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Entrevista al filósofo y activista Noam Chomsky

Consideraciones del viaje de Biden a Oriente Próximo

Fuentes: Truthout

En esta entrevista, Noam Chomsky señala que Biden cumple con una tradición estadunidense: las relaciones con Arabia Saudita «siempre han sido amistosas, sin que las afecte el espantoso historial saudita de abusos contra los derechos humanos, que persiste hasta la fecha».

Es probable que la seguridad figure también en la ecuación del viaje de Biden, en particular con respecto a Israel. También visitará Cisjordania y se reunirá con líderes palestinos, pero es difícil saber qué espera lograr allí. Como señala Chomsky, «las esperanzas palestinas están en otra parte».

C. J. Polychroniou (CJP): La política exterior estadunidense con Joe Biden apenas si se distingue de la de Trump, como hizo notar usted pocos meses después de que Biden asumió el cargo. Cuando era candidato, Biden llamó a Arabia Saudita un Estado “paria” a raíz del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, pero como presidente muestra simpatía hacia su líder de facto, el criminal Mohammed bin Salman. ¿Cuál cree usted que sea el propósito de su visita a Arabia Saudita?

Noam Chomsky (NCh): Sin duda es un error cometer el sádico asesinato de un periodista del Washington Post, en particular uno que fue elogiado como “guardián de la verdad” en 2018, cuando fue elegido Persona del Año por la revista Time. En definitiva, da muy mala imagen, sobre todo cuando se ejecutó con descuido y no se ocultó bien.

Las relaciones de Washington con el reino familiar llamado ‘Arabia Saudita’ siempre han sido amistosas, sin que las afecte el espantoso historial saudita de abusos contra los derechos humanos, que persiste hasta la fecha. No es algo sorprendente en el caso de ‘una fuente estupenda de poder estratégico y uno de los mayores premios materiales en la historia mundial… probablemente el premio económico más cuantioso del mundo en el campo de la inversión extranjera’, como lo describió el Departamento de Estado a mediados de la década de 1940, cuando Estados Unidos le arrebató ese premio a Gran Bretaña en una miniguerra durante la Segunda Guerra Mundial. En términos más generales, Medio Oriente ha sido considerado en la política de alto nivel como la ‘zona estratégica más importante del mundo’, en palabras del expresidente Eisenhower. Si bien las evaluaciones han variado en el curso de 80 años, la esencia permanece.

Lo mismo vale con respecto a países que no alcanzan ese nivel impresionante. Por lo regular Estados Unidos ha dado fuerte apoyo a tiranos asesinos cuando le ha convenido, a menudo hasta el último minuto de su gobierno. Sinceramente queremos que sean libres… libres de hacer lo que nosotros queremos. Es en gran parte lo mismo con Arabia Saudita. Queremos que sean más civilizados, pero primero es lo primero.

En el caso de la visita de Biden, lo primero sin duda incluye renovar esfuerzos para persuadir a Bin Salman de incrementar la producción de petróleo para reducir los precios de la gasolina en Estados Unidos. Habría otros caminos, por ejemplo, un impuesto sobre ganancias excesivas a las industrias de combustibles fósiles, y redistribuir ingresos a quienes han sido enterrados por la guerra neoliberal de clases de los 40 años pasados, la cual ha transferido 50 billones de dólares a los bolsillos del uno por ciento de mayores ingresos. Eso, sin embargo, es ‘políticamente imposible’.

Existen consideraciones de mayor amplitud en el viaje de Biden a Medio Oriente. Un objetivo, sin duda, es consolidar el único gran logro geopolítico de Trump: los Acuerdos de Abraham, que elevaron las relaciones tácitas entre los estados más criminales de la región Medio Oriente/Noráfrica hacia una alianza formal. Los acuerdos han sido elogiados como una contribución a la paz y la prosperidad, aunque no todos están complacidos. No lo están, por ejemplo, los saharauis, entregados a la dictadura marroquí para asegurar que se uniera a los acuerdos… en violación del derecho internacional, pero de conformidad con el ‘orden basado en reglas’ que Estados Unidos y sus aliados prefieren al arcaico e inaceptable orden basado en Naciones Unidas.

Los saharauis pueden unirse a los palestinos y los drusos sirios, cuyos territorios han sido anexados por Israel, en violación de las órdenes unánimes del Consejo de Seguridad, ahora respaldadas por Washington. Y también pueden unirse a otras “personas inexistentes”, entre ellas las víctimas palestinas de la brutal e ilegal ocupación de áreas que no se ha anexado oficialmente.

CJP: Es posible que Israel sea el único país del mundo en que Biden es menos popular que Trump y no hay manera de olvidar las numerosas ocasiones en que ha sido humillado por el ex primer ministro israelí Bibi Netanyahu. ¿Hay algo que Biden espere lograr con su visita a Israel que no sea reafirmar el apoyo estadunidense y profundizar el papel de la alianza de las dos naciones en la región?

NCh: Como en el caso de Khashoggi, el manejo del caso de Abu Akleh fue bastante desaseado. No sólo el asesinato. No es buena idea, frente a las cámaras de televisión, permitir que el ejército israelí ataque una procesión funeral e incluso a los sepultureros, obligándolos casi a dejar caer el féretro. La audacia del asalto es reveladora ilustración del deslizamiento israelí hacia la derecha y su confianza en que el jefe aceptará prácticamente todo. La confianza no es del todo errada, en particular después de los cuatro años de generosos regalos y patadas en la cara de los palestinos del gobierno de Trump.

No he visto encuestas, pero no sería gran sorpresa encontrar que Trump también es popular en la ‘democracia iliberal’ de Hungría, elogiada por Trump y virtualmente venerada por el astro mediático Tucker Carlson, de la extrema derecha. La Hungría de Viktor Orbán se convierte ahora en aliada cercana de Israel, sobre la base de actitudes y prácticas racistas compartidas, al igual que su molestia por no ser apreciados por los liberales de corazón blando en Occidente.

Una pregunta abierta es cuánto capital doméstico ganará Biden con sus esperadas expresiones de amor eterno hacia Israel. Esa postura se ha vuelto menos popular de lo que era entre su base liberal, a medida que la conducta criminal de Israel se vuelve más difícil de tragar.

Al igual que Gran Bretaña anteriormente, Estados Unidos tendía a apoyar al islam radical, al que veía menos como una amenaza al dominio imperial. Israel resolvió el asunto en ese tiempo al entregar la victoria a Arabia Saudita. Fue en ese punto cuando el apoyo estadunidense a Israel adoptó la forma extrema que ha prevalecido desde entonces, como parte de una estrategia hacia Medio Oriente, basada en tres pilares: Israel, Arabia Saudita e Irán (en ese tiempo gobernado por el sha). Técnicamente, los tres estaban en guerra. En realidad, eran aliados tácitos, muy cercanos en el caso de Israel e Irán.

Los Acuerdos de Abraham elevan la alianza a un nivel formal, ahora con un elenco ligeramente distinto.

CJP: ¿Ve alguna razón por la cual los líderes palestinos deban reunirse con Biden? ¿Pueden lograr algo más que tomarse la foto con el presidente de Estados Unidos?

NCh: No hacerlo suscitaría una ola de propaganda hostil, que es lo que menos necesitan ahora los acosados palestinos. Hacerlo logrará poco o nada, pero al parecer es la opción menos mala.

Eso en cuanto a esa pregunta en sí. Las esperanzas palestinas radican en otra parte.

Parece extraño decir esto ahora, a la luz del colosal apoyo estadunidense a Israel después de su demostración de fuerza militar en 1967, pero las esperanzas palestinas podrían estar en Estados Unidos. Existen fisuras en el apoyo, antes sólido, a las acciones israelíes. La opinión liberal ha virado hacia el apoyo a los derechos de los palestinos, incluso entre la comunidad judía, como documentó Norman Finkelstein hace una década. La tortura cada vez más brutal a los 2 millones de habitantes de la prisión a cielo abierto de Gaza ha tenido efectos particularmente dramáticos.

Estos cambios aún no influyen en la política, pero es probable que se vuelvan más pronunciados conforme Israel continúa derivando hacia la derecha y los crímenes casi cotidianos se vuelven cada vez más difíciles de ocultar o explicar. Si los palestinos pueden superar sus fuertes divisiones internas y en Estados Unidos se desarrollan movimientos efectivos de solidaridad, pueden venir los cambios, tanto al nivel de los pueblos como en la política gubernamental.

Ese podría ser un camino hacia el elusivo objetivo de una paz justa en la antigua Palestina e incluso hacia acuerdos regionales que no sólo reflejen los intereses de las estructuras represivas de poder, sino de los pueblos de la región, que en repetidas ocasiones han luchado por un destino mejor.

* Publicado originalmente en Truthout

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/07/18/chomsky/chomsky-huellas-de-trump-en-la-visita-de-biden-a-medio-oriente/

Traducción: Jorge Anaya