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Carlos Palomino.»Esta pared no la tocan…»

Fuentes: Rebelión

El sábado 14 de diciembre en la plaza de Legazpi de Madrid tuvo lugar una concentración donde como en todas las movilizaciones habidas en este último mes, se acudió con la rabia y el dolor continuados por el asesinato del joven antifascista Carlos Javier Palomino a manos de un neonazi, soldado profesional, e integrante de […]

El sábado 14 de diciembre en la plaza de Legazpi de Madrid tuvo lugar una concentración donde como en todas las movilizaciones habidas en este último mes, se acudió con la rabia y el dolor continuados por el asesinato del joven antifascista Carlos Javier Palomino a manos de un neonazi, soldado profesional, e integrante de Democracia Nacional. Este crimen zarandeó conciencias, e impulsó movilizaciones en diversas ciudades del estado español (Barcelona, Cáceres, Salamanca, Bilbao, Zaragoza, Córdoba, León, Navarra, Granada, Galicia, Sevilla, Valencia, Málaga, Valladolid, Murcia, Alicante, Santander, Palma, Gijón, Vigo…), e incluso en las de otros países, como Londres, Praga y Berlín.

No es posible realizar una valoración política como de si de otros hechos se tratara, sin estar atravesada por el machete que ha establecido un antes y un después en este maldito 2007. La respuesta, la rabia, el odio genuino al fascismo salió a la calle, Carlos nos mostró la calle, como a él le mostrara la calle la manifestación racista de Democracia Nacional. Y la respuesta era una suma, era un sentimiento colectivo, reforzado en esa necesaria -y ansiada- fraternidad en un contexto de notable hostigamiento y represión policial (como la concentración en Puerta del Sol del 17 de noviembre y, especialmente, la manifestación del 24 en Atocha, Embajadores y Legazpi)

Y, como en tiempos pasados, las asociaciones de vecinos convocaron de forma activa, tanto participando como impulsando movilizaciones en distintos barrios, Vallekas, Usera y Carabanchel-Latina; un hecho especialmente relevante es este engarce en la medida en que ha permitido conjuntar la solidaridad y el compromiso antifascista más allá de los límites -a veces en exceso impermeables- de las organizaciones que integran el movimiento antifascista.

Este andar reunido frente al Tánatos extendido porque las continuas movilizaciones ha permitido visibilizar el fenómeno del racismo, la xenofobia y las embestidas fascistas, que ha cobrado creciente auge en los últimos años. Lamentablemente no hemos podido dejar de anotar en cada número de Codo a Codo las agresiones que prácticamente se han sucedido a lo largo de todo el año, tanto en lugares señalados como el intercambiador de Moncloa, en Alcalá, en Pozuelo, en…, las bandas nazis atacan a los jóvenes de izquierda, a los inmigrantes, con el objetivo inequívoco de implantar el miedo, la paralización, establecer el terror a golpes, golpizas, palizas, puños de hierro… y machetes. Y todo esto con el empuje artero por parte del Partido Popular, por los medios de comunicación de derecha, por los popes de la iglesia y también por la aséptica y desentendida calificación que se trata de enfrentamientos entre bandas, «cuestión de tribus», pretendiendo -logrando más de una vez- extender el pensamiento en la opinión pública que se trata de grupúsculos violentos y descontrolados, induciendo a desvirtuar la decidida resistencia y lucha de jóvenes antifascistas, de jóvenes dignos y solidarios, como Carlos, que se oponen decidida y arriesgadamente al avance del racismo y del fascismo.

El enfoque de la mayoría de los grandes medios de comunicación que -casi inmediatamente tras el asesinato de Carlos– procedieron a apuntalar y extender el discurso de los dos demonios entre la opinión pública, equiparando la violencia asesina de los neonazis con la respuesta ejercida en las calles por el movimiento antifascista. Un discurso al que se suma la minimización que estos años ha venido ejercido el gobierno de Zapatero del rebrotar del neofascismo en los últimos años en el estado español -con especial virulencia en territorios como el País Valenciano, Catalunya y Madrid- y que, en la práctica, ha contribuido a reforzar la impunidad de los nazis.

Porque tal como lo venimos viviendo con angustia, el clima de prejuicios y de rechazo con el otro y el diferente, pudiendo ser marroquí, o subsahariano, o latinoamericano… imprimiendo la inseguridad, el miedo, con que el capitalismo «advierte» como los enemigos de los sectores populares, donde crece y se potencia el fascismo. La derecha dirige la animadversión, la nada que depara la visión de futuro de los sectores populares, contra los inmigrantes que trabajan en este estado y que han reanimado el estado de bienestar reforzando los dispositivos de protección social.

Ahora bien, y lamentablemente, cercenaríamos la realidad si nos quedasemos exclusivamente con una valoración positiva, que soslayace la necesaria reflexión crítica sobre algunos aspectos de este proceso que consideramos especialmente negativos para el reforzamiento del antifascismo en Madrid.

Un primer elemento concierne a la división que ha vuelto a manar en el movimiento una vez superada la unidad ejercida en la semana siguiente al asesinato de Carlos (y que tuvo su reflejo más palpable en la demostración de desobediencia civil ejercida en la concentración de la Puerta del Sol el mismo día del crimen). Un movimiento que, venía de una situación de grave fractura debido a la división generada por la convocatoria de la manifestación del 20-N en el año 2006.

En este sentido, queríamos haber sido más ingenuos y pensar que esta unidad temporal con un profundo trasfondo emocional, podía trascender, pero hemos vuelto a permitir todos la rapidez con la que las fronteras ideológicas y las rencillas y desconfianzas personales o grupales han vuelto a agrandar una vez más la distancia que separa a las distintas organizaciones que se reclaman del antifascismo.

No podemos obviar la vergonzosa actitud adoptada por la izquierda institucional integrada en el Foro Social de Madrid, y que se puso de relieve en la concentración del lunes 12 de octubre -con un lema como el de «Paz» que no tenía nada que ver con el asesinato de Carlos– y, especialmente, con la desconvocatoria de la manifestación prevista para el día 2 de noviembre con el argumento del atentado de ETA. En este sentido, reconociendo la participación de militantes de base en las distintas movilizaciones, la conducta del FSM ha vuelto a reflejar una vez más, como tantas veces antaño, su renuncia a traspasar los límites establecidos por el discurso gubernamental.

Es obligado concluir, por último, sumándonos a la denuncia pública de la actitud adoptada por la delegada del gobierno en Madrid (rememorando los tiempos de Anzúategui) que ordenó la ilegalización de la manifestación del 24 de noviembre que había sido autorizada en primera instancia- y la violenta represión policial de tod@s l@s militantes que, a pesar de ello, estuvimos ese día en la calle recordando y homenajeando a Carlos. Actitud que contrasta con la tolerancia expresada con los fascistas de la AVT que, ese mismo día, se manifestaban a su vez por las calles de Madrid.

Por todo lo anterior, frente a las decenas de ataques nazis, los poderes públicos están obligados a actuar, no valen las reparaciones económicas post mortem es indispensable las prevenciones vitales; el imprescindible el juicio y castigo al asesino de Carlos Javier Palomino, y desarrollar un quehacer permanente contra la violencia fascista, contra el racismo, la xenofobia y contra la apoyatura y apología de esta execrable ideología.

No nos desentendemos endilgando a la estructura estatal la lucha contra el nazismo, no.
La lucha la andaremos construyendo resistencias calle a calle. Y no queremos finalizar estas atenazadas líneas sin dejar de mencionar algo que jamás hubiésemos querido contar: A los pocos días del asesinato de Carlos, muchas paredes de los barrios de Madrid se llenaron de carteles y pintadas; una calle populosa amaneció escrita con mensajes a Carlos, eran dolientes pero vitales señales de compromiso. A media mañana un equipo de limpieza del ayuntamiento de Madrid, gobernado por el PP, comenzaba borrar los escritos de memoria, alguien no pudo contener la ira ante la diligencia de sacar las pintadas, y se dirigió decididamente a quienes cumplían con su trabajo la orden política, se fue arrimando gente a saber qué ocurría, ese alguien hablaba de Carlos, de un obrero que había luchado por obreros nativos o inmigrantes, ese alguien hablaba de Carlos un muchacho de 16 años que le machetearon la vida cuando recién la estrenaba…. El equipo de limpieza apenas farfullaba excusas, se les palpaba la vergüenza, y en ese momento, salió un comerciante en cuya pared decía «Nazis No», y les dijo con los ojos enrojecidos, «Esta pared ni la tocan, no está sucia, si borraran lo que dice, me ensuciarían».

El equipo de limpieza se retiró.

Las lágrimas escribían Carlos en los corazones de ese barrio de Madrid.

(www.nodo50.org/codoacodo)