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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre "Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal "

«Constituir implica hacer algo para que exista lo que no existe. La historicidad no es pronosticable»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. *** -Estamos en el apartado: «Algo más sobre frónesis y ethos». Has hablado de ethos pero creo que no de frónesis. […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.

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-Estamos en el apartado: «Algo más sobre frónesis y ethos». Has hablado de ethos pero creo que no de frónesis. En todo caso, ¿cómo debemos entender este concepto?

-Sí, he tratado el asunto, tanto en la primera como, de forma más detenida, en la segunda parte del libro, donde comento textos que Aristóteles que cito.

-Pues me le lucido. Entonces para profundizar en él.

-Te comento teniendo en cuenta la extraordinaria obra de Pierre Aubenque sobre el asunto, La Prudencia en Aristóteles.

-Coincidimos en eso.

-La elaboración más extensa y detenida está en la segunda parte del libro. Frónesis es la denominación del pensamiento que dirige la práctica política, dado que ésta no puede ser guiada por la ciencia o episteme. La frónesis es parte de la doxa u opinión, del sentido común bien orientado. ¿Por qué se excluye la ciencia?

-Eso, hemos hablado de ello pero vuelvo a preguntar: ¿por qué?

-La actividad política se orienta al logro de un fin, que debe ser alcanzado porque no se da y se concreta en la realización de este o aquel objetivo o propósito, concretos, actuales, a lograr; debe partir de un saber hacer poseído que es ambiguo, el saber hacer hasta ahora acumulado en el grado momentáneamente actual del mismo: el saber hacer no tiene relación con el objetivo, debe ser reelaborado y aplicado en concreto, creativamente, para la situación presente. La actividad debe tener en cuenta el kairós, la oportunidad concreta, la situación dada que es siempre distinta -aliados concretos y su capacidad, enemigo y fuerza del mismo en este momento, recursos movilizables por cada uno en esa situación, las opciones que en este caso elige el enemigo, su creatividad-. Y debe tener en cuenta, sobre todo, el concreto grado de capacidad de hacer, la causa eficiente poseída, ahora, aquí, y su eventual inmediato desarrollo, que tiene el protagonista comunitario, y su creatividad. Precisamente, si me permites el excurso

-Por supuesto que te permito.

-Nosotros, los marxistas, animamos a la creación ex novo de una causa eficiente no existente, cuya capacidad de hacer no podemos conocer en consecuencia, proponemos la constitución organizada de los subalternos -el proletariado-, en clase, así reza el Manifiesto Comunista, para que se autocree dotándose, también creativamente, de un ethos propio, y se convierta en Estado. En esta situación, para la política, solo la experiencia de casos anteriores es saber útil, porque da cuenta y razón de la creatividad concreta anterior con la que se respondió a situaciones anteriores concretas y puede ayudar a la creatividad de la imaginación práctica actual, de forma que inspire un hacer nuevo, adecuado al fin, en estas nuevas particulares condiciones; la frónesis es saber de veteranos. La ciencia, sin embargo, puede ser bien dominada por los jóvenes; pero trata de lo universal, no de lo particular concreto –non est sciencia de particularibus– y trata de lo que es necesariamente, o de lo que fue, no de lo que puede ser o no ser, no de lo contingente, no de lo que aún no existe.

-De lo que aún no existe desde luego… aunque también bien mirado cuando se señalan escenarios futuros de forma conjetural. No entro en lo de lo particular concreto, porque, más allá, del lema aristotélico, no sé si la Geología, por ejemplo, no es ciencia de un particular concreto aunque ciertamente cuelga de saberes científicos que tienen otras características. No es éste el punto.

-La geología, como las disciplinas botánicas y zoológicas que explican evolución de las especies -bueno, ahora existen otros nuevos «reinos» biológicos-, poseen una vertiente histórica, de explicación de cambios y transformaciones únicas, de particulares concretos, dadas en el pasado. La historia natural es como la historia humana, un saber contrastado, fundamentado en hipótesis y pruebas, que podemos denominar ciencia. Sabemos sin embargo que su explicación es siempre desde el presente, hacia el pasado, ex post, caso a caso, con consciencia de la singularidad de lo tratado, y sin estipular legaliformidades para futuros posibles casos -«leyes»-. Sebastiano Timpanaro había tratado sobre estas cosas hace mucho tiempo. Pero si aceptamos estos ítems como elementos definidores de la ciencia, solo las históricas serían ciencias. Por mi parte, yo no tendría inconveniente alguno en que el término ciencia restringiese su extensión, las palabras deben servir para entendernos. Pero no creo que sea posible.  

-No lo es en mi opinión. Sigo adelante, después de agradecerte el recuerdo de Timpanaro, un filósofo del que yo creo haber aprendido mucho, mucho. Hablas de cultura mediterránea. ¿Y qué es eso de una «cultura mediterránea»? ¿Qué importa que sea mediterránea, cantábrica o báltica pongamos por caso?

-En estos tiempos, de poca lectura, es expediente fácil para quitar de en medio a autores, declararlos culpables de algún defecto; en este caso, el «eurocentrismo». Curiosamente, el pensamiento posmoderno, liberal, epítome de la Europa actual, maneja con soltura ese apelativo siempre que le conviene. Se suele apelar a este expediente para legitimar el abandono de la tradición clásica, fundamental bastión intelectual contra el liberalismo. Es sangrante, porque lo que se denomina Europa, ese mito ideológico del que se predican todas las virtudes, incluida la de la paz -sin ir más lejos, en el inmediato siglo anterior, ha sido el foco de las dos guerras mundiales… dejo de lado las balcánicas de finales del XX por haber sido inducidas por los EE.UU.-, es desde su constitución como tal mito, esto es, desde que Europa deja de ser noción geográfica para sustituir el mito de la cristiandad, un territorio que rechaza la tradición clásica y se declara en favor del Liberalismo. Por ello creo muy conveniente recordar que la tradición clásica no es «europea». Nace, como cultura, en general, en territorios ribereños del Mediterráneo; Anatolia y sus islas aledañas, jónicas. Creta, Egipto de donde procede la geometría, etc. Y en parte de la península Helénica y de la costa del mar Negro. Se extendió por parte del Mediterráneo occidental. Su continuación en Roma, hace que se extienda por todo el norte de África, y un número notable de los autores más prestigiosos de ese periodo fueron africanos. La finalidad de la precisión geográfica es, por tanto, salir al paso de la objeción de la prepotente ignorancia liberal posmoderna y sus latiguillos. Este pensamiento perseguido en Europa, nada tiene que ver con el imperialismo europeo.

-Hablas también de ideologías cientifistas o cientificistas. ¿Cuándo una ideología es cientificista? ¿Lo es el marxismo en algunas de sus variantes?

-Una ideología es cientifista cuando cree que la ciencia es la solución de los problemas sociales humanos, que ella aporta las soluciones, explica los medios y recursos, prescribe las estrategias, pronostica el futuro, explica cómo debe ser éste… Unas veces, entendiendo por ciencia lo que los mismos epistemólogos tienen por tal saber, otras veces llamando ciencia a cualquier disparate, por ejemplo: «leyes de la historia», etc. En el marxismo ha habido una mayoría de variantes que son cientifistas. El marxismo «estándar» es cientifista. Incluye al soviético y a las otras canónicas «M-L», que son muy semejantes al diamat a pesar de que pueden ser defendidas por partidos muy enfrentados entre sí; el estructuralismo marxista, los denominados marxismos analíticos, que son simple neopositivismo, con una onto antropología o individualista antropológica o -el primer Gerard Cohen- estructural funcionalista…todas estas corrientes no tienen nada que ver con Marx, cuya política parte de la creación, del hacer emerger, surgir o constituir una fuerza o causa eficiente antes no existente, del propósito práxico de crearla, de crear un novum no existente, aquí, en concreto, ahora, en estas particulares circunstancias sociales, para enfrentar este enemigo de clase actual y su concreta capacidad de acción, y para hacerlo a partir de la capacidad de hacer nuestra, la que vayamos siendo capaces de crear: «constitución del proletariado en clase», reza el Manifiesto Comunista. Constituir implica hacer algo para que exista lo que no existe. La historicidad no es pronosticable.

-Entiendo entonces que si alguien sostiene que la ciencia es tan sólo un conjunto de disciplinas que aportan su modestísimo grano de arena a la comprensión y a veces intento de solución de los problemas sociales humanos, sin que aporte soluciones ni explique los medios ni los recursos, ni prescriba estrategias ni pronostique ni dibuje futuro alguno, entonces ese alguien no es cientificista.

-Estamos de acuerdo en que las ciencias pueden explicar lo que acaece y ayudar a la opinión pública a actuar. Pero no pueden ser la solución porque no han sido la causa. La causa está en las relaciones sociales que organizan la actividad humana. La caldera de vapor, o la nitrogenación química de la tierra, son técnicas por sí, ni buenas ni malas; lo son sus aplicaciones masivas y descontroladas, organizadas por un orden socioeconómico que las subsume y utiliza de una determinada forma; eso es lo peligroso.

-De acuerdo hasta aquí.

-En Bizancio, la caldera de vapor, dadas las relaciones sociales que organizaban la producción, solo sirvió para crear autómatas con los que el emperador jugaba.

-Sacristán solía dar también ese ejemplo.

-Si son las relaciones sociales lo que resulta peligroso, sólo otras nuevas, aún inexistentes, y a crear entre todos, pueden ser la solución. Sí son valiosos los estudios sobre el colapso ecológico al que nos abocamos. Pero no fueron, por ejemplo, los ingenieros alemanes, los que descubrieron la manera química de nitrogenar la tierra, los que han producido la sobrepoblación demográfica y la extenuación de las tierras.

Un amigo, Nando, nos explicaba en Espaimarx que el otro día, en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, un investigador del Pick Oil explicaba la necesidad de cambiar de tecnología y transformar el aparato productivo, dado el agotamiento de las energías fósiles. La parte de investigación real incluida en su intervención se reduce a los datos sobre al agotamiento de petróleo, carbón, etc. Señalaba que el cambio de tecnología, de darse, exigiría la inversión del 10 % del PIB durante 30 años. Esto es una proyección de datos, desde la imaginación de un conocedor de macroecomía, ya no es Pik Oil. Pero no digo que no sea un buen cálculo especulativo. Seguro que la proyección imaginaria, y la propuesta de creación de una alternativa tecnológica, están, ambas, bien fundamentadas. Pero ya son propuestas de algo que no existe, son acto de imaginación; eso ya no es ciencia, la ciencia solo explica lo que existe, y lo que proponía este estudioso de las energías, no existe, y puede no llegar a existir nunca -suena a terrible porque es terrible. Por lo demás, sí quedaba fuera de la especulación la madre del cordero del asunto: cómo se logra que eso sea llevado a cabo, cómo se genera una fuerza social que imponga eso. Qué «causa eficiente» histórica puede imponer esa transformación de la realidad social. Ese tema es solo reflexionable desde la filosofía de la práctica, que no es ciencia. Y se trata de ayudar a conseguir que se creen -es expresión fatigosa, pero así lo siento- unas relaciones sociales que generen un poder de control sobre la actividad y le impongan cambios, para lo cual lo imprescindible es tratar de dar ahora los primeros pasos de constitución de movimiento social cultural… Esto, todo esto, no es ciencia.

-No, no lo es, desde luego que no, nadie debe confundir la A con la derivada de sen (log (3x)). Por cierto, no te he preguntado, ¿qué es la ideología para ti? ¿Falsa consciencia, posición general, cosmovisión? ¿Son falsas las ideologías? ¿Son contrarias al conocimiento contrastado?

-Por mi parte, estoy por la opción de las cosmovisiones, o totalidades de pensamiento que organizan la actividad de la razón práctica de una comunidad, le dan sentido y le proporcionan el saber hacer mediante el que la actividad produce y reproduce el mundo material. Y, además, recogen, elaboran la experiencia de vida, la explican, y redirigen la actividad de los individuos. Las cosmovisiones son siempre dinámicas, están en constante reelaboración y cambio, como todo lo que constituye parte de un ser que es histórico. En ellas, unas veces en el seno de la misma, otras, entre cosmovisiones confrontadas, se producen los combates entre proyectos opuestos para la sociedad. Las formas de consciencia, los saberes prácticos, y los saberes que recogen la experiencia, la reelaboran, y mediante los que se expresa el sentido del mundo, los principios, los proyectos, de la comunidad y de nosotros como individuos, dentro de la misma, no son falsos, pues son reales, todos pensamos a partir de nuestra cosmovisión. Y no son falsos por ser distintos del conocimiento científico; no tienen por qué serlo, y, además, su distinción, cuando se da, no niega el saber científico, como no niega el sentido común que se tiene de que el fin propuesto es tal, precisamente porque no se da en la realidad. Querer un mundo justo, constituido por iguales, es algo que, en la medida en que se expresa como fin, es reconocido como objetivo no real actualmente. No por ello es erróneo

-Desde luego que no.

-Sí sería erróneo declarar justo, igualitario, el mundo existente. El hecho de que los fundamentos de la cosmovisión no sean científicos no implica que éstos sean erróneos, ni, forzosamente, anticientíficos. Pero sí cabe que ideas, concreciones deseadas de proyectos, etc., a veces, choquen con ideas procedentes de la ciencia, lo cual es negativo, desde luego. Las cosmovisiones, que generan las dudas convertidas posteriormente en hipótesis heurísticas de las ciencias, sobre todo de las sociales, además, usan instrumentalmente las ciencias, las ponen como medio de sus fines y proyectos. Las cosmovisiones se desarrollan; surgen y acompañan, producen al guiar la actividad humana, el desarrollo de una cultura de vida, de un bloque social organizado. Son la cultura material de vida que permite a los individuos objetivarse, y elaborar la vida cotidiana histórica de cuya existencia depende la del sujeto social. Son históricas. Creo que la respuesta a esta pregunta aclara lo que he respondido cuando me has preguntado sobre lo que entiendo por cientifismo.

-Para comprender mejor. Te cito: «Sí sería erróneo declarar justo, igualitario, el mundo existente». ¿Erróneo no es una categoría gnoseológica? ¿Desde qué saber se puede declarar erróneo el considerar justo el mundo existente? Como sabes, algunas gentes, desalmadas-equivocadas en mi opinión, piensen que lo es. No sólo que lo existente es lo que hay sino que es justo, teniendo en cuenta los méritos de cada cual o los de su familia, y además tienen la excelencia de pertenecer al mejor de los mundos posibles (no de los quiméricos e inconsistentes). Si no fuera una burrada lo que señalo, ¿no estamos dando una importancia mayor a los conocimientos científicos y a los no científicos, a los que surgen más a ras del suelo, más empíricamente?

  -Es cierto que he juntado dos tipos de evaluación. Quería haber dicho que desde una perspectiva gnoseológica es falso describir como igualitario este mundo. Sobra la palabra «justo» o «injusto». Quien considerara igualitario este mundo, quien pretendiera demostrar eso, sería simplemente un falsificador de datos. Pero, aunque me gustaría, no puedo concluir que se puedan extraer juicios morales en el sentido que yo quisiera de la constatación de la desigualdad. Si se parte de axiologías valorativas, que tú y yo consideramos canallas, tales como las que se sostienen en el darwinismo social humano, que parten de que existen seres humanos superiores e inferiores, que las diferencias sociales se deben a diferencias de calidad entre los humanos, se llega a la defensa de estas cosas. También desde interpretaciones religiosas puede llegar a defenderse esto; la desigualdad como orden cósmico divino; etc. Es más, creo que volvemos a un retorno de estas ideas, a partir de las variantes ideológicas liberales, fundadas en el individualismo egoísta antropológico, la apología de la libre competencia, etc. Porque de una constatación científica no se puede concluir un juicio moral. Gente muy culta y gente muy poco culta, gente muy conocedora de ciencia y gente poco conocedora de ciencia, por igual, mantienen posiciones de uno y otro tipo. Y desde sus propias axiologías morales -o incluso desde la axiología que juzga la moralidad como un tóxico- se han sostenido ideas que incluso utilizan los datos de las ciencias para su argumentación. Por eso creo que el humanismo y las escuelas humanistas universalistas deben ser valoradas en toda su importancia.

-Según leo en tu libro, el rey Basilio de La vida calderoniana representaría la opción por las ciencias en el hacer político y argumentas para ello en sus consultas astrológicas. Pero, ¿es un buen argumento el hacer referencia a la astrología? ¿Seguía siendo un conocimiento digamos científicos en aquel siglo?

-Comienzo respondiendo a la segunda pregunta. No creo que la astrología posea valor cognoscitivo alguno, ni el horóscopo, o las cartas; ni que la quiromancia, ni que la craneología o frenología, puedan permitir conocer el comportamiento de las personas. Al respecto, me permito resumir el chiste de sal gruesa que Hegel explica en Fenomenología del Espíritu, para burlarse de la frenología.

-¿Nos lo recuerdas?

-Hegel escribe que sí se ha probado que las protuberancias óseas craneales tienen relación con el comportamiento humano, como se echa de ver en la relación entre las protuberancias óseas de la frente de algunos maridos y el comportamiento de sus respectivas mujeres.

-¡Vaya con herr Hegel!

-Chiste chocarrero, cierto, pero muy ilustrativo sobre la opinión que a él le merecen estas tonterías, y además, útil, porque en algún lugar he leído que el bueno de Hegel sí creía en tales cosas; …pues, bueno, para salir al paso de estas tonterías, basta leer la obra más citada, más famosa, de este autor.

-Tarea no siempre fácil.

No hubieran hecho mal en leerlo tantos científicos y filósofos de tradición positivista que desarrollaron estudios frenológicos para discriminar biologistamente sobre razas superiores e inferiores, o sobre los comportamientos «desviantes» de comunistas, anarquistas u homosexuales…

-Pero, querido Joaquín, los filósofos de tradición positivista (que no es equivalente a filósofos analíticos en general) no suelen desarrollar esos estudios frenológicos y los nudos que tan correctamente criticas tienen en muchos filósofos analíticos aliados consistentes en grado sumo. No creo que haya habido mucha gente que haya peleado tanto por esas supuestas «razas inferiores» como un recientemente malogrado filósofo de la matemática, analítico en grado sumo, llamado Michael Dummett. Ser analítico no equivale a ser agente de la reacción contrarrevolucionaria. De hecho, un maestro tuyo, positivistón según algunos, fue un rojo encendido hasta el final de sus días. Como su compañera, también maestra tuya.

  -Estaba pensando, por ejemplo, en Cesare Lombroso miembro de la escuela filosófica positivista, italiano, que aplica esas ideas filosóficas y crea la escuela frenológica que sustenta la explicación del comportamiento social humano en la biología y la herencia. Pero también en Mariano Cubí o en Pi i Molist y en Gregorio Marañón… O en la novelística naturalista, que elabora sus mundos literarios desde el positivismo filosófico, en el mismo Émile Zola… Estos autores pertenecen al positivismo filosófico, se adscriben conscientemente al mismo y desde esa filosofía elaboran sus teorías científicas, sus interpretaciones biologistas del comportamiento humano, del crimen, del alcoholismo. Aplican el método científico de las ciencias físicas al estudio de la sociedad, tal como Comte propone. Precisamente los analíticos no caen en estos dislates. No, desde luego, Manuel Sacristán, que no era un positivista, no era un comteano. Quienes lo juzguen así, lo hacen a mala idea, desde luego.  

-Fue una broma de amigo, de Javier Muguerza. Lo que señalas y criticas, desde mi punto de vista seguramente equivocado, son ciertos usos y prácticas de autores que se inspiran en filosofías positivistas. Pero hay más frutas en ese árbol. Por cierto, hablando de Giulia, creo que te gustará leer esto: « En «Dictados de G.A.» puede verse la siguiente nota de Sacristán, de la noche del 21 al 22 de febrero de 1980, la noche anterior a su fallecimiento: «Hacia las cuatro me pareció que me buscaba con la mirada (yo estaba en el sillón) y me acerqué a preguntarle qué quería. Contestó, un poco más fuerte que otras veces hoy, pero, de todos modos, casi incomprensible: «Es triste no poder hablar». Yo le contesté: Sí, pero yo te lo entiendo todo». Ella sonrió y me dijo, ya mas flojito: «¿Qué entiendes?». «Que me buscabas con la mirada», le contesté. Ella me hizo gestos de que no, y añadió: «¿Qué entiendes en general?». Yo dije: «Entiendo que tú me quieres, y a Vera, y a otras personas. Y que tú sabes que yo te quiero, y que te quiere Vera, y también otras personas. Y que yo sé que tú sabes que yo te quiero y Vera, y también otras personas… » Ella sonrió y me dijo muy bajo: «Síiii»». Volvamos a la astrología.

  -Gracias, Salvador, muchas gracias por la cita. Es… o bueno, en primera persona, me ha emocionado; mucho. La hondura del mundo humano: Giulia.

-Eso pretendía. Es hermoso lo que dices.

-Volvamos a la astrología, sí.

-De acuerdo. Vamos a ella. Te pregunto a continuación.

  -De acuerdo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.