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Comida «made in China»

Fuentes: Rebelión

Me invitaron a participar en un debate con el siguiente título: En el futuro ¿qué comeremos? Lo primero que pensé es que en el presente ya hay mucha gente, demasiada, que no come o come mal. Después arrugué la nariz y me preocupó que no quisieran abordar el debate desde el punto de vista de […]

Me invitaron a participar en un debate con el siguiente título: En el futuro ¿qué comeremos? Lo primero que pensé es que en el presente ya hay mucha gente, demasiada, que no come o come mal. Después arrugué la nariz y me preocupó que no quisieran abordar el debate desde el punto de vista de si comeremos insectos o, como los astronautas, pastillas de colores. Finalmente pensé en la tesis que hoy preocupa y moviliza muchas personas: en el futuro comeremos lo que ahora se come en los Estados Unidos. Y entonces lo que se me estrujó fue el estómago, pensando en una dieta de hamburguesería a base de ingredientes de allá, con las condescendientes normativas sanitarias de allá y que, con el Tratado del Libre Comercio entre Europa y los EE.UU (el TTIP), inundarán los mercados de aquí, a precios reventados. Un escenario preocupante por cuestiones de salud pero sobre todo porque provocaría la desaparición de la pequeña agricultura que nos queda en nuestros territorios. Pero aunque este escenario es muy probable, pensando detenidamente creo que igual que en el vestir, igual que en cuestiones de tecnología, el futuro de nuestra alimentación será «made in China». Y en los EE.UU. también.

La expansión agraria de la China avanza con tres estrategias. La primera, muy conocida, es la política de control de tierras en terceros países. Estos acaparamientos de tierra han sido denunciados por muchas organizaciones; la primera que habló con esta terminología, la fundación GRAIN, ya contabiliza 61 casos en 31 países que suman un total de 3.325.000 hectáreas acaparadas o en proceso de acaparamiento.

A esta estrategia de control de tierras foráneas se añade otra basada en la adquisición de grandes empresas agroalimentarias de cualquier lugar del mundo. Según los cálculos de GRAIN, la inversión agrícola china en este capítulo, en los últimos diez años, ya rebasó los 43.000 millones de dólares. Un ejemplo muy representativo es el de Shuanghui International, subsidiaria de WH Group, que el 2013 absorbió la empresa productora de cerdos más grande del mundo, Smithfield Foods, de los Estados Unidos y antigua propietaria de Campofrío. Recientemente la corporación estatal Cofco (China National Cereales, Oils and Foodstuffs Corporation Group), la fabricante, procesadora y comercializadora de alimentos más grande de la China, adquirió acciones que le dan el control de dos de las principales empresas de distribución de granos y oleaginosas del mundo: Nidera de Holanda y Noble de Singapur. Actualmente también varias compañías chinas están haciendo ofertas para adquirir la compañía australiana S.Kidman & Co., que posee 11 millones de hectáreas en granjas de ganado.

En tercer lugar, es muy significativo el apoyo del gobierno chino para reconvertir rápidamente su agricultura tradicional y de pequeña escala en una gran potencia agroganadera. Un paso previo para conseguirlo es que la tierra que ahora está en manos campesinas pase a manos de unas pocas corporaciones. En concreto, y según el ministerio de Agricultura chino, los derechos de uso (puesto que la venta de tierras no está permitida) de una cuarta parte del total de tierras campesinas, 25 millones de hectáreas, ya han sido transferidos a compañías como la misma Cofco o a la empresa financiera estatal CITIC.

El impulso del gobierno chino para desarrollar grandes empresas en el sector agroalimentario con capacidad de actuación tanto a su territorio como fuera es muy importante pero tiene una particularidad: su expansión y posicionamiento en el mercado global se está consiguiendo estableciendo alianzas con otras grandes empresas transnacionales de la alimentación y con el apoyo de fuentes financieras internacionales. Antes nombrábamos a CITIC y Cofco, y son un buen ejemplo: la primera tiene pactos firmes con la corporación de semillas y plaguicidas Bayer CropScience para utilizar sus productos en las nuevas tierras conquistadas. En el caso de Cofco, observamos que, además de una alianza con el gigante de semillas Pioneer, también está construyendo grandes granjas industriales de cerdos con fondos de KKR, una firma de capitales de inversión con sede en los EE.UU. Que, en este rosario de alianzas, también tiene una sociedad con el principal productor de lácteos chino, China Moderno Dairy, para la construcción de megagranjas lecheras.

Analizando todo esto, la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿tanto control de tierras y de corporaciones y tanta movilización de capitales para alimentar a su propia población? Efectivamente, las necesidades de seguridad alimentaria de un país con tanta población y deseosa de comer mucha carne son muchas pero todo parece pensado para mucho más: para tomar los mandos del sistema alimentario corporativo globalizado. E implementar producciones agrícolas industriales e intensivas que, como decíamos al principio puede llevarnos a que en el futuro la alimentación para todo el planeta dependa de tres, cuatro o cinco corporaciones controladas desde la China.

Blog del autor: http://gustavoduch.wordpress.com/2016/01/26/comida-made-in-china/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.