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Cambio climático y el negacionismo interesado

Fuentes: Rebelión

Que nos encontramos ya en un proceso de cambio climático es evidente. Los fenómenos atmosféricos son cada vez más frecuentes e intensos. Los escenarios de futuro son preocupantes. El impacto del cambio climático irá en aumento sobre la gran mayoría de los sectores productivos como el turismo, la agricultura y la producción de alimentos. También […]

Que nos encontramos ya en un proceso de cambio climático es evidente. Los fenómenos atmosféricos son cada vez más frecuentes e intensos. Los escenarios de futuro son preocupantes. El impacto del cambio climático irá en aumento sobre la gran mayoría de los sectores productivos como el turismo, la agricultura y la producción de alimentos. También se nota de forma especial en los seres humanos y el resto de seres vivos.

El cambio climático es un mal de nuestro tiempo y sus consecuencias pueden ser devastadoras si no reducimos drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, los impactos del cambio climático ya son perceptibles: el aumento de la temperatura global en 2016 fue de 1,1 grados, el mayor de la historia de la humanidad; la subida del nivel del mar; el progresivo deshielo de las masas glaciares, como el Ártico; daños en las cosechas y en la producción alimentaria; las sequías; los riesgos en la salud; los fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas y huracanes y los mega-incendios.

El cambio climático altera la magnitud de las inundaciones en Europa. Un equipo internacional ha demostrado, por primera vez, que la crisis climática está modificando la magnitud de las inundaciones a escala europea. Las inundaciones causan numerosos daños económicos y humanos. Por ejemplo, en todo el mundo, se estima que el daño anual por inundaciones es de más de 90.000 millones de euros. Además, esta cifra se espera que continúe aumentando debido al crecimiento económico, los procesos de urbanización y el cambio climático.

La Gran Barrera de Coral de Australia, el mayor arrecife del mundo, que se extiende por más 2.300 kilómetros y alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 de moluscos, está a punto de desaparecer por el calentamiento global. La situación es muy grave. El informe de la Autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral, alerta que el estado de los arrecifes se ha deteriorado causando una pérdida y una degradación generalizada del hábitat que afecta a todo el mundo submarino.

Aunque la mayoría de los científicos no duda del cambio climático, otros no creen en él o niegan que se deba a la acción humana. Oímos decir a los que niegan la realidad, que el cambio climático es un engaño, que no es provocado por el hombre. Aunque los argumentos de los negacionistas del cambio climático siempre fueron débiles, ahora, las evidencias ponen al descubierto sus intereses y en ridículo sus tesis.

En el año 2007 Mariano Rajoy, que entonces era sólo presidente del PP, no creía en el cambio climático, porque un primo suyo, que era catedrático de Física en la Universidad de Sevilla, le había dicho que no era posible predecir «ni el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla«. Dijo entonces que sobre el asunto del que la hablaban había que estar atentos como si las emisiones de CO2 fueran ofertas del Black Friday, porque «el cambio climático tampoco lo podemos convertir en el gran problema mundial».

Ahora en España los negacionistas climáticos son los mismos que niegan que exista violencia contra las mujeres. La llaman intrafamiliar para enfatizar el ámbito en el que se produce por encima del género de la víctima. Los negacionistas emplean resortes parecidos en muchos ámbitos para cuestionar una realidad aceptada, como negar el Holocausto y la existencia de los campos de exterminio nazis y al nazismo mismo. Hoy Trump, es un negacionista climático peligroso, que gobierna la democracia más poderosa del mundo y un Bolsonaro, con su negación, pone en peligro la Amazonia.

Un nuevo estudio desmonta los argumentos de los negacionistas del cambio climático. El clima de los últimos dos mil años no ha registrado un cambio global de las temperaturas como el que se se está experimentando. El estudio publicado en la revista Nature, desarma los argumentos de quienes consideran que los cambios del clima actuales ya han ocurrido en momentos la historia y no corresponden a un cambio climático. Los acontecimientos de la llamada «pequeña edad de hielo» del siglo XVII sucedieron, pero «no a escala global y al mismo tiempo en todo el mundo», como el proceso global que ocurre ahora.

La problemática ambiental contemporánea es resultado de las prácticas políticas y económicas dominantes. En este sentido, dar respuesta a la destrucción ambiental en general y al cambio climático en particular, conlleva un reto a la misma base del sistema socioeconómico. A su vez, la percepción de que el cambio climático pone en entredicho al propio sistema puede estimular respuestas defensivas. La tendencia a la justificación del sistema parece guardar una relación estrecha con la defensa de intereses particulares, que se ven favorecidos por el sistema y tienden a implicarse en su justificación de forma más entusiasta que aquellos que no son favorecidos.

Pese a toda negación, las altas temperaturas son el síntoma más palpable del cambio climático, pero existen muchos otros que no se aprecian a simple vista aunque son igual de dañinos: los ríos se secan, las playas desaparecen, los campos de cultivo ya no soportan las elevadas temperaturas y falta de agua. A la vez, las ciudades se resienten, y algunas viven bajo la amenaza de quedar sumergidas con la subida del nivel del mar. Suena alarmante pero lo cierto es que la realidad ya está demostrando que el cambio climático es real y estamos escribiendo juntos el futuro de la Tierra. La huella ecológica de nuestro paso por la Tierra es ya muy profunda. Según Planeta Vivo 2016 (Fondo Mundial para la Naturaleza -WWF), los países con más huella ecológica son China, EEUU e India, mientras que los que tienen una huella ecológica superior per cápita son Luxemburgo, Australia y EEUU. España ocupa el puesto 22 del ranking mundial.

Para Greenpeace, estamos viendo un despertar de las personas que no están dispuestas a admitir que la inexorable tendencia del calentamiento global se consolide y perpetúe mientras quienes lo han provocado no modifican sus actividades y quienes tienen la responsabilidad de decidir siguen anteponiendo otros intereses. Bajo el lema «Fridays for Future» más de un millón de estudiantes siguen el ejemplo de la activista climática sueca Greta Thunberg, quien con su testimonio valiente y decidido inspiró este movimiento para exigir medidas inmediatas contra el cambio climático (La ONU recibe con honores a la activista sueca Greta Thunberg a su llegada a Nueva York).

Las movilizaciones están forzando que parlamentos y gobiernos declaren el estado de «emergencia climática». Ya lo han hecho el Parlamento británico y el irlandés o gobiernos como el escocés. Precisamente, el Gobierno de Canarias ha aprobado en estos días la declaración de emergencia climática con el propósito de agilizar la ley canaria de cambio climático, que pretende alcanzar el pleno autoconsumo eléctrico con energías renovables. También el Gobern de Catalunya ha declarado la emergencia. Finlandia va a descarbonizar completamente su economía para 2035, y Dinamarca va a reducir sus emisiones en un 70% en 2030, respecto a 1990.

Greenpeace propone: La UE debe llevar sus emisiones netas a cero en 2040; el sistema energético completo debe ser 100% renovable lo antes posible; hay que dejar de quemar carbón con urgencia; el sector del transporte debe dar un volantazo; hace falta un marco jurídico estable que recoja todos estos objetivos y que garantice su cumplimiento. Para ello debe aprobarse cuanto antes una Ley de Cambio Climático y Transición Energética contundente y elevar la ambición del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que España tiene que aprobar este año para cumplir con las directivas europeas.

Según Naciones Unidas, el cambio climático es el mayor desafío de nuestro tiempo y nos encontramos en un momento decisivo. Desde pautas meteorológicas cambiantes, que amenazan la producción de alimentos, hasta el aumento del nivel del mar, que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas. Los efectos del cambio climático son de alcance mundial y de una escala sin precedentes. El 20 de septiembre, la ONU ha convocado la Cumbre sobre Cambio Climático, en la que se reunirán líderes del mundo, sector privado y sociedad civil, donde se pretende aumentar compromisos de acción climática, así como hacer que los flujos de financiación públicos y privados estén en consonancia con las vías a favor de unas emisiones bajas de gases de efecto invernadero; y la transición hacia la energía renovable.

El sector energético, debido a su uso de energías sucias −petróleo, carbón y gas− es uno de los mayores contribuidores al calentamiento global. En España, las grandes eléctricas −Endesa, Iberdrola y Gas Natural Fenosa Naturgy− siguen apostando por una energía contaminante en la que no tienen cabida las renovables. La revolución energética en manos de la ciudadanía es el camino. Frente a la emergencia del cambio climático hace falta aumentar la ambición y pasar a la acción de forma urgente. EQUO, va a llevar a cabo diferentes iniciativas para conseguir la Declaración de estado de emergencia climática. Una de las primeras se llevará en el Congreso de los Diputados a través del grupo confederal Unidas Podemos, porque «es necesaria una acción política decidida en el Parlamento para luchar contra el cambio climático».

La Emergencia Climática alerta de los enormes riesgos para la sociedad humana ante los desequilibrios globales que ella misma ha implantado en un erróneo modelo productivo y de consumo. El Cambio Climático es la respuesta a este modelo fallido en el que se persiste. Un nuevo movimiento emerge, la Plataforma Rebelión Por El Clima 2020 donde se asume que la respuesta institucional es insuficiente ante la gravedad de la realidad y que es necesario ir más allá para lo que es necesaria una amplia movilización social. El punto y señal de partida será la Huelga Mundial por el clima convocada el próximo 27 de septiembre, además de multitud de actuaciones de más de 100 organizaciones que conforman esa Plataforma ciudadana.

Cada vez más organizaciones y movimientos sociales exigen medidas contundentes frente a la emergencia climática. El próximo Gobierno debe actuar con firmeza, sin ceder antes los intereses de las grandes corporaciones que hacen su negocio a costa de contaminar el aire, afectando a la calidad de vida de la gente. El cambio climático constituye la mayor amenaza medioambiental a la que se enfrenta la humanidad. No hay tiempo que perder. Toca perturbar, incomodar, alertar, despertar y actuar.

@caval100

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.