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Ballenas: Votos por muerte. Nada es a cambio de nada, menos en la política

Fuentes:

La caza comercial de ballenas está prohibida en todo el planeta desde 1986, y ahora resulta que el voto de Guatemala en un foro internacional puede ser el decisivo para revertir tal situación a favor de Japón. De allí que no extrañe el dinero «generosamente» donado por el Gobierno japonés al Gobierno guatemalteco para construir […]

La caza comercial de ballenas está prohibida en todo el planeta desde 1986, y ahora resulta que el voto de Guatemala en un foro internacional puede ser el decisivo para revertir tal situación a favor de Japón.

De allí que no extrañe el dinero «generosamente» donado por el Gobierno japonés al Gobierno guatemalteco para construir un tramo carretero y la donación de algunas computadoras para una escuela, entre otras «ayudas». Nada es a cambio de nada, menos en la política.

En un estudio sobre compra de votos, Leslie Busby dice que «el Gobierno japonés ha sido acusado por años de utilizar la asistencia oficial para el desarrollo (ODA) con el fin de reclutar miembros en los países en desarrollo para la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en apoyo a sus intereses».

El Informe Global de Corrupción 2004 de la organización Transparencia Internacional prueba la compra de votos en la CBI y Milko Schvartzman señala que «el Gobierno de Guatemala se encuentra al borde de verse involucrado en un claro caso de corrupción; es incoherente que un país que nunca ha cazado ballenas y que se beneficia del ecoturismo de avistamiento de ballenas y delfines se preste a defender la extinción de los mismos».

Casualmente, un funcionario del Ministerio de Agricultura está ahora viajando por Japón, para decidir cuál será la posición de Guatemala en la reunión de la CBI, a realizarse en junio de este año en Saint Kitts y Nevis.

El huésped guatemalteco está recibiendo información que el Gobierno nipón suele preparar para las delegaciones y funcionarios gubernamentales sobre el tema ballenero. Lo más interesante, es que en varias ocasiones estos simposios suelen ser impartidos por miembros de Ecco (Eastern Caribbean Cetacean Commission), organización también fundada por los japoneses.

Guatemala tiene motivos para avergonzarse: el primero es porque durante la semana del 15 de septiembre del año pasado, los diputados guatemaltecos aprobaron muy calladitos, a petición del presidente Berger, la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de la Ballena, requisito previo para participar en la reunión de la CIB.

Durante esa semana de fiestas patrias, el Congreso sólo trabajó día y medio, pero la aprobación fue rapidísima y tomó por sorpresa a una población que ha visto cómo se engavetan allí leyes tan importantes como las de adopciones y seguridad, por meses y hasta por años.

Además, en el informe financiero presentado por el Congreso a los medios de prensa a finales de ese mismo mes, se habían eliminado los gastos en que incurrió el diputado que viajó a Japón para conocer más sobre las ballenas.

Otro motivo es nuestro presidente, que sigue haciéndola de ingenuo y mendigo e imponiéndole a Guatemala una vergüenza internacional innecesaria por unos cuantos centavos. El turismo de avistamiento de ballenas en Costa Rica, por ejemplo, genera más de US$4 millones para ese país, y casos similares se dan en otros países de la región, incluida Guatemala, que comienza a beneficiarse de esta industria sin sangre.

Desde el año 2000, Japón viene orquestando una estrategia para lograr que la CBI dé por finalizada la moratoria para la caza de ballenas, emitida en 1986. Para ello comenzó a ayudar a los países en desarrollo, a cambio de que se integraran a la CBI y fueran sumándose los votos a su favor.

A eso lo llama Bernard Petitjean «la corrupción institucionalizada». Desde 1987, Japón se amparó en las excepciones de dicha convención y siguió cazando ballenas para surtir mercados y restaurantes asiáticos con su carne, so pretexto de una «caza científica». Y ya han asegurado que el próximo diciembre masacrarán un millar de ballenas en el océano Antártico.

A mí me importan mucho las ballenas, como cualquier ser vivo, y toda masacre humana o animal me delata el calibre de los asesinos. Pero acá no sólo hago eco de la voz de los ecologistas de todo el mundo que se oponen a ésta y otras prácticas salvajes, sino que estoy evidenciando que siguen dándose formas descaradas de corrupción institucionalizada al más alto nivel, que compran con mendrugos la voluntad, la ignorancia y la muerte. 

ALEPH

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http://www.tropicoverde.org