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Barack Obama en Cuba… ¿Y por qué no Ana Belén Montes?

Fuentes: Rebelión

Por Ana Belén Montes escribo, como también lo hago contra el silencio sobre su caso, presente en las instancias oficiales de Cuba y en la prensa criolla de alcance al cubano de pie. Excluyo a quienes ya demuestran que la ética va por sobre todo lo demás. Sus nombres son muchos, dentro y fuera de […]

Por Ana Belén Montes escribo, como también lo hago contra el silencio sobre su caso, presente en las instancias oficiales de Cuba y en la prensa criolla de alcance al cubano de pie. Excluyo a quienes ya demuestran que la ética va por sobre todo lo demás. Sus nombres son muchos, dentro y fuera de Cuba, pero quizás baste citar los de los Héroes de la República de Cuba Rene González Sehwerert y Arnaldo Tamayo Méndez, primer cosmonauta de América Latina.

¿Quién es Ana Belén Montes? Según EcuRed, «nació el 28 de febrero de 1957 en una base militar estadounidense ubicada en la ex Alemania Occidental, en plena Guerra Fría. Nieta de asturianos que emigraron a Cuba y Puerto Rico, donde nació su padre, el psiquiatra militar Alberto Montes. Ex analista superior de inteligencia en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) de los Estados Unidos. Arrestada el 21 de septiembre del 2001, diez días después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, y acusada del delito de «conspiración para cometer espionaje» a favor del Gobierno cubano. Para ese tiempo se la llamaba en el Pentágono «la Reina de Cuba», dada su posición y conocimientos privilegiados sobre la tierra de José Martí.

Fue condenada en el año 2002 por entregar a Cuba información que le permitiera conocer los planes de agresión de Estados Unidos contra la mayor de las Antillas; se declaró culpable de los cargos que se habían levantado contra ella, los cuales le podían haber valido la pena de muerte. Finalmente, fue sentenciada a 25 años de prisión, en octubre de ese año, luego de haber llegado a un acuerdo con la Fiscalía. La «Reina de Cuba» fue, durante más de diez años, según fuentes diversas, la más valiosa espía al servicio de Cuba.

Sin embargo, a casi 15 años de su captura y posterior condena, contrasta poderosamente el silencio oficial criollo, y el de casi toda la prensa que le es afín, si se le compara con la intensa lucha que se libró por 5 cubanos, también penados con largas condenas por espiar para Cuba. Conocido es: su libertad, su presencia en su patria; el merecido homenaje popular, que parece interminable, se logró tras largas negociaciones entre los gobiernos de los Estados Unidos y Cuba, precedidas por una intensa campaña de solidaridad mundial. Ana Belén Montes, entretanto, rinde su pena bajo un manto de silencio. Es la reclusa 25037-016 de la cárcel de Carswell, situada dentro de las instalaciones militares de la Estación Aérea de la Marina estadounidense en Fort Worth, Texas, Estados Unidos, y su fecha tentativa de libertad se establece para julio de 2023.

Siguiendo a EcuRed , «Ana Belén no puede recibir visitas de amigos, solamente de su padre y hermano; no le está permitido hablar por teléfono ni puede recibir periódicos, revistas o ver televisión. No puede recibir paquetes, ni nadie puede indagar por su salud ni conocer por qué está en un centro destinado a personas con problemas psíquicos, cuando ella no sufre de estos, y tampoco puede relacionarse con otros detenidos, en esa cárcel». Se ha confirmado por una pariente que su salud mental es buena, y por lo tanto es presumible que su aislamiento obedezca a métodos de tortura sicológica, hijos del profundo rencor que le tiene la Comunidad de Inteligencia estadounidense, para quien sin dudas es una traidora. Formalmente, lo es. A su Gobierno, a lo que perteneció ¿Quizás hasta a su país?

Vale citar un fragmento de su Declaración ante la Corte que la juzgó , para que cada quien concluya si traicionó, o no, a su patria: «Existe un proverbio italiano que quizás sea el que describe de la mejor forma en lo que yo creo: Todo el Mundo es un solo país. En ese ‘país mundial’ el principio de amar al prójimo tanto como se ama a uno mismo resulta una guía esencial para las relaciones armoniosas entre todos nuestros ‘países vecinos’… Este principio implica tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de actuar de los otros. El establece que nosotros tratemos a otras naciones en la forma en que deseamos ser tratados, con respeto y consideración. Es un principio que, desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba…Honorable, yo me involucré en la actividad que me ha traído ante usted porque obedecí mi conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político.»

Estados Unidos lleva su buen cuarto de siglo recibiendo aplastantes votaciones en su contra, en Naciones Unidas, por una política hacia Cuba que un anticomunista probado y confeso como Juan Pablo II (epd) calificó de «éticamente inaceptable». Si bien no por esos motivos, diría este periodista, el Presidente Obama reconoció el 17 de diciembre del 2014 el fracaso de esa política, y abrió junto con su homólogo cubano Raúl Castro un camino de esperanzas para ambos países. No exento de escollos, no exento de innobles intenciones. Para el 21 de marzo, será el primer Jefe de Estado norteamericano en visitar Cuba, desde 1928. Muchos esperan por, y mucho se espera, de su presencia en La Habana.

Ana Belén Montes, allá, en su ergástula, todo parece indicar que ni tendrá la oportunidad de ver por televisión esa histórica visita. Ella, la internacionalista cuyo ejemplo sólo se compara con el de los grandes generales mambises no nacidos en Cuba: Máximo Gómez, dominicano; o los norteamericanos Thomas Jordan o Henry Reeves, entre otros.

Ana Belén Montes, «mis campanas doblan por ti». Quiera Dios que muchas «campanas» en todo el mundo también lo hagan, comenzando por las del Palacio de la Revolución, en Cuba; comenzando por las de la prensa en la cual ejerzo un oficio, así descrito por José Martí: «no hay monarca como un periodista honrado».

PS: Mi gratitud al Profesor Douglas Calvo Gaínza, inspirador de este artículo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.