El reconocido ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (EUA), Jimmy Carter, ha empezado por cuestionar todo lo que a sus ojos le era verdadero y cierto. Muchas de las cosas que en su juventud creía como cierto, hoy, por fin, y gracias a su método de Descartes, pasan a ser erradas. Carter, político […]
El reconocido ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (EUA), Jimmy Carter, ha empezado por cuestionar todo lo que a sus ojos le era verdadero y cierto. Muchas de las cosas que en su juventud creía como cierto, hoy, por fin, y gracias a su método de Descartes, pasan a ser erradas. Carter, político estadounidense del Partido «Demócrata», Nobel de la Paz (año 2002), y actual presidente de una organización que lleva su mismo nombre: «Centro Carter», tardemente comprende que «puede dudar de todo, menos de la existencia de él mismo, porque al dudarlo, ya existe como algo, sin saber exactamente lo que es, pero es» (Filosofía Cartesiana: el «cogito, ergo sum»). Lo cierto, o más bien, lo positivo, es que Carter ha comenzado a dudar de los «aliados» sionistas y de la legalidad del Estado de Israel. Carter sabe lo que dice y el porqué lo dice. No duda de su liderazgo político en su país, y sabe muy bien lo que sus palabras representan para la opinión publica mundial, y especialmente para la opinión publica norteamericana.
Pues, no existe otra forma de explicarnos el cambio de Carter, quien ha admitido en uno de sus libros titulado: «Palestina, Paz no Apartheid» que Israel «es un Estado discriminatorio y racista tal como lo fue el régimen sudafricano del apartheid» (-o por lo menos así lo interpretamos nosotros-); también ha dicho que «Israel comete crímenes contra los derechos humanos de los palestinos en Gaza», así mismo lo expresó más claramente en uno de sus últimos escrito.
En esa misma carta dirigida a todos los medios de difusión y revistas del mundo, publicada el día 27/05/2008, Jimmy Carter testimonia lo siguiente:
«El mundo es testigo de un terrible crimen de derechos humanos en Gaza, donde un millón y medio de seres humanos están siendo encarcelados prácticamente sin acceso al mundo exterior por mar, aire o tierra. Toda una población está siendo castigada brutalmente (…)Este maltrato burdo de los palestinos en Gaza fue incrementado drásticamente por parte de Israel, con el respaldo de Estados Unidos, después de que los candidatos políticos que representaban a Hamas ganaron una mayoría de escaños en el Parlamento de la Autoridad Palestina en 2006. Todos los observadores internacionales unánimemente calificaron la elección de honesta y justa (…)Israel y Estados Unidos se negaron a aceptar el derecho de los palestinos a formar un gobierno de unidad con Hamas y Fatah y hoy, después de una lucha interna, sólo Hamas controla Gaza. Cuarenta y uno de los 43 candidatos victoriosos de Hamas que vivían en Cisjordania han sido encarcelados por Israel, además de otros diez que asumieron cargos en el gabinete de coalición de corta vida (…) Las sanciones económicas y las restricciones en el suministro de agua, alimentos, electricidad y combustible están causando penurias extremas entre la gente inocente de Gaza, entre la que hay alrededor de un millón de refugiados (…) Bombas y misiles israelíes atacan periódicamente la zona encapsulada, causando muchas bajas tanto entre militantes como entre mujeres y niños inocentes.»
Decía el filosofo Descartes, padre de la filosofía cartesiana, que: «Todos los hombres podremos llegar a la verdad siguiendo las reglas de nuestro propio pensar». es decir, pensar uno mismo y no dejar que otros piensen por nosotros. Pero Descartes también decía (-no es textual lo siguiente-) que «en la ciencia, las matemáticas y en las cosas concretas se encuentra la verdad». Y es que, la suma de los muertos inocentes palestinos y la destrucción de ese país por las fuerzas mercenarias de ocupación israelí apoyadas y financiadas por norteamérica han comenzado a facturar un costo político considerable para los EUA.
El ex presidente de EUA, Jimmy Carter, quien en el pasado fuese un vehemente defensor de lo indefendible, y llegase a afirmar en más de una vez que «la herencia baptista sudista le había dado una «afinidad» con Israel, cuya creación había sido «ordenada» por Dios: «el establecimiento del Estado moderno de Israel es el cumplimiento de la profecía bíblica.» (Citado en «La dimensión théologique du lobby israélien aux Etats-Unis», Marwan Bishara, Le Débat Stratégique,1997). y que «Israel y Estados Unidos se han formado con pioneros. Mi país también es una nación de emigrantes y refugiados, integrada por pueblos venidos de varios países (…) Compartimos la herencia de la Biblia.» (Jerusalem Post, marzo de 1979, citado en «Les origines lointaines de la colonisation de la Palestine», Ahmed Taleb, Nedjma); hoy corrige un poco sus puntos de vista.
Quizás, Jimmy Carter, ha comenzado a preocuparse, al igual que muchos otros reconocidos intelectuales norteamericanos como John Mearsheimer y Stephen Walt, Noam Shomsky, James Petras, entre otros, por el amenazante poder económico, y, por ende, el dominio político que, a través del chantaje y la difamación, ejercen los sionistas y los «sio-cons» (sionistas-conservadores) dentro de su país. Quizás también, algún día sus análisis cartesiano (de Descartes) lo conlleven a comprender mejor la realidad y el sufrimiento del pueblo palestino; que el holocausto palestino y la sangre de millones de inocentes derramada en más de 60 años no serán en vano; que son falsos los mitos fundacionales del Estado de Israel; que Palestina es una, y es completa, laica, y de todas las personas de buena voluntad (musulmanes, judíos, cristianos y ateos) que quieran vivir en ella; que no existen «Pueblos elegidos»; que Dios no segrega; que los no-judíos somos también seres humanos y no Goyim (cerdos).
El salto experimentado por Jimmy Carter en los últimos años; por el reconocimiento que hace de los males causados por el sistema y el Estado imperialista que él mismo representó en el pasado, constituye, sin lugar a duda, un fenómeno ético, único, y digno de respetar, pero también constituye una inteligente estrategia que busca ajustar el sistema que los halcones belicistas han desequilibrado y mantener, en el tiempo, al mismo Estado imperialista y a sus aliados. Carter es un buen cartesiano, pero no nos hagamos muchas ilusiones.