Deamonte Driver tenía 12 años de edad y le dolía una muela. No tenía seguro médico, y su madre no podía permitirse pagar los 80 dólares que costaba extraerle el diente picado. Podría haber recibido la atención necesaria a través de Medicaid, pero su madre no pudo encontrar un dentista que aceptara el pequeño pago […]
El Congreso está debatiendo un proyecto acordado por ambos partidos que dará cobertura a los niños y niñas pobres de EE.UU.
¿El mayor obstáculo? El presidente Bush asegura que vetará el proyecto de ley, incluso si los senadores republicanos y demócratas llegan a un acuerdo bipartidario. El proyecto de ley incrementa en 35.000 millones de dólares el presupuesto de los próximos cinco años del Programa Estatal de Seguro Médico para Niños y Niñas (SCHIP por sus siglas en inglés) a través de un aumento en los impuestos federales sobre los cigarrillos.
La conservadora Heritage Foundation está en contra de la implementación de un impuesto al tabaco para patrocinar el SCHIP, porque afirma, «grava desproporcionadamente a los fumadores de bajos ingresos» además de a los «fumadores jóvenes». No se menciona para nada el impacto negativo que tendrá esto sobre el patrocinador de Heritage, Altria Group, el gigante de la industria tabacalera conocido anteriormente como Philip Morris.
Según la Asociación Estadounidense para la Salud Respiratoria, cada 10 por ciento de incremento en el impuesto sobre el tabaco, los fumadores jóvenes descienden un 7 por ciento y los fumadores en general disminuyen en un 4 por ciento. Marian Wright Edelman, fundadora de Children’s Defense Fund (Fondo para la Defensa de Niños y Niñas), declara: «Aumentar el impuesto al tabaco es un bien para la salud pública en sí y salvará vidas. Los cigarrillos matan y provocan cáncer de pulmón, y si gracias a un incremento del impuesto sobre los cigarrillos logramos evitar que más personas fumen, o se logra al menos que disminuyan su hábito esto tendrá un impacto positivo en la salud pública; por cada niño y cada ser humano con los que se logre esto, se ahorrará a los contribuyentes dinero de los costos que suponen los efectos de fumar tabaco».
El Fondo para la Defensa de Niños y Niñas ha publicado montones de historias parecidas a la de Deamonte. Niños como Devante Johnson, de Houston. Con 13 años, Devante luchaba con un cáncer avanzado de riñón. Su madre intentó renovar su cobertura de Medicaid, pero la burocracia ralentizó el proceso. Para cuando Devante pudo acceder a los cuidados médicos que necesitaba, su destino estaba sellado. Murió con 14 años de edad, en el estado natal de Bush, a pocos kilómetros de distancia del Centro Oncológico M.D. Anderson, uno de los centros médicos líderes del mundo en el tratamiento e investigación del cáncer.
Cuando lo que está en juego es la vida de los niños y las niñas, Edelman no tiene paciencia para los juegos de los políticos: «¿Por qué está este país, actualmente el más rico del mundo, discutiendo sobre cuántos niños y niñas pueden recibir ayuda? Simplemente deberíamos hacerlo; es algo más que obvio. El pueblo estadounidense quiere que se ayude a todos sus niños. Todas las niñas merecen cobertura médica, y no sé por qué nos está costando tanto hacer que nuestro presidente y nuestros líderes políticos lo entiendan, que los niños y niñas deberían tener seguro médico».
El senador republicano Gordon Smith fue quien introdujo originalmente la resolución de presupuesto para el SCHIP en el Senado. A diferencia de Bush, que no se presenta a la reelección, Smith defenderá su vulnerable puesto en el Senado en 2008, en el estado de Oregon, de tradición demócrata. Él, como otros republicanos que están distanciándose de Bush en cuanto a la guerra en Irak, es sensible a las políticas domésticas de Bush. El Centro de Niñez y Familia de la Universidad de Georgetown acaba de publicar una encuesta que muestra que el 91 por ciento de los estadounidenses apoyan que el SCHIP sea ampliado para llegar a más niños y niñas.
Y el pueblo estadounidense desea ir mucho más allá. Tal y como ha demostrado la popularidad del último éxito cinematográfico de Michael Moore, «SiCKO», gente de todo el espectro político ha asumido que hay que cambiar el sistema de salud de EE.UU. ¿Cuántos niños y niñas más como Deamonte y Devante deben morir antes de que los políticos, todos ellos y ellas con estupendos seguros médicos, hagan algo?