Recomiendo:
0

Bush y la Iglesia

Fuentes: Fusión

Los obispos católicos de EE.UU piden el voto para Bush. Alegan, como razones fundamentales, el matrimonio homosexual, el divorcio, el aborto, temas con los que Bush no está de acuerdo y Kerry parece ser que sí.Los obispos católicos de EE.UU, como suelen hacer los de España y los de todas partes, tratan de influir en […]

Los obispos católicos de EE.UU piden el voto para Bush. Alegan, como razones fundamentales, el matrimonio homosexual, el divorcio, el aborto, temas con los que Bush no está de acuerdo y Kerry parece ser que sí.
Los obispos católicos de EE.UU, como suelen hacer los de España y los de todas partes, tratan de influir en la campaña electoral utilizando sus argumentos «espirituales», sus razones éticas, y dejando caer de paso una velada amenaza y una descarada condena que flotará sobre las conciencias de los católicos votantes a la hora de tomar su decisión en las urnas.
A los obispos católicos de los EE.UU no les importa que su país esté inmerso en una guerra ilegal inventada por su «salvador» Bush. No les importa que se estén destrozando niños, que se estén vejando prisioneros, violando mujeres, condenando al terror, al dolor, al hambre y a la enfermedad a millones de iraquíes en nombre de una falsa libertad.
Para los obispos católicos de los EE.UU es más inmoral que una pareja de homosexuales se unan en matrimonio que el hecho de que su presidente, para quien ellos reclaman el voto, haya mentido a todos inventando razones para invadir Irak.
Tampoco tienen en cuenta que ellos no están moralmente capacitados para hacer una llamada a la conciencia de los votantes, puesto que aún colean sus desvaríos pederastas, sus intentos de tapar sus escándalos sexuales, sus contenciosos con la justicia americana.
Pero todo ello es la gran contradicción de la Iglesia católica y sus adeptos. Se han forjado una espiritualidad muy ancha, a su medida, donde los valores éticos están en función de a quienes se apliquen, donde diferentes raseros miden las conciencias y los actos según convenga a la cúpula católica y, en último caso, al Vaticano.
Apoyar a Bush, al igual que hicieron en numerosas ocasiones con gobiernos fascistas y gobernantes asesinos, es la penúltima gran cagada de una Iglesia que se aferra al extremismo como única solución a su supervivencia, porque quien más quien menos es consciente de que el ocaso de la gran ramera ha llegado, de que su autoridad moral se ha agotado y también de que el «dios» al que dicen representar es un «dios» partidista, alejado de las verdaderas necesidades de los pueblos, oportunista y sin conciencia. Nada parecido al Padre que Jesús tanto nombró y al que obedeció hasta la muerte en la cruz.
No deja de ser sintomático que Bush, a quien los obispos católicos aconsejan votar, sea llamado Satán por los pueblos árabes, por aquellos a quien pisoteó y desposeyó de vida y dignidad, por aquellos a los que amenaza.
«Por sus hechos les conoceréis», dijo Jesús. Pero no se refería sólo a los paranoicos como Bush, sino también a los que buscan cobijo en el poder, a los que desprecian la vida por poder, a los que engañan y roban por poder, a los que se esconden en las religiones para abusar del poder que estas les conceden.
Pero, todos ellos juntos no pueden detener lo que está en marcha, porque todo ese poder que tanto anhelan es sólo una pálida sombra del verdadero Poder que pondrá las cosas en su sitio, a cada cual donde le corresponde.
Quien tenga los ojos abiertos verá que algo se está moviendo entre los ciudadanos del mundo. El Pueblo Universal está creciendo y su voz está sonando cada día con más fuerza.
Las mentiras políticas y religiosas ya no pasan desapercibidas para los ciudadanos. Otro lenguaje está naciendo, otras leyes naturales se están imponiendo.
¿Piensa la Iglesia, o los gobernantes «iluminados» afines a ella, que van a poder detener el curso de los acontecimientos? ¿Piensan que van a poder seguir dominando con engaños y terror al mundo? ¿Piensan que no van a pagar por todo lo que hicieron y hacen de daño físico y moral a la humanidad?
Si es así, es que están ciegos y sordos. Pero, en cualquier caso, no tiene importancia. Son sólo hombres, marionetas del poder, instrumentos para mostrar lo que no es, lo que no conduce a nada.
Los obispos católicos de los EE.UU piden, reclaman, exigen a sus fieles el voto para Bush. Más les valdría a los fieles meditar bien su voto, porque la historia no miente, y quien sabe leer en la historia encuentra las respuestas para poder asomarse al futuro y prever acontecimientos.
Hitler embaucó al pueblo alemán con promesas de gloria, de grandeza sin límites. Pero al pueblo alemán le quedó sólo la destrucción, el dolor y el odio de los demás por sus genocidios.
¿Será mañana un genocidio lo que hoy es, para Bush y sus obispos, una guerra justa en Irak? ¿Es tan difícil comprender que la vida gira, se mueve, da vueltas y acaba colocando lo auténtico en su sitio y lo inútil en la basura?
No me gustaría estar en la piel de esos y otros obispos cuando la Justicia Superior someta a juicio a su Iglesia y a sus actos.
Y, eso sí, no podrán alegar ignorancia. Saben muy bien lo que hacen y por qué lo hacen.
Miguel Coppa es Director Revista Fusión