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Entrevista al economista César Villalona

Con las guerras EE.UU. ha enfrentado sus propios problemas económicos

Fuentes: Diario Colatino

Mucho se habla del proteccionismo del gobierno de Estados Unidos, que vendría a significar un cambio respecto a la política de «libre comercio». Sobre este tema conversamos con el economista César Villalona, quien hace un breve recuento sobre las políticas económicas de los últimos cuatro presidentes de ese país. César, antes de hablar de la […]

Mucho se habla del proteccionismo del gobierno de Estados Unidos, que vendría a significar un cambio respecto a la política de «libre comercio». Sobre este tema conversamos con el economista César Villalona, quien hace un breve recuento sobre las políticas económicas de los últimos cuatro presidentes de ese país.

César, antes de hablar de la política del actual mandatario de Estados Unidos, me gustaría que hicieras un recuento de la política de sus predecesores. Comencemos por Bill Clinton.

-Durante su primer mandato (enero 1993-enero 1997), Clinton frenó el gasto militar y aumentó los tributos a los sectores de más ingresos. El gobierno elevó hasta 20% su carga tributaria, que el gobierno de George Bush había dejado en 18%. El incremento de la inversión pública y de los subsidios elevó la demanda interna y la inversión privada, a tal punto que durante el segundo gobierno de Clinton (enero 1997 – enero 2001) la economía creció a una tasa promedio de 5%. Ese alto crecimiento desembocó en una crisis de sobreproducción y una caída de las ganancias de las empresas, en un promedio de -4% en el año 2000 y -6% en 2001.

Clinton había planteado desde su primer mandato (y Bush padre también) la necesidad de expandir las exportaciones, pues el mercado interno era muy estrecho para un país que generaba más del 30% del PIB mundial y tenía el 4% de la población del mundo. Por eso trató de impulsar el ALCA, un proyecto que le permitiría a las empresas de Estados Unidos expandir sus exportaciones y controlar los mercados, las materias primas energéticas y otros recursos naturales de América Latina, sobre todo de Suramérica y México. Pero Clinton no pudo imponer el ALCA y cuando terminó su mandato la economía mostraba signos de sobreproducción.

¿Y cómo enfrentó su sucesor, George W. Bush, el problema de la sobreproducción?

-Durante su primer mandato, Bush recortó la tasa de interés, de 5.5% en 2001 a 1.75% en 2002 y 1% en 2004. Esa decisión estimuló el crédito y la demanda interna, que crecieron mucho y le permitieron a las empresas, vendieron sus inventarios acumulados.

Bush también invadió a Afganistán y a Iraq, con el triple propósito de controlar los recursos energéticos de esos países, fortalecer la influencia política de Estados Unidos en el mundo y elevar los gastos militares, elemento esencial para reactivar la economía nacional.

O sea, que la guerra vino a ser un mecanismo para enfrentar los propios problemas económicos.

Sí. Como el gobierno compró alimentos, medicinas, uniformes y armas para las tropas invasoras, las empresas proveedoras al Estado mejoraron sus ventas y sus ganancias. La invasión a Afganistán se dio a finales de 2001 y para el año 2002 la ganancia promedio de las empresas subió a 15.5%. La invasión a Iraq se dio en 2003 y para 2004 la ganancia empresarial creció 24%. Bush también intentó imponer el ALCA y el Plan Puebla Panamá (PPP) para controlar los mercados y recursos de América Latina, región donde se expandieron las bases militares norteamericanas.

Pero esa política económica expansiva generó un proceso inflacionario que obligó al gobierno a controlar el medio circulante, para lo cual aumentó la tasa de interés a 5.5% y provocó que millones de familias no pagaran los créditos y perdieran sus casas. El sector construcción paralizó los proyectos de viviendas y despidió a millones de personas.

¿Estamos hablando de la crisis de los años 2008-2009?

-Así es. Al crecimiento de la producción y la ganancia empresarial de los años 2002-2007, le siguió una crisis de sobreproducción, pues como millones de personas no pudieron pagar sus créditos debido al alza de los intereses, perdieron sus viviendas y bajaron sus niveles de consumo.

La llamada crisis hipotecaria se trasladó a toda la economía del país, pues la crisis de la construcción y el aumento de los despidos implicó menos demanda interna, menos ventas de las empresas, más despidos, menos ventas, incapacidad de pago de los préstamos por parte de muchas empresas, quiebra de bancos, más despidos, etc.

Bush dejó una crisis de sobreproducción, pero no por exceso de oferta (pues el PIB se estancó en 2008 y cayó -2.4% en 2009), sino por caída de la demanda provocada por los altos intereses y el masivo desempleo. Miles de empresas quebraron. La crisis se extendió al exterior, pues la quiebra masiva de bancos y empresas en Estados Unidos arrastró a buena parte de la economía mundial.

Bush terminó su gestión con fracasos pues no impuso el ALCA ni el PPP.

Lo esencial de la estrategia de su gobierno consistió en controlar los mercados y recursos energéticos del mundo para apuntalar la economía de Estados Unidos, cuyo peso en la economía mundial sigue disminuyendo, y recomponer la hegemonía de Estados Unidos amenazada por el avance de otros países.

Es en ese contexto que surge en el gobierno Barak Obama, ¿cuál es la nueva política?

-En el plano interno, Obama enfrentó la crisis heredada rescatando empresas a través de los fondos públicos. Sin embargo, aunque la economía creció un poco, sus tasas fueron muy bajas. Además, China se le acercó peligrosamente. Para 2015, la economía de Estados Unidos generó el 24% del PIB mundial y la economía China el 15%. El BRIC aportó el 22%.

En el terreno internacional, Obama continuó con la lógica de conquistar mercados externos y derrocar gobiernos que no responden a los intereses de Estados Unidos. Esa es la naturaleza del imperialismo. Pero en vez de realizar invasiones militares, utilizó fuerzas mercenarias en Libia y Siria (acciones precedidas de una falsa primavera árabe generada por los propios Estados Unidos), aplicó la fuerza en Eurasia, tras el golpe en Ucrania, y atacó los procesos revolucionarios y progresistas de América Latina por dos vías: afectando sus economías mediante el abaratamiento de sus materias primas energéticas (para ello Estados Unidos desarrolló el petróleo de Esquisto) y levantando el expediente de la corrupción para deponer gobiernos de izquierda y progresistas utilizando los órganos legislativo y judicial. En el caso de Honduras también utilizó el poder militar.

Esa política tuvo éxitos en Honduras, Paraguay, Venezuela, Argentina y Brasil. Claro, se trata de éxitos relativos, pues el golpe en Honduras casi desmoronó al partido liberal, quebró el bipartidismo histórico y le abrió paso a un proyecto de izquierda encabezado por el Partido Libre.

En Venezuela la revolución sigue en pie y la derecha se estancó en la Asamblea Nacional, tras desconocer el marco legal sobre el que venía actuando.

En Brasil se está librando una gran batalla tras el golpe a Dilma y el intento de anular a Lula. La política económica y laboral, claramente lesiva para el pueblo, seguramente conducirá a un incremento de la lucha social y política y a un nuevo ascenso de la izquierda.

En Uruguay, El Salvador, Nicaragua y Ecuador la izquierda sigue gobernando. En general, la única elección presidencial donde la derecha ha ganado es la Argentina. Donde la izquierda ha salido del gobierno, no ha sido por el rechazo popular, sino por golpes de Estado.

Y ahora tenemos a Trump. Tiene poco tiempo pero ya hay algunas señales de su política económica. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

La salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) parece indicar que la principal estrategia para levantar la producción y ganar terreno en la economía mundial es atraer capitales externos.

Eso también explicaría la amenaza de Trump de subirle el arancel a los vehículos que la General Motor produce en México y vende en Estados Unidos. Esa presión se podría extender a otras empresas de Estados Unidos con inversiones en el exterior.

El retiro del TPP significa que los grupos de poder económico de Estados Unidos, o al menos sectores importantes de poder, consideran que un acuerdo comercial a gran escala no les genera beneficios importantes, pues como su capacidad competitiva ha disminuido, el recorte de aranceles no ayudará a expandir sus exportaciones.

Las decisiones de Trump muestran que para determinados sectores de poder el camino no es solo la expansión en el exterior, sino atraer inversiones.

-Sí. Combinar ambas acciones. La naturaleza imperial es controlar mercados externos, pero ya eso no es suficiente y se ha complicado mucho. Por eso, atraer inversiones es necesario para elevar la producción nacional y seguir luchando por controlar fuentes de materias primas y trasladarlas a Estados Unidos, donde la producción tiene que aumentar para que se mantenga la hegemonía del dólar.

La principal traba de esa política es el elevado costo laboral en Estados Unidos, obstáculo que sería incluso mayor si el gobierno despide mucha mano de obra emigrante, que es más barata que la de Estados Unidos. Trump lo sabe y no hará las deportaciones masivas que algunos prevén.

¿Y cómo las empresas que lleguen a invertir a Estados Unidos podrían compensar el costo laboral, que es mayor en ese país?

-Vendiendo a un precio elevado en el mercado interno. Pero si hacen eso, solo podrían competir con los productos del exterior si el gobierno las protege con altos aranceles. Eso significa guerras comerciales con China, México, Canadá y otros países que venden mucho Estados Unidos.

Ante una situación como esa, la población de Estados Unidos, acostumbrada a comprar productos baratos de otros países, reaccionaría con violencia y exigiría control de precios o aumentos de salarios.

Por otra parte, como el proteccionismo genera una alta inflación, los intereses bancarios subirían y las empresas exportadoras de Estados Unidos perderían competitividad. De manera que si el gobierno de Trump eleva los aranceles para frenar importaciones, no solo desataría una guerra comercial que afectaría la economía mundial, sino que afectaría las exportaciones norteamericanas por dos razones: el encarecimiento de los costos (por la inflación y los altos intereses) y el alza de los aranceles.

¿Cuáles serían los retos de El Salvador en ese contexto mundial?

-Como la economía salvadoreña depende mucho de Estados Unidos sobre todo por la vía del comercio exterior y de las remesas, si la economía de ese país fuera desplazada o tuviera algún descenso, se afectaría nuestro sector exportador y disminuiría la entrada de divisas, lo cual obligaría a reducir importaciones. Como buena parte de las importaciones son de bienes intermedios y de capital que el país no produce, su disminución golpearía a todo el aparato productivo.

La clave para enfrentar esos posibles impactos es levantar la producción nacional de bienes, servicios y materias primas, reducir la dependencia de importaciones, buscar nuevos mercados de exportación y atraer inversiones de países en expansión o cuyo peso en la economía mundial es cada vez mayor, como son China, la India, Rusia y otros. La economía debe exportar más, pero su mayor sustento debe ser el mercado interno, cuya ampliación depende de una mejor distribución del ingreso y de una mayor inversión pública y privada.

Fuente: http://www.diariocolatino.com/las-guerras-ee-uu-ha-enfrentado-propios-problemas-economicos/