Las estrellas están alineadas a favor de la reelección de Obama en noviembre de 2012. No se unirá a Jimmy Carter para ser el segundo demócrata en perder un segundo período en 120 años. Hay cinco cosas a favor de Obama. Primero, los republicanos -impulsados por los miembros más conservadores en el Congreso- se enfrentarán […]
Las estrellas están alineadas a favor de la reelección de Obama en noviembre de 2012. No se unirá a Jimmy Carter para ser el segundo demócrata en perder un segundo período en 120 años.
Hay cinco cosas a favor de Obama.
Primero, los republicanos -impulsados por los miembros más conservadores en el Congreso- se enfrentarán a una primaria con muchos candidatos que presentarán posiciones ideológicas duras. Será como si Michelle Bachmann, Newt Gingrich, Donald Trump y otros estuvieran a sueldo del Comité Nacional Demócrata. El plan Robin Hood al revés de Paul Ryan, presidente del Comité Presupuestario de la Cámara de Representantes, que propone recortar más de $6 billones de dólares de gastos durante una década, brindará la indignación necesaria alimentada por un presidente que posee disciplina verbal.
Segundo, los ataques de los gobernadores republicanos a los sindicatos están alejando a los electores indecisos y a los demócratas reaganianos en Ohio, la Florida, Pennsylvania y Wisconsin. Imaginen la reacción electoral si millones de trabajadores pierden su derecho a la negociación colectiva, y el impacto que las reducciones de beneficios y salarios tendrán en su vida.
Gobernadores demócratas como Jerry Brown de California, Pat Quinn de Illinois y Andrew Cuomo de Nueva York están reduciendo -pero no eliminando- los derechos de negociación de los trabajadores. Este es un contraste políticamente útil para Obama. Los demócratas reaganianos, los cuales han ganado muchas elecciones para los republicanos, son una buena adición para Obama en los estados en discusión.
Sin Contrarios
Tercero, ningún candidato está surgiendo como un reto para Obama en las primarias. Una discusión de las olvidadas promesas de campaña de Obama y de su historial tendría apoyo popular entre los demócratas. Aun así, la base liberal no tiene adonde ir para enviar un mensaje acerca de la guerra, acuerdos de libre comercio, aumento del salario mínimo y membresía sindical.
Ni tampoco un tercer partido o una candidatura independiente son una amenaza, dado el sistema de dos partidos donde el ganador se lo lleva todo.
Cuarto, Obama ha neutralizado gran parte del entusiasmo por derrotarlo del cabildo de las grandes corporaciones. Desde el principio él decidió no procesar a ejecutivos de Wall Street de las firmas bancarias, corredoras de acciones y evaluadoras. Las compañías transnacionales están tan contentas con la posición de Obama acerca del comercio, de no perturbar los muchos subsidios, limosnas y regalos a las corporaciones, como el caso del subsidio al maíz-etanol.
Refugios para los ricos
Para 2014, «Obamacare» habrá entregado a unos 30 millones de clientes subsidiados a las compañías de seguros de salud. La industria automovilística está agradecida eternamente por su rescate. Obama no ha tomado medidas en cuanto a la reforma tributaria corporativa, refugios fiscales para los ricos o el trato preferencial del impuesto al patrimonio por el pago de 20 por ciento por servicios de los administradores de capital de riesgo. No se olviden de diciembre pasado, cuando Obama aceptó prorrogar los descuentos a los impuestos para los ricos mientras que el déficit presupuestario aumentaba.
El complejo militar-industrial en contra del cual alertó el presidente Dwight Eisenhower en su discurso de despedida hace 50 años, aún es incontrolable, lo que ha hecho al saliente secretario de Defensa Robert Gates a expresar serias preocupaciones. Obama ha sorprendido incluso a George W. Bush y Dick Cheney y a su cohorte de neoconservadores que casi no pueden creer lo militarmente agresivo que Obama ha sido en casi todos los actos que los liberales consideraban delitos procesables por el ex presidente George W. Bush.
Grandes Negocios
Y está Jeffrey Immelt, el presidente y director general de General Electric Co., quien puede atestiguar cómo Obama ha tendido la mano a los grandes negocios. GE Capital fue rescatado. La compañía no pagó impuestos federales sobre los ingresos a pesar de obtener $14,2 mil millones de ganancias en 2010 y recibió un beneficio de $3,2 mil millones. Immelt recibió un aumento de sueldo de $15,5 millones. Y en enero Obama lo nombró presidente del Consejo Presidencial para Empleos y Competitividad, mientras le permitía permanecer como presidente de la compañía que recibe muchos contratos gubernamentales y tiene problemas regulatorios con las autoridades federales. El estado corporativo no es mucho mejor que esto.
Quinto, como los republicanos tienen poco que ofrecer en el área de crear empleos, Obama solo necesita mostrar una mejoría en los indicadores macroeconómicos, como hizo Ronald Reagan en 1983-1984, y proceder a exhibir todas las rebajas de impuestos que ha convertido en ley para los grandes y pequeños negocios. Los norteamericanos pobres que continúan soportando el peso de la recesión no van a votar por los republicanos. Será fácil para Obama con sus habilidades oratorias mostrar a la Cámara de Representantes controlada por los republicanos como obstruccionista, especialmente a medida que desarrolla un plan económico para su segundo período.
Quedan los Cisnes Negros, sucesos que no pueden ser predichos, como han demostrado ser los de Japón y Medio Oriente. El manejo de ellos con firmeza y calma desde la Casa Blanca es lo que la mayoría de la gente espera de un presidente. Obama seguramente no repetirá los errores de Bush después del huracán Katrina en 2005.
Obama es reacio a entrar en conflicto con el poder corporativo y excesivamente obsequioso en transar con los republicanos, dejando a estos que discutan sobre todo entre ellos mismos. El duopolio político permite al Obama táctico utilizar la tribuna para su provecho político, incluso aunque sus principios perezcan, Obama puede mirar contar en 2012 con cuatro años más en la presidencia.