Bernie Sanders está aumentando la discusión sobre el socialismo, pero ¿qué significa realmente para la política progresista en los EE.UU.?
Mientras hay muchos puntos de vista de cómo se presenta y si se apoya la campaña de Bernie Sanders para ser candidato presidencial por el Partido Demócrata, una cosa que la campaña ha generado es una discusión sobre el socialismo en los Estados Unidos.
Sí, puede que sea poco probable que Sanders gane la nominación. En las encuestas nacionales para las primarias, Hillary Clinton, la favorita, no baja del 50 por ciento desde abril. Bernie Sanders no ha superado el 25 por ciento desde junio de 2014.
Sin embargo, encuestas recientes parecen sugerir un apoyo creciente a Sanders, particularmente en el caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire. Independientemente de los resultados, sin embargo, su oferta a la candidatura ha dado lugar a un debate en torno al socialismo.
Bloomberg describe a Sanders como socialista, al igual que el Wall Street Journal, The Washington Post, y MSNBC, entre otros. Y los medios de comunicación no siempre usan el término «socialista» negativamente, sino a menudo sólo como una descripción. Este lado más suave del «socialismo» choca con el uso ferozmente negativo de la palabra por el ala de la derecha.
¿Pero es el socialismo una idea que está de vuelta en el radar de la opinión pública estadounidense?
En 1912, Eugene V. Debs se postuló a la presidencia por el Partido Socialista de América. Consiguió un 6 por ciento de los votos. Según el libro de Donald F. Busky «Socialismo Democrático: Un Estudio Global», los estadounidenses eligieron a «1.039 afiliados cotizantes [del Partido Socialista de América] para los cargos públicos, entre ellos un congresista, Victor Berger, cincuenta y seis alcaldes y numerosos legisladores estatales y concejales locales».
En 1920, Debs se postuló a la presidencia desde la prisión (después de que fue condenado a ocho años bajo la Ley de Espionaje por presuntamente dar un discurso contra la guerra). Incluso en la cárcel recibió más de 900 mil votos. Esto no puede parecer mucho, pero como se dijo en el discurso de apertura en la Convención del Partido Socialista de ese año: «…
En 1916, Woodrow Wilson se presentó como un «radical». Él prometió prácticamente el socialismo a través del acceso directo del Partido Demócrata. La mitad de los seguidores normales del Partido Socialista emitieron sus votos por él. Woodrow Wilson fue elegido sobre Charles E. Hughes por el voto de los socialistas. Sólo en California, la deserción en el voto socialista determinó su victoria en la contienda presidencial».
¿Estamos viendo un resurgimiento de la popularidad del socialismo? ¿Cien años más tarde, podríamos elegir a un presidente socialista de verdad? Estamos lejos de ahí.
En primer lugar, el «socialismo» significa algo diferente hoy de lo que significó en 1920 – al menos para el público en general. Sanders – un socialista democrático como se describe a sí mismo – tenía esto que decir acerca de la economía:
«Si somos realmente serios acerca de revertir el declive de la clase media, necesitamos un importante programa de empleos federales que ponga a millones de estadounidenses a trabajar en empleos bien remunerados y decentes. En un momento en que nuestras carreteras, puentes, sistemas de agua, ferrocarriles y aeropuertos están deteriorándose, la forma más eficaz para crear rápidamente empleos significativos es reconstruir nuestra infraestructura en ruinas».
Esto es lo que el Partido Socialista de América tenía que decir en su plataforma de 1920: «El Partido Socialista de los Estados Unidos exige que el país y su riqueza dejen de canjearse desde el control de los intereses privados y sean entregados a las personas para ser administrados en beneficio de la igualdad de todos».
Los tiempos han cambiado. Después de censuras a través de la legislación y la represión contra los socialistas, la palabra socialismo ha adquirido un nuevo significado. Hoy el socialismo se ha reconstruido en el sentido de un estado de bienestar en el que los servicios básicos, como la sanidad, la educación y las pensiones operan a través del gobierno. Otros han señalado que tales estados de bienestar en Europa no crecen fuera de los proyectos socialistas sino a través de los gobernantes conservadores, sobre todo en Alemania bajo el gobierno de Bismarck. En el Reino Unido, no fue el izquierdista, sindicalista Partido Laborista que desarrolló un Estado de bienestar, sino el Partido Liberal, más de centro.
En cierto sentido, el socialismo se ha convertido en algo totalmente diferente.
Pero ¿qué pasa con esta versión moderada del socialismo? ¿Cómo se sienten los estadounidenses al respecto?
En 2010, una encuesta de Gallup encontró que sólo el 36 por ciento de los estadounidenses tenía una visión positiva de la palabra socialismo, en comparación con el 58 por ciento que lo vieron negativamente. Si bien la mayoría de los demócratas que se inclinan hacia el partido democrático, veían el término positivamente (53 por ciento contra 41 por ciento), los republicanos y los que se inclinan hacia el partido republicano tenían una aversión fuerte al mismo (el 79 por ciento lo veía negativamente).
En 2011, un estudio de Pew Research encontró pocos cambios en los resultados. De hecho, el socialismo era visto como algo negativo por más personas que los términos libertario o capitalismo. Curiosamente, los grupos que vieron el término socialismo más positivamente que negativamente de los encuestados y entrevistados, fueron negros no hispanos, entre 18-29 años de edad.
Más recientemente, Gallup preguntó a los estadounidenses lo siguiente: «¿Si su partido nominara a una persona, generalmente bien calificada para el cargo de presidente que fuera socialista, votaría usted por esa persona»?
Quizás sorprendentemente, el 47 por ciento dijo que sí (aunque el 50 por ciento dijo que no). Esta es una estadística interesante. En primer lugar, hay que señalar que cuando se les preguntó si iban a votar a favor de un ateo, musulmán, gay o lesbiana, una mayoría de los encuestados dijo que votarían por ellos. Socialista fue el único candidato que obtuvo más votos negativos que afirmativos. Esto tiene sentido ya que socialista no es una cuestión de identidad, sino de ideología política.
Cuando la estadística se distribuyó entre pro-demócratas y pro-republicanos, vimos una distinción entre las respuestas por el sí. Cincuenta y nueve por ciento de los demócratas votarían por un candidato socialista bien calificado y respaldado por su partido, mientras que sólo el 26 por ciento de los republicanos dijo que sí. Para los independientes fue del 49 por ciento. Estas fueron las puntuaciones más bajas en las tres categorías de los partidos políticos.
Pero cuando nos fijamos en la distribución por grupos de edad volvemos a ver algunas cifras prometedoras. Mientras que de 30 a 49 años de edad estaban 50 a 50 sobre la cuestión de votar por un presidente socialista (con los votantes de más edad mucho menos dispuestos), 69 por ciento de las personas entre 18 a 29 años votarían por un candidato socialista. Eso es más de dos tercios de los jóvenes.
Puede haber esperanza en los jóvenes votantes, pero ¿qué pasa con otras personas que no están interesados en el socialismo? Para algunos, incluso el 47 por ciento es prometedor, pero dada la gran parte de estadounidenses que ven el término negativamente, tal vez vale la pena considerar abandonar la etiqueta y apegarse más a los temas. Estos pueden ser temas populares y que promuevan el desarrollo de políticas socialistas.
Las encuestas de opinión han encontrado que los estadounidenses favorecieron los aumentos de salario mínimo, que el gobierno emplee a más personas, más impuestos sobre los ricos y las corporaciones con el fin de reducir la desigualdad, el aumento de la participación del gobierno en la educación, y un papel gubernamental más importante en la prestación de atención de salud (aunque una mayoría de los estadounidenses está a favor que el gobierno proporcione asistencia sanitaria para todo el mundo).
Mientras que los partidarios de un estado solidario todavía tienen mucho trabajo por hacer para convencer al público estadounidense de las virtudes de muchos programas gubernamentales igualitarios que ayudan a los pobres, promueven igualdad, aumentan los salarios y proporcionan una red de seguridad en general, el público parece favorecer políticas socialistas sobre la etiqueta socialista.
Incluso para los partidarios de más programas progresistas, dejar de lado la etiqueta socialista también puede ser una ventaja en la superación de la idea errónea sobre lo que significa el término (junto con sus connotaciones negativas). ¿Qué etiqueta debe tomar su lugar? Eso lo voy a dejar para que usted decida.
Eugene Nulman (eugenenulman) es un profesor de Sociología en la Universidad de Birmingham, donde investiga los movimientos sociales y sus resultados. Él es el autor del próximo libro Cambio Climático y Movimientos Sociales: La sociedad civil y el Desarrollo de la Política Nacional de Cambio Climático y es miembro de la Organización Internacional para una Sociedad Participativa (IOPS).