Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Durante este verano de 2005, un juez de inmigración en Dallas ordenó la deportación de un joven que tenía derecho al estatus de residente legal porque su esposa estadounidense había presentado una petición, que fue aprobada por el gobierno. Tienen cinco hijos pequeños, todos nacidos en Texas. Su padre es un ciudadano estadounidense. Ayman Ismail no había sido acusado nunca de, y menos condenado por, haber hecho mal alguno. Había vivido en Texas durante los últimos 16 años.
Su condición legal hubiese sido un asunto de rutina, salvo por un detalle. Ayman Ismail es musulmán y árabe, y una pequeña pandilla de militantes judíos en el distrito de Dallas del Departamento de Seguridad Interior lo convirtió en objetivo de su cruzada por librar a EE.UU. de musulmanes y árabes. Después de dos años de audiencias, en las cuales participó fielmente, durante una sesión en la corte de inmigración el 12 de abril, atacaron y arrestaron a Ayman, y lo arrojaron a una cárcel en Haskell, Texas, a cientos de kilómetros de su hogar, su familia y su abogado. Nada había cambiado, excepto que una camarilla de militantes judíos se dio cuenta de que no existía una base en la ley para negarle estatus legal. Lo acusaron de haber reunido fondos para Hamás, sólo por haber sido empleado de la Fundación de la Tierra Santa [HLF, por sus siglas en inglés], que terminó en diciembre de 2001, cuando el Departamento del Tesoro del Ministro de Justicia de EE.UU. clausuró la caridad musulmana.
Para lograr por la fuerza lo que nunca podrían haber impuesto a través del derecho, los militantes judíos lo encarcelaron a fin de quebrantar su espíritu, para que desesperara de la posibilidad de hallar justicia y aceptara la deportación. Después de la audiencia de deportación del 30 de julio, en la que el juez de inmigración estableció específicamente que ni una brizna de evidencia contradecía la insistencia de Ayman de que jamás había tenido algún motivo para pensar que la HLF ayudara a Hamás (pero ordenó que en todo caso se le deportara), Ayman decidió no apelar contra la orden porque no podía soportar su continuo encarcelamiento.
Los extremistas judíos argumentan que la HLF ayudaba a Hamàs porque aliviaba parte de la miseria de las víctimas del terrorismo israelí en los Territorios Palestinos Ocupados. El razonamiento de los militantes judíos era el siguiente: la HLF alivia la miseria y el hambre. Si los palestinos piensan que no tienen que quedarse para aliviar la miseria y el hambre de sus padres y allegados, se convertirán en atacantes suicidas y atacarán a israelíes. Ya que algunos de los atacantes suicidas están afiliados a Hamàs, toda caridad para la gente sufriente de los Territorios Palestinos Ocupados alienta los atentados suicidas, y por lo tanto ayuda a Hamàs.
Ya que Ayman había trabajado en la HLF en el diseño de un sitio en la Red y enviando cartas a donantes, recordándoles que pagaran lo que habían prometido, apoyaba a los atacantes suicidas de Hamás, y por lo tanto era terrorista. Los militantes judíos argumentaron que la razón para los ataques suicidas contra Israel no tenía nada que ver con el asesinato a sangre fría de cientos de niños palestinos y de miles de adultos por soldados israelíes, nada que ver con la destrucción de miles de casas palestinas con muebles, juguetes, y a veces familias en su interior, nada que ver con el arrasamiento de miles de hectáreas de granjas palestinas y de millones de árboles frutales, nada que ver con la confiscación de propiedad palestina para construir asentamientos segregados por raza y «carreteras de circunvalación» sólo para judíos, nada que ver con el vertido de toneladas de desechos tóxicos de las colonias y fábricas judías en las localidades palestinas, nada que ver con que Israel redujo la vida palestina a un dolor tan insoportable, sin esperanza de mejora, que la única alternativa razonable para un joven palestino podría parecer ser una muerte para llevarse consigo a algunos enemigos. No, la razón para los ataques palestinos contra Israel era la esperanza de los atacantes de que alguna caridad alimentaría a sus familias.
A pesar de todo, la cobardía del juez de inmigración Anthony Rogers al condenar a un hombre a sabiendas de que era inocente y al deportar a cinco ciudadanos de Estados Unidos a Jordania, no deja más atónito que la obsequiosidad de la cobertura del juicio por CBS News. El que haya confiado en la transmisión de CBS no supo que Ayman jamás fue acusado de crimen alguno, o, en realidad, que hasta la fecha no se ha permitido a la HLF que presente evidencia en su propia defensa ante ningún tribunal. Al contrario, CBS puso su informe en manos de un agente gubernamental que vociferó como Julius Streicher [propagandista nazi en la Alemania de Hitler, N. del T.] que hay que librarse de los terroristas.
CBS no mencionó los cinco niños ciudadanos estadounidenses. Aunque un reportero de CBS asistió a la audiencia de inmigración de Ayman, la emisión no mencionó que el juez de inmigración estableció que ninguna evidencia contradecía las protestas de inocencia de Ayman. El juez de inmigración estableció que el testimonio de Ayman fue directo y verídico, y sostuvo explícitamente que la deportación causaría extremas penurias a su mujer y sus hijos. Declaró que Ayman testificó de modo veraz que mientras estuvo empleado por la HLF consultó a sus empleadores sobre las acusaciones en el Dallas Morning News de que la HLF estaba conectada con Hamàs, y que sus empleadores las negaron. Dijo que Ayman debería haber hecho más para descubrir si existía alguna base para dichas acusaciones. No dijo qué más podría haber hecho Ayman para investigar la verdad de acusaciones que incluso el FBI no creía – acusaciones que posibles investigaciones habrían confirmado eran falsas.
Un espectador del programa de CBS, sin embargo, no recibió semejante información. En su lugar, la información de CBS simplemente recicló propaganda gubernamental. Josef Goebbels la hubiera envidiado. CBS podría haber equilibrado su noticia con información sobre el juicio y sobre la historia de Ayman, pero prefirió convertir su emisión en un instrumento del terrorismo gubernamental – para convencer a los televidentes de que hay militantes musulmanes hasta debajo de sus camas, pero el régimen los protegerá si aceptan sus suposiciones racistas y renuncian a su libertad tradicional.
Sobre todo, el informe de CBS ignoró la ausencia total de toda evidencia que asociara a Ayman Ismail o a la Fundación de la Tierra Santa con cualquier actividad ilegal. En lugar de hacerlo, se basó en las mentiras descaradas de los propagandistas del gobierno, que fácilmente hubieran podido ser investigadas. Desde luego, una marrullería semejante representa al periodismo estadounidense, que no se da la molestia de buscar la verdad. El terrorismo no funciona dañando objetivos militares. Funciona creando miedo. CBS, por lo tanto, conspiró con los militantes judíos, con el Departamento de Seguridad Interior, en su terrorismo contra cualquiera que en EE.UU. pueda sentir piedad por los sufrimientos del pueblo árabe en Medio Oriente.