El movimiento social derechista que logró movilizar a millones de votantes para relegir a George W. Bush tomó la ofensiva para promover la privatización del seguro social, prohibir el aborto y desmantelar programas sociales federales mediante reducciones masivas de impuestos. «Ahora viene la revolución», advirtió el líder ultraconservador Richard Viguerie, pie-za clave en la organización […]
«Ahora viene la revolución», advirtió el líder ultraconservador Richard Viguerie, pie-za clave en la organización de redes conservadoras de millones de votantes en favor de causas derechistas. En discurso, divulgado primero por el New York Times, Viguerie dijo que ahora Bush tendrá que avanzar rápidamente para consolidar su base política, ampliar la agenda conservadora en la política doméstica y en la exterior.
James Dobson, dirigente de la organización Focus on the Family (Enfoque en la familia), de 4 millones de miembros, dijo que ya es posible cambiar la composición de la Suprema Corte para lograr la prohibición del aborto en los próximos cuatro años.
Bush no mencionó hoy la prohibición del aborto, pero en su primera conferencia de prensa poselectoral reveló una agresiva agenda política que incluye la privatización del seguro social, reformar el código tributario e intensificar la guerra en Irak.
Cuando los periodistas le preguntaron si le preocupaba la percepción de que su gobierno favorece a los grandes empresarios y los ricos, respondió que éstos son los que generan empleo y crecimiento económico para todos los demás.
Aunque en su discurso en que aceptaba el triunfo del martes habló de tratar de superar las divisiones nacionales y buscar mayor cooperación con los demócratas, y también con otros países, hoy ofreció pocas pruebas de estar dispuesto a negociar acuerdos.
«He tomado decisiones muy difíciles… para protegernos… para promover la paz y la libertad. Entiendo que en ciertas capitales, en ciertos países, esas decisiones no fueron populares», dijo Bush en su conferencia de prensa en la Casa Blanca. «Pero tomé las decisiones que tomé para proteger, primero y ante todo, a nuestro país. Continuaré haciendo eso como presidente».
Advirtió que la decisión de atacar no só-lo a los enemigos de Estados Unidos sino también a los países que los albergan no fue bien recibida por algunos en la comunidad internacional, pero subrayó que continuará con la guerra en Irak y con el objetivo neoconservador de crear democracias pro estadunidenses en Medio Oriente.
Estas declaraciones seguramente complacieron a los simpatizantes conservadores del presidente. «Liberales, muchos en los medios y dentro del Partido Republicano, están instando al presidente a unificar a nuestro país al desechar aliados que le dieron otros cuatro años», declaró Viguerie.
«No se equivoquen, los cristianos conservadores y votantes por los valores ganaron esta elección para George W. Bush (…) Es crítico que no se le olvide esto al liderazgo republicano, como tantos intentan».
El presidente tardó menos de 24 horas para abandonar su retórica de reconciliación con los demócratas y otros opositores.
«Buscaré trabajar con todos que compartan nuestros objetivos», dijo. Pero agregó: «gané capital en la campaña, capital político, y ahora tengo la intención de gastarlo. Ese es mi estilo. Eso es lo que ocurrió en… después de la elección de 2000. Gané capital, y he ganado capital en esta elección, y lo voy a gastar en lo que le dije a la gente… lo cual es, han escuchado la agenda: reforma del seguro social y de la tributación, promover esta economía, educación, luchando y ga-nando la guerra contra el terror».
Los simpatizantes conservadores de este gobierno se han movilizado para promover esta agenda. Dobson, cuyo grupo Focus on the Family dice haber empadronado a un millón de votantes antes de la elección, de-claró al New York Times que Estados Unidos ha estado al borde de la autodestrucción, pero «Dios nos ha dado alivio temporal».
Con mayoría republicana ampliada en el Senado, Bush debería tener la posibilidad de promover una enmienda constitucional prohibiendo el matrimonio gay, afirmó. Dobson dijo que su imperio de bases tiene la intención de trabajar agresivamente ahora por una prohibición del aborto.
Se espera que por lo menos dos de los nueve jueces de la Suprema Corte se jubilen en los próximos cuatro años, y los conservadores harán todo lo posible para que Bush nombre a jueces dispuestos de revertir el fallo conocido como «Roe contra Wade», que permite el aborto en el país.
La mayoría republicana de 54 contra 45 en el Senado, que ratifica a los jueces de la Suprema Corte, podría facilitar ese objetivo. «Creo que es posibilidad real», dijo el senador Sam Brownback al Times.
Pero otros republicanos no están tan se-guros y hoy el senador Arlen Specter, de Pennsylvania -quien se espera será presidente del Comité Judicial de la Cámara alta-, advirtió al presidente que votaría en contra de cualquier juez nominado a la Suprema Corte que sea militantemente antiaborto.
Jerry Falwell, reverendo ultraconservador, señaló que el asunto de la Suprema Cor-te es prioridad. «Estamos esperanzados en que en los próximos cuatro años el presidente tendrá oportunidad de nombrar a dos, tres, cuatro nuevos jueces a la Suprema Corte».
Pero el movimiento conservador de este país no está unificado. Aunque los conservadores cristianos probablemente tienen un movimiento de base más fuerte que otras partes de esta coalición, agrupaciones em-presariales y libertarios interesados más en reducir el déficit del presupuesto y el ta-maño de la burocracia federal también estarán presionando a la Casa Blanca.
«Los conservadores sociales son parte importante de la base, pero no son suficientes por sí solos», indicó Grover Norquist, presidente de la organización conservadora Americans for Tax Reform.
Norquist y otros conservadores tradicionales han estado preocupados por el crecimiento de la burocracia federal bajo Bush: la fuerza de trabajo federal es ahora más grande que en cualquier otro momento des-de la Segunda Guerra Mundial.
Pero también creen que el creciente déficit en el presupuesto limitará el gasto federal a tal grado que obligará al Congreso y al presidente a aceptar la propuesta de privatizar el seguro social, y finalmente reducir la burocracia federal al desincorporar amplios segmentos del gobierno.
En la conferencia de prensa de hoy, el presidente dijo que una prioridad inmediata será promover una legislación para trasladar el control del programa federal de seguridad social a manos del sector privado.
Los conservadores creen que aunque Bush acaba de ganar la relección tiene que lanzar su campaña para promover la agenda conservadora lo más pronto posible, a fin de lograr lo máximo antes que comience el próximo ciclo electoral.
«Si no se implementa una agenda conservadora ahora, ¿cuándo?», preguntó Richard Viguerie.