Recomiendo:
0

Hablamos con los autores de ‘Políticas trans. Una antología de textos desde los estudios trans norteamericanos’

Cultura trans o cómo llegué a (re)conocerme en ti

Fuentes: Diagonal

Miquel Missé y Pol Galofre han coor­­dinado desde Barcelona una útil y sorprendente selección de textos norteamericanos sobre políticas trans, publicados en la editorial Ega­les, traducidos, contextualizados y editados al español por un grupo de activistas e investigadores transexuales y transgénero. Suya es la frase: «Cuantos más cuerpos sean posibles, habitables y de­sea­­bles, menor será […]

Miquel Missé y Pol Galofre han coor­­dinado desde Barcelona una útil y sorprendente selección de textos norteamericanos sobre políticas trans, publicados en la editorial Ega­les, traducidos, contextualizados y editados al español por un grupo de activistas e investigadores transexuales y transgénero. Suya es la frase: «Cuantos más cuerpos sean posibles, habitables y de­sea­­bles, menor será la necesidad radical de modificar los que sienten muchas personas». Hacemos un tres bandas chateado. Comienza el experimento.

¿Qué es eso de «la generación de cultura trans»?

Miquel Missé: Es la idea de base de nuestro proyecto. Estamos convencidos de que cuantos más referentes trans existan menor será el estigma y el autoestigma de las personas trans.

Pol Galofre: para mí es eso, la idea de generar espacios y referentes para que la gente pueda pensarse, pero también generar espacios para que las personas trans puedan expresar su creatividad. Generar o visibilizar los espacios y los referentes ya existentes. Que haya más ejemplos, más posibilidades, tanto de ser como de hacer.

A mí me parece muy evocadora la idea de una cultura trans hecha de todo tipo de personas y paisajes, no sólo las explícitamente transexuales, pues todas estamos de alguna forma fuera del marco binario -construido culturalmente- hombre/mujer, cultura trans como algo más amplio que cruce distintos campos (educativo, artístico, científico, legislativo, personal…) como lo hace la selección de textos que habéis hecho para vuestro libro…

P.G.: Bueno, eso de que estamos todas fuera del marco binario podría ser muy puntualizable, porque hay mucha gente que está muy asentada en esas categorías y perfectamente cómoda en ellas. Esa gente puede ser cis (en la mayoría de casos) o puede ser trans (en algunos otros), pero existen y no hay que pasarlos por encima. Ahora, es cierto que el género y la rigidez del sistema sexo-género nos atraviesa a todas, nos encorseta. Después, dicho esto, es cierto que es interesante intentar pensar el mundo a través de un prisma trans y ver qué nos puede decir lo trans sobre ese mismo mundo, como hacen algunos de los textos que hemos seleccionado. Como el de Dean Spade sobre el sistema penitenciario.

M.M.: La selección de textos o incluso el proyecto del libro son una de las estrategias posibles para divulgar la cultura trans. El campo de los estudios trans es hoy en día inmenso y nosotros hemos hecho una humilde aproximación traduciendo algunos de los textos que nos parece que tiene sentido traducir y pensar desde nuestro contexto. De hecho, la traducción de textos en sí misma es un eje muy importante de eso que llamamos cultura trans.

Se produce mucho en distintos contextos del mundo y, a pesar de vivir en un mundo ciberconectado, seguimos en circuitos y discursos muy endogámicos.

Spade plantea una crítica a la promulgación de leyes contra crímenes de odio. Dice: «Las narrativas gais y lesbianas mejor financiadas y más ampliamente emitidas (en EE UU) nos cuentan que el Estado es nuestro protector, que sus instituciones no son centros de violencia racista, homófoba, tránsfoba o capacitista, sino que son espacios para nuestra liberación. Sabemos que eso no es verdad». Desde vuestro punto de vista, ¿se puede aplicar esta afirmación al contexto europeo?

P.G.: Totalmente. Se puede aplicar totalmente. Gran parte de la violencia que reciben las personas trans hoy en día viene por parte del Estado u organismos que de él dependen. El hecho de que no nos permitan tener un DNI acorde con nuestro género sin presentar un diagnóstico de disforia de género por parte de un psiquiatra o un psicólogo clínico es un ejemplo de ello. Vas a ser constantemente identificado con el nombre que no utilizas, por parte de la policía, por parte de los médicos, en las bibliotecas, en la universidad… Si en esos lugares no hay una voluntad individual de hacerte la vida más fácil, no tienen porqué hacerlo. Si además lo mezclamos con temas de raza y clase, ya ni te cuento. La policía y nuestras instituciones son bastante racistas, negarlo es estar un poco ciego. Eso no quiere decir que no haya gente luchando para cambiarlo también desde dentro, pero las redadas racistas están a la orden del día. Y si encima de eso eres trans, visiblemente trans, o con un nombre en los papeles que no concuerda con tu imagen, ya no quiero ni imaginarme.

M.M.: Lo suscribo.

P.G.: Además, si nos ponemos a hablar de pinkwashing no acabamos. Pensamos que el resto del mundo que no es Europa o Estados Unidos son absolutamente machistas y homófobos, y nos lo venden como que son superdiferentes a nosotros, cuando, si miramos atentamente, en lo que llevamos de año ya hay unas cuantas mujeres que han muerto a manos de hombres. Claro que hay cosas que están cambiando y que ahora mismo es políticamente incorrecto ser homófobo, pero eso es sólo hasta que cambie un poco la voluntad política. La extrema derecha está muy presente en Europa ahora mismo, no tenemos que relajarnos con ello.

Vuestro libro se presentó días antes de la muerte de Alan, que generó concentraciones de familias, profesores y activistas trans por todo el Estado denunciando esta tragedia como otro «asesinato social»…

M.M.: El suicidio de Alan nos obliga a transformar urgentemente nuestra cultura, sin duda.

Emergen en los medios otras representaciones de las identidades de género y diversidad sexual, se publican libros como el vuestro, se hacen películas, obras de teatro, manuales para escuela… En contraste con la derechización y aumento de violencias racistas, sexistas, clasistas, privatizaciones, recortes sociales… Es un toma y daca… Y lo trans ¿está de moda?

M.M.: Habría mucho mucho que decir sobre el boom mediático trans al que estamos asistiendo. Desde Cay­tlin Jenner a La chica danesa, lo trans lleva un tiempo siendo exotizado y convertido en algo que no tiene necesariamente que ver con la vida cotidiana de una persona trans. Casi como un prefijo de algo revolucionario y, lamentablemente, a veces dista bastante de la realidad. Pero aunque los medios de comunicación estén inundando el imaginario colectivo de historias trans, eso no quiere decir que sean emancipadoras o empoderadoras. No tengo tan claro que la visibilidad sea siempre signo de progresismo.

P.G.: Estoy totalmente de acuerdo con Miquel, de hecho creo que vale la pena revisar qué tipo de historias trans son las que toman presencia en los medios y veremos que la mayoría son muy similares. Además en la mayoría de casos presentan pocas disidencias en cuestión de expresión de género, suelen ser gente que es muy poco visible como trans.

Esto tiene un doble filo. Por un lado es maravilloso que haya más imágenes de lo trans, y que ser trans haya dejado de ser un sinónimo in­mediato de marginalización, pero también puede ser utilizado en nuestra contra. Un poco como le está pasando a lo gay con la plumafobia. Que está muy bien ser gay, pero que no se te note. Pues lo mismo con lo trans. Está muy bien que seáis trans, ahora vamos a hacer que seáis invisibles, así eliminamos la disidencia. Y eso no hace que el día a día de una persona trans visible sea más vivible, quizás al contrario…

Susan Stryker dice que «el cuerpo transexual es un cuerpo que no es natural. Es producto de la ciencia médica. Es una construcción tecnológica». ¿Acaso el resto de cuerpos no lo son también?

M.M.: Yo comparto mucho la perspectiva de Stryker, que de hecho en su texto va mucho más allá, nos propone que aceptemos nuestra monstruosidad y se sitúa al mismo lugar que el monstruo creado por el Dr. Frankenstein.
Creo que la idea del cuerpo transexual como una construcción tecnológica se ha malinterpretado en algunos contextos, sobre todo en con­textos trans. Algunas personas sienten que es una negación de su necesidad «no construida» de transitar, como si lo trans fuera algo que se construye y deconstruye. En este sentido, me gustan mucho las críticas que se han realizado recientemente a esta postura voluntarista de las perspectivas queer. Cuando decimos que algo es construido no decimos que sea de cartón piedra, que sea falso, que se pueda borrar de un plumazo. Lo que decimos es que no es fruto de un determinismo biológico. La experiencia trans no tiene nada que ver con cerebros de hombre atrapados en cuerpos de mujer, básicamente porque no hay cerebros de hombre ni de mujer.

Dicho esto, no es que el cuerpo cisexual no sea una construcción, sino que lo trans nos revela cómo de construidos están los cuerpos humanos. Y como la experiencia trans, mediante toda la tecnología que ha desarrollado, nos revela cómo el género y la experiencia del cuerpo están totalmente mediadas por el saber tecnológico.

P.G.: Yo antes de esta pedazo de declaración de Miquel iba a decir que la transexualidad tal y como la entendemos hoy en día no es posible sin la medicina moderna. Eso es un hecho. La idea del cuerpo transexual actual va de la mano de esas modificaciones médicas. No sé si eso nos hace más o menos esclavos de nuestros cuerpos, o de nuestras aspiraciones sobre el cuerpo.

Primeros postgrados en Estudios Trans

Los médicos comenzaron a interesarse por el tema hace más de un siglo, pero han sido las propias personas trans quienes han conseguido estudiarse a sí mismas y producir interpretaciones de su realidad desde la academia. Este año han comenzado los primeros postgrados en Estudios Transgénero: uno en la Universidad de Arizona (EE UU), coordinado por la investigadora Susan Stryker, lesbiana transgénero, historiadora y académica. El segundo, en la Universidad de Victoria (Canadá), bajo la dirección de Aaron Devor, hombre transgénero e investigador de la transexualidad, en particular de los hombres transgénero.

2010

Miquel Missé y Gerard Coll-Planas editan el primer libro en castellano sobre despatologización trans, donde analizan el discurso biomédico y las prácticas sanitarias actuales. Publicado también por Egales y prologado por Judith Butler.

2014

Raquel (Lucas) Platero publica en Bellaterra Transexualidades: «Las personas trans no somos un problema, la sociedad es tránsfoba. Lanzar ese mensaje es importante porque resitúa la responsabilidad de la acción y el cambio en los agentes sociales».

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/29223-cultura-trans-o-como-llegue-reconocerme-ti.html