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Barak, la hoja de parra de Netanyahu

Fuentes: al-Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El recién nombrado primer ministro israelí Benyamin Netanyahu y el líder del Partido Laborista Ehud Barak han llegado a un acuerdo que allanará el camino para que el este último se una al gobierno dirigido por el Likud, que se espera que se dé a conocer la semana que viene.

Según este acuerdo, Barak seguirá siendo ministro de Defensa y su partido recibirá varias carteras de menor importancia entre las que se incluyen Agricultura, Infraestructuras, Industria, Comercio y Trabajo, y un ministerio sin cartera.

Políticamente el acuerdo estipula que Israel formulará un plan global para la paz y la cooperación en Oriente Medio, continuar con las conversaciones de paz con los palestinos y comprometerse con los acuerdos de paz ya firmados.

El acuerdo también habla de «actuar en contra de las construcciones ilegales árabes y judías» en Cisjordania, lo que sugiere que el próximo gobierno redoblará la virulenta práctica de demoler las casas palestinas. Desde que ocupó Cisjordania, Jerusalén este y Gaza en 1967 Israel ha demolido al menos 20.000 casas árabes bajo diversos pretextos. El gobierno también está planeando destruir cientos de casas en el ocupado Jerusalén este en lo que un dirigente palestino ha descrito como «decapitar la presencia demográfica árabe» en la ciudad. La Autoridad Palestina sigue esperando hacer de Jerusalén la capital de un futuro Estado palestino.

Los comentaristas israelíes argumentan que el acuerdo entre el Likud y el Partido Laborista es demasiado general para ofrecer una clara imagen de la exacta asociación entre ambos partido. Sin embargo, la «ambigüedad constructiva» podría dar a ambos la sensación de haber conseguido lo que querían.

Barak ha dicho muchas veces que él no se uniría a una coalición de derecha. Sin embargo, en los últimos días parece haber cambiado de opinión a pesar de la fuerte oposición que hay dentro de su partido a unirse a la coalición del Likud, que los observadores ya han calificado como el gobierno más de derecha de la historia de Israel.

El acuerdo entre Barak y Netanyahu no es definitivo ya que tiene que ser aprobado por la asamblea general del Partido Laborista que se reunirá para votar sobre ello.

Una sólida pluralidad, quizá una mayoría, dentro del Partido Laborista se opone firmemente a unirse a un gobierno dirigido por el Likud, por razones ideológicas y también porque muchos laboristas tradicionales consideran que el hecho de que Barak acepte «desempeñar un papel secundario» respecto a Netanyahu es una muestra de oportunismo barato. Esto, según calculan los dirigentes laboristas, perjudicarían gravemente la imagen del Partido Laborista como un partido progresista y futura alternativa a la demagogia de la derecha. El propio Barak solía condenar al Likud por representar al «capitalismo canallesco».

Ophir Pines-Paz es uno de los más fervientes oponentes de Barak y de cualquier acuerdo con el Likud. Afirma que lo único que hará Netanyahu será usar a Barak y a cualquiera que se una a él desde el Partido Laborista como «una mera hoja de parra» para desdibujar y ocultar la verdadera naturaleza del próximo gobierno.

«Es completamente natural que Barak quiera unirse al gobierno de Bibi-Lieberman», afirma Pines-Paz, el único ministro que abandonó el gobierno de Olmert cuando el dirigente de Yisrael Beiteinu, Avigdor Lieberman, se unió a él. «Él no tiene problema alguno con la ideología. Quizá puedan ustedes recordarme cuántos puestos de avanzada ha evacuado Barak hasta ahora y exactamente cómo acató el [informe] Talia Sasson sobre la expansión de los asentamientos», afirmó refiriéndose a un informe oficial del gobierno publicado el 8 de marzo 2005. Este informe, encargado por el ex-primer ministro Ariel Sharon, fue dirigido por el ex-director del Departamento de Acusación Criminal del Estado, Talia Sasson.

El 23 de marzo los oponentes a Barak dentro del Partido Laborista lo acusaron de » tratar de entregar el Partido Laborista a Yisrael Beiteinu» y de «actuar como si tuviera 50 escaños en el Knesset en vez de haber sufrido una derrota electoral».

Según el diario Haaretz, siete legisladores laboristas, incluyendo a Pines-Paz, enviaron una carta sin precedentes a Netanyahu y a su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, en la que declaraban que ellos no estarían vincualdos por el acuerdo alcanzado entre Barak y el dirigente del Likud. «Esta es la primera vez en la historia del Partido Laborista en la que el presidente ha establecido un equipo negociador sin que haya habido una discusión exhaustiva dentro del partido y sin obtener la aprobación de ninguno de sus órganos. Es una grave violación de la constitución del partido».

Los rebeldes también advirtieron a Netanyahu de las consecuencias de las acciones de Barak: «Debe usted saber que el equipo negociador establecido por la facción de Barak dentro del Partido Laborista no tiene nuestro respaldado ni el de ninguna de las partes oficiales autorizadas. Es muy desafortunado que el presidente del partido decida dirigir cuestiones del partido de esta manera. Dadas las circunstancias, debemos informarle de que no puede contar usted con nuestro apoyo en relación a ningún acuerdo al que pueda usted llegar con Ehud Barak».

Tratando de justificar su decisión de unirse al partido de Netanyahu, Barak dijo a sus compañeros legisladores del Partido Laborista que su participación en el gobierno garantizaría que éste no se escoraba demasiado hacia la derecha. Sin embargo, este argumento es considerado muy falso y carente de rectitud.

Barak ya ha demostrado que está de acuerdo con el Likud acerca de expandir los asentamientos. Bajo su autoridad como ministro de Defensa en el anterior gobierno, la expansión de los asentamientos en Cisjordania continuó imparable a pesar de los compromisos asumidos con los estadounidenses de congelar su expansión. Según el destacado periodista israelí Akiva Eldar, varios nuevos asentamiento recientemente creados se presentaron como «simplemente nuevos barrios de los asentamiento ya existentes». En algunos casos, los nuevos barrios está a más de 5 kilómetros del asentamiento del que se supone son barrios. «¿Quién quiere enviar a sus hijos a una guardería al otro lado del muro, por no mencionar los costes en infraestructuras y servicios?», preguntó Eldar.

Además, existen indicios de que Barak ya está tratando de atraerse el cariño de los partido de extrema derecha, como el partido de los colonos Habayt Hayahudi (Hogar Judío) así como del Shas y Judaísmo de la Torah Unida, antes conocido como Agudat Yisrael.

Su papel es claramente actuar como facilitador de los partidos fascistas y pro-colonos para «blanquear» sus manifiestamente ilegales asentamientos (ilegales incluso para los criterios israelíes) construidos sobre tierra palestina robada.

La semana pasada, Barak, en tanto que ministro de Defensa, decidió legalizar el nuevo asentamiento de Sansana al sur de las colinas de Hebrón que hasta los tribunales israelíes había declarado ilegal. De manera parecida se negó a ratificar una orden de desmantelamiento de casas construidas sobre tierra palestina robada en el asentamiento de Ofra al norte de Cisjordania.

A la luz de todo esto, no es difícil predecir cómo va a funcionar el gobierno Netanyahu-Lieberman-Barak respaldado por paridos de colonos y religiosos extremos.

Usando las palabras de un periodista israelí, el próximo gobierno tendrá un modus operandi basado en el engaño, el subterfugio y la prevaricación. «Será un gobierno que afirmará estar comprometido con la paz mientras que en realidad hace todo lo posible para hacer que la paz sea tan difícil de alcanzar y distante como siempre».

Enlace con el original: http://weekly.ahram.org.eg/2009/940/re101.htm