, producción ecológica o soberanía alimentaria. Pero en 1999, al menos en Madrid, estas cuestiones sonaban aún a rarezas de expertos o de ecologistas avanzados, incluso en el marco de los colectivos antagonistas de la urbe. A pesar de este hecho, y de no disponer de otros recursos que sus manos y cerebros, ese año, diez jóvenes urbanitas amantes del campo (ninguno llegaba a los 30 años), que se habían unido en torno a una mesa de debate sobre «ecología y sociedad», lanzaron la arriesgada propuesta de crear en la degradada zona periurbana de Madrid una «cooperativa unitaria de producción y consumo agroecológicos» de carácter asambleario, anticapitalista y autogestionario a la que bautizaron con un acrónimo tan ambiguo como sugerente: BAH! (Bajo el Asfalto está la Huerta). «Al principio no nos hizo caso casi nadie. Nos veían como unos pringadillos», recuerda Susana Morán, del colectivo promotor. Pero pronto la idea comienza a cuajar, adquiere formas concretas y en unos años, a pesar de sus altibajos, no sólo se consolida sino que se multiplica hasta llegar a ser, hoy, un importante referente en el mundo de las cooperativas y de la agroecología en el Estado español. «El BAH ! ha servido como catalizador y punto de apoyo de muchas cosas y proyectos. Jamás me podía imaginar que algo que nacía tan precario fuese a ilusionar a tanta gente», aseguraba Morán el pasado 31 de mayo en la celebración del décimo aniversario del proyecto, que tuvo lugar en el espacio Off Limits de Lavapiés, sede del grupo de consumo del BAH!. Bajo el paraguas de estas tres letras, operan actualmente cinco cooperativas: tres en Madrid, una en Guadalajara y la última en Valladolid, y varias iniciativas como Surco a Surco (SAS), que dispone de tierras en el valle del Tiétar (Gredos), han asumido su modelo de funcionamiento. Cada semana, los cinco BAH! producen verduras y hortalizas para unas 180 familias. Pero hace diez años, el panorama era bien distinto.

En sus orígenes, el grupo promotor del BAH! concibió un proyecto dividido en tres partes: la actual cooperativa periurbana, una colectividad rural en un pueblo abandonado y una publicación sobre ecología política. La apuesta comunitaria en el campo no llegó a cuajar, aunque personas del proyecto inicial han acabado en pueblos de la «sierra pobre» de Madrid y del valle del Tiétar, donde desarrollan dos exitosas iniciativas muy ligadas al BAH!: la cooperativa ganadera Los Apisquillos y SAS. La revista tampoco llegó a ver la luz, pero en estos años la teoría sobre la que se asienta el modelo del BAH! ha sido recogida por sus protagonistas en dos libros claves, Con la comida no se juega (Daniel López L. y J. Angel López L., Ed. Traficantes de Sueños, 2004) y Los pies en la tierra (VV AA. Ed. Virus, 2006). «En un principio la ambición era mucho mayor porque nos faltaba tomar contacto con la realidad; nunca imaginé que el trabajo agrícola fuese tan duro», sostiene Susana Morán. La realidad se impuso y el proyecto periurbano se lo comió todo.

La puesta de largo se produce el 18 de marzo de 2000. Tras recabar el apoyo de una treintena de organizaciones, un centenar de personas okupa una parcela de la Consejería de Medio Ambiente en la vega del río Henares a su paso por Torrejón de Ardoz. La acción no sólo pretende volver a dar un uso productivo a una zona tradicionalmente hortícola, sino denunciar el deterioro medioambiental y urbanístico de la otrora periferia fértil de Madrid. Las azadas se ponen en marcha y dos meses y medio después, tal y como puede leerse en el segundo número de El Berenjenal, el boletín interno del BAH!, se distribuye la primera cosecha desde el centro social Seco: «El 30 de mayo se ha repartido la primera bolsa (…) iba compuesta de dos lechugas, un manojo de acelgas, otro de espinacas, kilo y medio de limones y un pan integral, todo ecológico y cooperativo. Se repartieron 56 bolsas entre los grupos».

El Gobierno regional no ordena el desalojo de las tierras pero dificulta los accesos y el uso del agua, por lo que unos meses después, la cooperativa decide trasladar la huerta al cercano valle de Tajuña, a unos 40 kilómetros de Madrid, donde permanece desde entonces. «El primer año fue muy difícil. Hacía los repartos con una furgoneta que se calentaba y había que ir buscando hielo en las pescaderías», recordaba en Off Limits Fernando García Dori, hoy director de la Escuela de Pastores de los Picos de Europa. Pero, tal y como indica Encarni, de la cooperativa de pan ecológico Ecopan, cuyo destino ha estado siempre unido al BAH!, en este tipo de proyectos «la precariedad material se salva con la creencia en la autogestión». «Una de las cosas más importantes que me ha enseñado el BAH! es que desde la nada se puede crear algo importante», asegura. Algo que exige un elevado compromiso por parte de agricultores y consumidores. En el modelo del BAH!, el dinero del consumidor no está ligado a la producción.

Cada familia paga una cuota mensual que sirve para mantener la cooperativa en su conjunto. A cambio, recibe cada semana una cesta de verduras y hortalizas que resulta de dividir, de manera equitativa, la totalidad de la producción entre los consumidores. María Sol Rabasco, que a través del grupo de consumo de Estrecho lleva en la cooperativa desde sus orígenes, lo ilustra de la siguiente manera: «En el BAH! es fundamental la participación: en mi grupo es prácticamente obligatorio repartir la semana que te toca, ir a la asamblea del grupo y a alguna asamblea general, participar en el domingo verde, en las acciones colectivas y en algunas comisiones».

La apuesta no sólo aguantó sino que en 2004 los grupos de consumo, que se asientan en espacios como centros sociales, asociaciones vecinales o sindicatos como CNT, habían crecido tanto en Madrid que los siete agricultores que cultivaban 2,5 hectáreas en Perales de Tajuña no daban abasto con la creciente demanda. La asamblea del BAH!, tras situar su límite de crecimiento en 130 unidades de consumo, apostó entonces por derivar parte de esta demanda a cooperativas hermanas como SAS e impulsar la creación de otras. De esta manera nace el BAH! de San Martín de la Vega, que, aunque en la actualidad sólo dispone de un trabajador y produce hortalizas y verduras para 20 hogares, en 2005 lo hacía para un centenar de familias. En esos años, el BAH! traslada su crítica a la agricultura industrializada y su defensa de la soberanía alimentaria, económica y organizativa a espacios de agregación como Rompamos el Silencio o el Foro Social Mundial. Este crecimiento, que se produce a pesar de las numerosas rotaciones que viven los grupos de trabajadores y consumidores (la huerta de Perales ha visto pasar a 39 agricultores en estos años), no consigue acabar con cierta precariedad material y económica, algo que ayuda poco a resolver algunas tensiones de carácter ideológico y político que se instalan en el BAH!. Fruto de éstas, hace un año el grupo de trabajadores de Perales y dos grupos de consumo abandonaron la cooperativa.

Aunque el proceso es complejo y los factores múltiples, la división más notoria se produjo en torno al debate sobre la relación con las instituciones. Múltiples posturas surgen alrededor de esta discusión, sin embargo a pesar de los esfuerzos por parte de todas las personas de la cooperativa, esta vez, el consenso no es posible. Unos meses después, algunas de las personas que dejan el proyecto crean otras cooperativas agroecológicas con base en Perales (Me Planto y A Casco Puerro), más afines a sus visiones ideológicas. Tras un «proceso doloroso», el BAH! pudo celebrar, también con sus antiguos compañeros de viaje, un fabuloso décimo aniversario en Madrid, en el mismo buen ambiente que hoy se respira en las huertas de Perales.

Cinco Bah! y un semillero

El BAH! agrupa a cinco cooperativas de producción y consumo. La más veterana está compuesta por cien unidades de consumo y cuatro trabajadores que mantienen unas dos hectáreas de cultivo en régimen de alquiler o cesión. Un trabajador y dos tutores sacan la producción para las 20 familias del BAH! San Martín, mientras dos agricultores hacen lo propio para 30 unidades del BAH! Galápagos (Guadalajara). En las otras dos cooperativas, que operan en la periferia de Valladolid (18 unidades) y en la Alcarria madrileña (12), los propios consumidores asumen la producción. El BAH! Semillero (en la imagen) es la iniciativa más novedosa: un espacio para desarrollar semillas que luego son plantadas por los grupos del BAH! y otros similares como SAS o Me Planto. «Lo más interesante es que lo está sacando adelante personas voluntarias de los grupos de consumo», afirma Isabel Vara, una de sus integrantes.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/BAH-diez-anos-de-produccion-y.html

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