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Comodines

Codician el voto latino en Nevada

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Cuando los trabajadores de la franja de casinos de Las Vegas entraron en fila al salón de baile Concorde del hotel Paris, la línea divisoria se hizo evidente. Trabajadores afro-estadounidenses con camisetas sindicales, estaban sentados a un lado del pasillo y la mayoría de los trabajadores latinos llenaban los asientos del otro lado. Después de batallas a gritos, los coros en competencia de «Hillary» y «Obama,» el recuento de los presentes, y los cálculos matemáticos, Hillary Clinton venció en el caucus [asamblea partidaria] demócrata general del Paris por 211 votos contra 98, obteniendo 42 de sus delegados contra 19 de Obama.

Escenas similares se repitieron en otros caucus generales y en toda el área de Clark County donde se encuentra Las Vegas. Aunque Obama venció en las áreas del norte del Estado y rurales, Clinton terminó con una ventaja de un 6% y una victoria muy necesaria. Tal como están distribuidos los distritos, sin embargo, Obama queda con 13 delegados frente a 12 de Clinton si los compromisos de los delegados se mantienen hasta la convención nacional.

Lo que sucedió en el salón de baile Concorde y en todo el Estado de Nevada importa aún más que las cifras. Destinado a ser un presagio para predecir tendencias ulteriores, Nevada ofreció un vistazo de lo que podría esperarse cuando las campañas pasen a otros Estados, más cargados de delegados. Lo que vimos dio motivos de preocupación.

¿Por qué Nevada?

Las Vegas es irreal, literalmente. Es el sitio en el que iconos culturales se convierten en dinero efectivo – un viaje de cinco minutos te hace pasar ante réplicas comerciales de la Ciudad de Nueva York, la Torre Eiffel, la Esfinge de Egipto, los canales Venecia y las columnas de Roma – y cada fachada alberga a miles de personas que convierten dinero en esperanzas ilusorias.

Y, a pesar de todo, los partidos políticos escogieron al Estado de Nevada para que represente una muestra representativa de la nación y por la primera vez le fijaron una codiciada fecha temprana para un caucus. Nevada realizó sus caucus el 19 de enero – como el tercer Estado que prueba la temperatura en una elección que sólo tendrá lugar dentro de 290 días.

Existen buenos motivos para colocar a Nevada en ese lugar. Howard Dean, presidente del Comité Nacional Demócrata declaró a «El Mundo,» el periódico en español del Estado, que el caucus de Nevada apuntaba a medir la fuerza del partido en el oeste antes de pasar a las primarias del 5 de febrero en 22 Estados a escala nacional. Dean señaló que Iowa y Nueva Hampshire no reflejan un verdadero cuadro demográfico y racial de la nueva composición política de EE.UU. y Nevada sí lo hace, especialmente debido a su elevada población latina. Nevada tiene una población de una amplia diversidad: un 59% blanco, 24,4% latina, 7% afro-estadounidense, 5,8 asiática y un 1% estadounidense nativa. Entre los demócratas, los grupos étnicos tienen un papel aún mayor en la política de Nevada: un 50% de los demócratas registrados son blancos, un 30% latinos, y un 20% afro-estadounidense. La dirigencia del partido quería informarse sobre esas poblaciones antes de ser inundada por el tsunami de primarias del martes.

Lejos de la franja de fantasía, Nevada refleja muchas realidades de una economía de EE.UU. en pleno cambio: es tradicionalmente de rápido crecimiento, orientado hacia los servicios, e internacional. También son cada vez más evidentes otros aspectos menos optimistas; el Estado enfrenta una tasa de desempleo de un 5,4% (superior al promedio nacional) y una crisis inmobiliaria real hecha y derecha, y la gente de trabajo teme perder sus casas. Los sindicatos encaran duras batallas por el derecho a organizarse en la industria del juego y los latinos informan de cada vez más redadas de trabajadores indocumentados en sus comunidades y lugares de trabajo.

Los comodines latinos

Dos tipos de votantes hacen su debut en Nevada, después de ser en el mejor de los casos elementos marginales de la dinámica política en Iowa y Nueva Hampshire: miembros de los sindicatos y latinos. Los sondeos de ingreso mostraron que los miembros de los sindicatos estaban divididos, pero que el premio que buscaban los eruditos, el voto latino – iba a favor de Clinton por un margen de 2 a 1.

El voto latino es históricamente un comodín, por muchas razones. Uno, es que es mucho menos monolítico que el voto negro – es menos abrumadoramente demócrata y menos predecible. Las diferencias entre las generaciones y orígenes étnicos dividen las opiniones y las preferencias, y un elevado porcentaje de la comunidad no puede votar porque se trata de residentes indocumentados.

El poder de este grupo ha crecido sustancialmente, a pesar de todo. Un reciente estudio de la Fuente de Información sobre la Migración muestra que en 2006 había cerca de 18 millones (17.75.43) de ciudadanos latinos elegibles para participar en la votación en el país. Estadísticas del Programa de Educación para el Registro de Votantes del Sudoeste (SVREP) muestran que en 2004 sólo un 58% de los ciudadanos latinos se registraron para votar y que al final representaron un 6% de los votos.

Pero el potencial es muy superior, con cerca de siete millones de ciudadanos latinos que podrían ser registrados para votar, a pesar de que en todo el país cerca de la mitad de la población latina en edad de votar debe ser excluida por falta de papeles de ciudadanía.

Las movilizaciones por los derechos de los inmigrantes llevaron a parte del movimiento a emprender iniciativas de registro de votantes entre los latinos para aumentar el poder político en el campo electoral. Aunque el SVREP no logró cumplir sus objetivos de aumentar la influencia electoral latina mediante masivas iniciativas de registro, la cantidad de latinos aumentó en las elecciones de mitad de período de 2006 y según un sondeo de boca de urna de CNN, un 69% de ellos votó por candidatos demócratas a la Cámara, un aumento en comparación con un 55% en 2002.

No es sorprendente que dos de los candidatos demócratas mejor colocados, Hillary Clinton y Barack Obama, hayan estado tratando de obtener el voto latino con tanto fervor. Las emisoras y los periódicos en idioma español de Nevada han estado repletos de anuncios pagados, columnas de opinión, y noticias, patrocinados por propietarios de los medios sobre los favoritos.
Gran parte no es nada bonito. Al comenzar la carrera por los votos, se consideraba que el voto latino era cosa segura para Clinton y los sondeos mostraban que gozaba de una ventaja de 20 puntos sobre Obama. Con una maquinaria política demócrata a su favor, con las tensiones entre las poblaciones negra y latina, y con el trabajo de base de su campaña ya hecho, parecía que era cosa clara para los expertos, incluso después de la sorprendente victoria de Obama en Iowa.

Pero entonces, el 9 de enero, un día después de que Clinton se recuperara en la primaria de Nueva Hampshire, la Unión de Trabajadores Culinarios [CWU] apoyó a Obama. El Local 226 de la Unión de Trabajadores Culinarios, representa más trabajadores que ningún otro sindicato en Nevada y pertenece a UNITE HERE nacional, que también apoyó con todo su peso a Obama. Citando su apoyo a sindicatos como organizador comunitario en Chicago y sus posiciones sobre el aumento del salario mínimo y su apoyo activo a la Ley de Libre Elección de los Empleados, portavoces del sindicato llamaron a sus miembros a decidirse por Obama.

El hecho no carece de importancia. La CWU es un sindicato de 60.000 miembros que son latinos en un 40%. Su apoyo introdujo a dos sectores de los que se pensaba que estaban firmemente de parte de Clinton: sindicalistas y latinos. El apoyo destrozó las suposiciones de una victoria fácil y la campaña de Clinton se puso a trabajar a toda marcha.

Para empeorar las cosas para el campo Clinton, periodistas investigativos descubrieron que partidarios de Clinton habían entablado una demanda para eliminar el establecimiento de asambleas partidarias generales en la franja de casinos. Las Vegas es una ciudad abierta veinticuatro horas al día, siete días a la semana, y miles de trabajadores mantienen ese reloj funcionando en los gigantescos hoteles y casinos apiñados a lo largo de la franja. El Comité Nacional Demócrata decidió organizar caucus generales, que permitirían que los empleados de la franja se reunieran dentro de 4 kilómetros de sus sitios de trabajo sin tener que estar en una lista de una circunscripción específica. Los Clinton y el sindicato de maestros que apoya a Hillary Clinton sostuvieron que los caucus generales favorecían a un grupo de trabajadores por sobre otros y que al hacerlo lo sobre-representaban. No existía ninguna evidencia genuina de sus afirmaciones, pero según entrevistas del Las Vegas Sun numerosos votantes creyeron que eran verídicas. Por otra parte, muchos grupos, especialmente los sindicatos, interpretaron la acción legal como supresión de votos.

La acción provocó un remolino de protestas y acusaciones mutuas. Spots publicitarios en la radio, de UNITE HERE, acusaron a Hillary de un «vergonzoso» intento de privar de derechos a trabajadores. El Sustituto-en-Jefe de Hillary Clinton, Bill Clinton, perdió la calma con un periodista y, con la cara enrojecida, afirmó que las asambleas permitirían reducir a los trabajadores a una ventaja estadística de cinco a uno, sin fundamentar la base de esta afirmación. El caso fue finalmente rechazado por el tribunal, pero el daño había sido hecho.

En última instancia, dañó a las dos partes. Los sindicatos invirtieron tanto esfuerzo en la denuncia del caso judicial que puede argumentarse que se olvidaron de presentar suficientemente el mensaje de su candidato, o de organizar suficientemente a la gente como para movilizar a sus miembros para que asistieran a las asambleas. A muchos votantes latinos, o no les importó el intento de supresión de votantes o les repugnó la publicidad negativa. En todo caso, votaron a pesar de todo por Hillary y ganó en siete de las nueve asambleas generales.

En los caucus

De vuelta en el hotel Paris, la tensión en el grupo en su mayoría afro-estadounidense favorable a Obama y los latinos por el otro lado era palpable y veleidosa. Nadie mencionó específicamente la raza como factor de sus preferencias en las entrevistas, pero las tensiones raciales calentaban el aire entre los dos campos fuertemente divididos.

En la preparación para los caucus de Nevada, partidarios de Clinton hicieron varias declaraciones que algunos participantes en las asambleas en Nevada y comentaristas negros en el ámbito nacional interpretaron como provocaciones raciales. Hillary Clinton declaró que fue el presidente Lyndon Johnson quien promulgó la Ley de Derechos Cívicos porque «se requiere a un presidente» para hacer un cambio, se citó a un «asistente anónimo» refiriéndose a Obama como un «amigo negro en la onda» y Andrew Cuomo hizo una declaración insinuante sobre como: «no se puede perder el tiempo y hablar bobadas en una conferencia de prensa.» Bill Clinton tiró leña al fuego caracterizando el historial de guerra de Obama como «el mayor cuento que he visto en mi vida.»

En el caucus del Paris, Ray Wadsworth, un voluminoso afro-estadounidense con traje de cocinero, interpretó a su manera la situación: «Tenemos a la hermana Souljah,» se quejó. Se refería a cuando Bill Clinton acusó en 1992 a un popular artista negro de rap de incitar a la violencia racial en un intento de ganar el voto moderado blanco. «Podría funcionar aquí,» continuó, «pero va el tiro le va a salir por la culata en otros Estados. El voto afro-estadounidense es prescindible aquí en Nevada, pero no en otros sitios.»

Ante esta corriente subterránea racial, la mayoría de las acusaciones explícitas en la asamblea del hotel Paris tuvo que ver con la lealtad sindical. Muchos de los participantes en el caucus favorables a Obama llevaban las camisetas rojas del sindicato culinario, mientras que aquí, y según los sondeos de ingreso y también en otros caucus generales, el campo favorable a Clinton estaba formado predominantemente por trabajadores no sindicalizados de la franja u oficinistas. Muchos llevaban pancartas que decían «apoyo a mi sindicato, apoyo a Hillary.» Los trabajadores pro-Obama lo consideran una traición. Wadsworth gritó enojado: «Hillary no ha participado en un solo piquete… Esta es una carrera de dos caballos, y yo voy por el caballo que corre con el sindicato.»

La competencia de gritos entre el H-I-L-L-A-R-Y de una animadora y un «Con Obama» sincopado sólo disminuyó cuando un exasperado dirigente de la asamblea amenazó con expulsar a todo el que no se callara.

Mujeres latinas que apoyaban a Clinton citaron el género como motivo principal para su preferencia. Blanca, una cajera del Paris, señaló su esperanza de que «habrá un cambio con una mujer en el poder.» Hablando en español, citó la amnistía para trabajadores indocumentados y la asistencia sanitaria para escoger a Clinton después de estudiar en línea las posiciones de los candidatos. «Ha habido muchas redadas aquí,» declaró. «Ojalá Hillary cumpla con su promesa y las detenga.»
Paulina, una chilena que ha vivido en Las Vegas durante 40 años, apoyó a Clinton y se inscribió como delegada a la convención estatal. «Ha llegado la hora de que una mujer llegue al poder. Sudamérica tiene dos y juegan un buen papel, especialmente en Chile,» señaló, refiriéndose a la presidenta chilena Michele Bachelet.

¿Ganó la democracia?

La asamblea de Nevada mostró algunos aspectos positivos y negativos para el proceso democrático. Del lado positivo, la participación mayor de la prevista de 116.000 mostró un genuino interés y participación de los votantes, muchos de los cuales no habían participado anteriormente. El Partido Demócrata registró a miles de nuevos votantes para la participación en las elecciones generales, y espera que también lo hagan después.

La campaña de Clinton trabajó con una doble estrategia de conseguir importantes apoyos de personalidades demócratas estatales y de dirigentes comunitarios, y de organizar en el terreno. Una diferencia aparente en las dos campañas fue que la campaña de Clinton desarrolló y capacitó a una gran cantidad de organizadores locales de la campaña, mientras Obama llevó a trabajadores externos de la campaña y comenzó más tarde la campaña en el terreno, dejando gran parte en manos de los sindicatos.

La victoria de Obama en las áreas rurales mostró que esos sectores irán más allá de la raza y decidirán sobre la base de criterios políticos. Obama recibió un abrumador 80% del voto negro. Las mujeres, que componen un 59% del los participantes en los caucus, votaron por Hillary Clinton por una mayoría de un 13%.

En cuando al codiciado voto latino, nadie saca conclusiones definitivas por el momento. Antes de los caucus, Danny Sepúlveda, miembro del personal de la oficina de Obama en Washington, minimizó la representatividad del voto latino en Nevada para el resto del país, comparándolo con la población latina de California. «Nevada no es realmente un indicador del voto latino en California. El voto en California es más maduro, tienen más experiencia en el partido,» dijo. Lo que importa es no hablar del voto latino – el Supermartes será la verdadera prueba y para entonces será demasiado tarde para que los candidatos ajusten su enfoque, sino cómo llegar a ellos. Y Nevada mostró que hay un camino exitoso y un camino duro para hacerlo.

Los caucus destacaron el factor raza de un modo que nadie quiere encarar realmente. «La división es impresionante,» admitió Márquez poco después del caucus del hotel Paris. No es algo que haya comenzado en la sala de la asamblea, es una herida supurante de la sociedad de EE.UU., desde las comunidades a los sitios de trabajo. El problema es como es tratado en el proceso electoral. En una sociedad con carga racial, no se necesita gran cosa para prender fuego a las pasiones y esta vez la campaña de Clinton lanzó algunas chispas.

Nevada reveló una coyuntura crítica – los candidatos pueden ser fieles a la retórica de la unidad y de la cicatrización de heridas. O pueden caer en un sutil acoso racial y en la reapertura de esas heridas. Algo semejante podrá beneficiar a un lado a corto plazo, pero podría destruir a un país que busca desesperadamente una nueva dirección.

Todavía no se trata de una acusación. Es un ruego sincero a los candidatos y a todos sus sustitutos – por el bien de la nación: no vayan por ese camino.

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Laura Carlsen (lcarlsen(a)ciponline.org) es directora del Americas Policy Program (www.americaspolicy.org) en México, donde ha trabajado como escritora y analista política durante dos decenios.

http://www.counterpunch.org/carlsen01252008.html