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Combatiendo crímenes de honor en Jordania

Fuentes: Pueblos

En enero de 1999, las cadenas de televisión estadounidenses ABC y CNN emitieron una serie de documentales sobre los llamados crímenes de honor en Jordania. Mi participación en estos documentales, y el premio Reebok Human Rights Award que me concedieron por mi implicación en la causa, derivaron en que la cuestión de los llamados crímenes […]

En enero de 1999, las cadenas de televisión estadounidenses ABC y CNN emitieron una serie de documentales sobre los llamados crímenes de honor en Jordania. Mi participación en estos documentales, y el premio Reebok Human Rights Award que me concedieron por mi implicación en la causa, derivaron en que la cuestión de los llamados crímenes de honor en Jordania se transformara en un debate público bastante controvertido.

A raíz de la difusión de estos documentales, un farmacéutico jordano se puso en contacto conmigo y, después de felicitarme por todos los esfuerzos realizados para exponer esta realidad a la opinión pública, me propuso que iniciáramos un movimiento social en Jordania; no sólo para dar una amplia publicidad a esta problemática en los medios de comunicación extranjeros, sino también para combatir estos brutales asesinatos y acabar con ellos.

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Las razones que lo habían llevado a tomar esta decisión, según me confesó luego, fueron la experiencia y el profundo conocimiento del problema que avalaban mis últimos 10 años de trabajo (hasta entonces) sobre el tema. La idea me interesó, ya que mis mayores preocupaciones eran poder acabar con los llamados crímenes de honor en Jordania y conseguir la abolición de todas las leyes que discriminaban a las mujeres, especialmente de aquéllas que son in dulgentes con los responsables de tales crímenes.

Decidimos entonces escribir una serie de correos electrónicos a nuestros respectivos amigos y a cualquier voluntario potencial a quien pudiera interesarle el tema, exponiéndoles nuestra iniciativa y pidiéndoles la adhesión al movimiento. Al cabo de poco tiempo recibimos bastantes respuestas positivas y pudimos celebrar nuestra primera reunión con más de 20 asistentes.

Empezamos a reunirnos semanalmente para poder intercambiar ideas, ordenarlas y sobre todo para determinar la mejor táctica para lograr que la gente tomara conciencia del problema, establecer estrategias y, al mismo tiempo, incidir políticamente en las instancias gubernamentales para que abolieran las leyes discriminatorias contra las mujeres.

El número de personas que acudían regularmente a las reuniones disminuyó en dos meses y al final sólo nos veíamos unas 11 personas. Unos meses después de nuestro primer encuentro decidimos que el primer paso que debíamos dar para que la gente, y especialmente los políticos, tomara conciencia del problema era organizar una campaña nacional de recogida de firmas para pedir la abolición de estas leyes. Así, una vez obtenido el suficiente número de firmas se presentaría la petición oficialmente al Parlamento.

Otro paso complementario era la realización de una serie de actividades que incluían la confección de folletos informativos que presentaban estadísticas sobre la magnitud del problema en Jordania y un ciclo de charlas y conferencias públicas y privadas que concienciaran a la gente sobre la cuestión y la llevaran a firmar nuestra petición. El grupo también acordó que no trabajaría con otra organización ni se constituiría en una organización propia ya que se temía que esto pudiera desviarnos de nuestro objetivo real: la lucha por el derecho a la vida de las mujeres. Celebramos nuestra primera conferencia de prensa pidiendo a la opinión pública que se sumara a nuestra campaña y que nos apoyara firmando la petición a nivel nacional. Queríamos que todos y cada uno de los jordanos supieran que él o ella tenían una parte de responsabilidad en la lucha por esta noble causa.

La discriminación en las leyes

Incluso subrayamos el hecho de que el número de mujeres asesinadas en Jordania anualmente en los llamados crímenes de honor se situaba entre 20 y 25 (once mujeres habían sido ya asesinadas en lo que iba de año) y pusimos de manifiesto la necesidad de abolir el Artículo 340 del Código Penal jordano. El citado Artículo incluye dos cláusulas. La primera estipula: «El que descubra a su mujer o a una de sus familiares femeninas cometiendo adulterio (con un hombre) y mate, hiera o lesione a uno o a ambos, está exento de todo castigo.» La segunda afirma: «El que descubra a su mujer o a una de sus familiares femeninas con otro en una situación de adulterio y mate, hiera o lesione a uno o a ambos, se beneficiará de una reducción del castigo.» Los orígenes del Artículo 340 (copiado de la Ley Francesa bajo el mandato de los turcos otomanos e incorporado a su vez a las leyes jordanas cuando se estableció el reino) y sus inhumanos aspectos e implicaciones discriminatorias fueron también expuestos.

Durante la rueda de prensa también hicimos referencia a un segundo Artículo, el 98, que estaba siendo utilizado en los tribunales para aplicar castigos indulgentes a ciertos criminales: la pena variaba entre tres meses y un año como máximo, dependiendo de las circunstancias del caso en cuestión. El Artículo 98 estipula: «El que comete un crimen en un acceso de furia causada por un acto ilegal o peligroso cometido por la víctima se beneficiará de una reducción del castigo.»

Finalmente, anunciamos que se habían distribuido por todo el territorio unas 380 hojas de peticiones y que los miembros del grupo y otros colaboradores habían conseguido ya unas 3.000 firmas sólo en las dos semanas previas al lanzamiento oficial de la campaña. Pedimos a la gente que firmara la petición para poder conseguir el mayor número posible de firmas que la respaldase y poder entregarla oficialmente a su Majestad el Rey Abdullah, al entonces primer ministro Abdur-Ra’uf S. Rawabdeh y a las Cámaras Alta y Baja del Parlamento para demostrar la voluntad pública de abolir el Artículo 340.

Un mes antes de que la campaña se lanzara, un comité especial del Ministerio de Justicia decidió derogar el Artículo 340 y transmitió sus recomendaciones a las Cámaras Alta y Baja para someterlo a debate. Al mismo tiempo, este mismo comité decidió endurecer las penas contra los adúlteros «para prevenir que la gente cometiera adulterio.» Su Majestad el Rey Abdullah había instruido en febrero de 1999 al Gobierno del primer ministro Abdur-Ra’uf S. Rawabdeh para que reformara las leyes que «discriminaran a las mujeres o cometieran cualquier tipo de injusticia contra ellas». Durante aquel mismo año, el Rey prometió a las líderes de los movimientos femeninos jordanos que respaldaría sus reivindicaciones de reforma de la legislación discriminatoria afirmando: «apoyaré la causa de las mujeres… y en cuanto a las leyes discriminatorias, tenéis todo mi apoyo. Tenemos que hacer algo para reformarlas.»

Usamos todo tipo de medios para recoger el número máximo posible de firmas. Nos servimos de Internet, fax, anuncios gratis y de pago en los periódicos y de entrevistas en televisiones y radios públicas para pedir a todos los jordanos mayores de 19 años que firmaran nuestra petición. Mucha gente se puso en contacto conmigo personalmente para pedirme hojas de firmas para rellenar en sus propias organizaciones o localidades. También nos dividimos en grupos y visitamos diputaciones, organismos oficiales y varias gobernaciones para hacer presión en contra de las leyes discriminatorias y pedir a la gente que firmara nuestra petición.

Incluso nos pusimos en contacto con la comunidad internacional de Jordania para buscar su apoyo moral. Nuestra meta era atraer la atención sobre todos los esfuerzos y cambios positivos y reales que se estaban produciendo en el país. Además, les prometimos mantenerles informados sobre el tema, no sólo a corto plazo, sino también en el futuro.

Muchas personas estaban convencidas de lo que estábamos haciendo y firmaron nuestra petición. Otros se oponían y no querían firmar. Algunos tenían miedo de firmar, ya que tales actividades habían estado desde siempre prohibidas en Jordania y los que habían firmado en el pasado por otras cuestiones habían sido perseguidos o cuestionados por las fuerzas de seguridad. Y otros estaban totalmente en contra de lo que estábamos haciendo, argumentando que las mujeres que cometían un «acto indebido o inmoral» merecían morir y que los ejecutores debían ser protegidos.

Estas ideas se traslucían sobre todo en los comentarios que hacían los diputados conservadores y los islamistas que acusaban al Gobierno de sucumbir antes las presiones occidentales que sólo buscaban destruir las tradiciones y los valores culturales jordanos. Así se expresaba el diputado de la Cámara Baja Mahmoud Kharabsheh, cuando le pregunté sobre los cambios propuestos por el Gobierno: «Las mujeres adúlteras son una gran amenaza para nuestra sociedad, porque su misma existencia es la causa de que tales actos [de adulterio] ocurran. Si los hombres no encontrado ran mujeres con las que cometer adulterio, entonces se reformarían por sí mismos.»

Un triunfo: la visibilidad

El 21 de noviembre de 1999, una aplastante mayoría de diputados de la Cámara Baja rechazaba la proposición del Gobierno de abolir el Artículo 340, alegando que esto sólo sería una manera de «legalizar la obscenidad». Cuando la Cámara Alta revisó la decisión de la Cámara Baja decidió respetar la propuesta de reforma del Gobierno y devolvió otra vez el borrador a la Cámara Baja para su reconsideración. El 26 de enero de 2000, después de un rápido debate de tres minutos, la Cámara Baja votó otra vez en contra.

A pesar de este decepcionante voto y de fuertes críticas por parte de muchos sectores de la sociedad, la campaña continuó de manera intensiva. En febrero de 2000 fuimos capaces de conseguir más de 15.000 firmas. Con el apoyo del rey y del Gobierno, organizamos una marcha pública y presentamos oficialmente la petición al Parlamento respaldada por todas las firmas recogidas. Una semana después de la marcha, el Sena revisó otra vez el borrador y ratificó su decisión previa, forzando a una sesión conjunta de las dos Cámaras para votar sobre esta reforma de ley… pero esta sesión nunca llegó a celebrarse. Mucha gente nos criticó por fallar en nuestra tarea cuando fuimos incapaces de convencer a la Cámara Baja para abolir el Artículo 340 del Código Penal jordano, sin embargo, yo creo que triunfamos de muchas otras maneras.

Unos meses después de que finalizara este debate tan controvertido a lo largo de todo el país, algunos miembros del grupo se acercaron a algunos de los barrios populares de Amman para hablar con la gente y ver el nivel de concienciación que tenían con respecto al tema. También se pretendía recoger más firmas para futuras actividades. Para nuestro regocijo y confianza, casi el 95 por ciento de la gente con la que hablamos conocía el problema sobre la legislatura de los llamados crímenes de honor en el reino y muchos firmaron nuestra petición con entusiasmo, contabilizándose por debajo del 5 por ciento aquellos que rechazaron la propuesta.

Desgraciadamente, el trabajo del grupo se debilitó debido a que surgieron cuestiones de otra índole, como la Intifada Palestina y la guerra de Irak, que desviaron la atención hacia otros lugares. Sin embargo, a pesar de todo, pienso que obtuvimos algo muy positivo: el simple hecho de exponer al público un tema tan delicado y que dejara de ser tabú. Ahora, la gente en Jordania se siente muy orgullosa por el hecho de que una de las más brutales violaciones contra las mujeres haya sido debatida tan intensamente en público y de que las personas que han querido hayan podido expresar su voluntad firmando una petición pública, raro privilegio hasta entonces en la historia de nuestro país.


Rana Husseini es periodista del The Jordan Times especializada en temas so ciales, con especial énfasis en la violencia contra las mujeres. Este artículo ha sido publicado en el nº 38 de la edición impresa de Pueblos, julio de 2009, especial Oriente Próximo. Versión original en inglés. Traducido para Pueblos por Belén Cuadrado.

Foto: Hazy Jenius