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Dos comentarios sobre Al Gore y Bill Gates

Cómanse a los ricos. Compartan sus recetas

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

«La moderación del carácter es siempre una virtud;
la moderación en principio es siempre un vicio.»
Thomas Paine

Al Gore apareció recientemente en una librería en el centro de Washington para firmar copias de su nuevo libro sobre temas ecológicos, y sorprendentemente Ralph Nader apareció en la fila de personas a la espera de una copia autografiada. Gore se levantó y dijo: «¡Gusto de verle! ¿Cómo le va? Muchas gracias, de verdad, por venir.» Después de otros cumplidos, Gore escribió en el libro: «Para mi amigo, Ralph Nader. Respetuosamente, Al Gore.»

Dos hombres que estaban en la fila no pudieron dejar de señalar a Nader que si no fuera por él, Gore podría haber ganado la elección en 2000. «Gracias a usted, tuvimos a Bush todos estos años,» dijo uno. «¿Cuántos han muerto en Iraq por ese motivo?»» [2] No han informado sobre la respuesta de Nader.

La idea de que los demócratas perdieron la elección de 2000 debido a Ralph Nader, probablemente persistirá para siempre, así que déjenme declarar para toda la eternidad, hablando en mi nombre y en el de millones como yo: la elección que encarábamos no era entre Ralph Nader y Albert Gore. La alternativa que teníamos era votar por Ralph Nader o no votar en absoluto. Si Nader no hubiera estado en las boletas, nos habríamos quedado en casa. Los millones que votaron por Nader y los otros millones que se quedaron en casa exigían una alternativa inspiradora a los republicanos, incluso una alternativa inspiradora a medias nos habría bastado a la mayoría. Los demócratas no ofrecieron, y todavía no ofrecen, ningún tipo de alternativa, en especial en la política exterior. En cuanto a la política exterior, los dos principales partidos son totalmente indistinguibles.

Desde todo punto de vista, los Estados Unidos de Usamérica son un Estado de partido único en todo, menos en el nombre – el Partido de la Guerra. Los ocasionales puntos menores de diferencia que se presentan son supercherías artificiales de los demócratas creadas con fines electorales, y en esos casos los demócratas adoptan a menudo una posición a la derecha de sus «oponentes» republicanos, como ser cuando llaman a tomar medidas más duras en la guerra contra el terrorismo o contra Irán. Es un hecho que cuando se trata de los demócratas, no importa si hablamos de los conservadores entre ellos, o de los moderados, o de los liberales. Y ha sido así desde hace tiempo. Lo que sigue es un pasaje de un discurso hecho en 1965 por Carl Oglesby, presidente de Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS, por sus siglas en inglés), en un acto contra la Guerra de Vietnam en Washington:

El compromiso original en Vietnam fue hecho por el presidente Truman, un liberal de la tendencia dominante.

Fue secundado por el presidente Eisenhower, un liberal moderado. Fue intensificado por el difunto presidente Kennedy, un ardiente liberal.

Piensen en los hombres que actualmente son artífices de la guerra – los que estudian los mapas, dan las órdenes, apretan los botones, y cuentan los muertos: Bundy, McNamara, Rusk, Lodge, Goldberg, el propio presidente [Johnson]. No son monstruos morales. Son todos hombres honorables. Son todos liberales. [3]

Cómanse a los ricos. Compartan sus recetas.

Con el anuncio de Bill Gates de que se retirará de su participación diaria en Microsoft, los medios han presentado un montón de historias adulatorias sobre el Niño Milagroso, que se convirtió en el multimillonario self-made más joven del mundo a los 31 años. No quiero quitarle méritos por sus logros si señalo que para que se haya convertido en un multimillonario sólo seis años después de introducir el sistema operativo MS-DOS 1.0 Microsoft tiene que haber estado cobrando mucho más – muchísimo más – por su software que si hubiera basado su precio en los costes de la compañía.

Existen algunos, enamorados con la filosofía, la práctica, y el folklore de la libre empresa y del individualismo inquebrantable que dirán: «¡Denle más poder al tipo! ¡Mereció cada centavo!»

Hay otros, enamorados con la visión de una sociedad más justa, que cuestionarán cómo se puede decir que la actual distribución de la propiedad y de la riqueza resulta de alguna forma de proceso democrático. Al llegar el Siglo XXI, la sociedad usamericana debería haberse desarrollado más allá de un dos por ciento con una riqueza impresionante y de un setenta y cinco por ciento con una lucha diaria por lograr una vida decente, incluyendo a la clase media. En realidad, según esos parámetros, retrocedemos.

Esto constituye casi una herejía para muchos usamericanos, que no están dispuestos a tocar las prácticas políticas y económicas, aunque no tienen problemas cuando se trata de meterse en la vida sexual de la gente, cuerpos de mujeres, y otros temas morales. La codicia y el egoísmo son naturales, insisten, y hay que ajustarse correspondientemente.

Pero si el sistema debe ajustarse al egoísmo porque es natural, ¿por qué no se ajusta a la agresión que gran parte de la misma gente considera natural?