«Sin ideas, sin contacto y sin tiempo», es el mensaje que Barack Obama lanza contra su contrincante, John McCain, y para ser propaganda, no resulta una síntesis exagerada ni distorsionada de la contienda por la Casa Blanca, a una semana de la elección. En la recta final, Obama goza de tal ventaja en las encuestas […]
«Sin ideas, sin contacto y sin tiempo», es el mensaje que Barack Obama lanza contra su contrincante, John McCain, y para ser propaganda, no resulta una síntesis exagerada ni distorsionada de la contienda por la Casa Blanca, a una semana de la elección.
En la recta final, Obama goza de tal ventaja en las encuestas (entre siete y ocho puntos porcentuales), en recursos disponibles y en sus operaciones para motivar el voto, que las últimas batallas de esta elección se libran en territorio republicano. Mientras crece el optimismo en las filas demócratas al ver que no sólo han consolidado el apoyo en todos los estados ganados por ellos hace cuatro años, sino que ahora gozan de ventajas en entidades anteriormente consideradas como territorio del Partido Republicano, cada día crecen las señales de alarma, los conflictos internos, y hay hasta deserciones en las filas de McCain.
Hoy, Obama ofreció lo que llamó sus «argumentos finales» en un discurso en Ohio. Al emplear su innegable talento para la retórica, retomó los elementos con que arrancó su campaña en febrero de 2007, convocando a todos a redoblar esfuerzos para que en «una semana podamos optar por la esperanza sobre el temor, el cambio sobre el status quo«. En este «momento de definición histórica», Obama dijo: «yo puedo aguantar una semana más los ataques de McCain, pero este país no puede aguantar otros cuatro años de políticas fracasadas».
Obama dijo que es hora de que blancos, latinos, negros, asiáticos, viejos, jóvenes, gays, heterosexuales y discapacitados, entre otros, se unan «en un esfuerzo común» por «cambiar a este país» y recuperar la idea fundamental del impulso estadunidense que, junto con millones de empleos y fondos, se ha desvanecido en estos ocho años del gobierno de Bush. En ese esfuerzo, dijo, «cada uno de nosotros tiene un papel, una responsabilidad para cuidarnos uno al otro (…) y el sentido de un propósito superior».
Ante un público entusiasta en la ciudad de Canton, Obama afirmó que, «en una semana, podemos poner fin a las políticas que dividen a una nación sólo para ganar una elección (…) que nutren el temor en un momento en que necesitamos esperanza».
McCain, por su parte, también en gira por Ohio y Pensilvania, advierte del peligro de las políticas de «gran gobierno» y «más impuestos» que, según él, representa Obama, y la amenaza de una cúpula «liberal» que controle tanto la Casa Blanca como el Poder Legislativo. Con ello, pretende movilizar a sus bases y recordar que anteriormente ha logrado triunfar después de que las encuestas y los analistas lo habían declarado fuera de la contienda, remarcando que ha «luchado por este país desde los 17 años de edad».
Nuevamente intentó distanciarse de George W. Bush y otra vez criticó a Obama por proponer la «redistribución de la riqueza», abonando a la idea, que su campaña ha propagado durante las dos semanas anteriores, de que el candidato demócrata es una especie de «socialista» (aunque hoy no lo dijo explícitamente).
Pero McCain y los republicanos están a la defensiva, y tendrán que dedicarse casi toda esta última semana a evitar perder estados como Ohio, Florida, Virginia, Carolina del Norte, Indiana y Missouri, entre otros, que no hace tanto eran considerados seguros o por lo menos con inclinaciones en su favor; de hecho, algunos de éstos no han votado por un demócrata en décadas.
Algunos analistas señalan que las opciones de McCain se han reducido a tratar de conquistar un estado como Pennsylvania, donde Obama no fue exitoso contra Hillary Clinton en las primarias, y donde tanto ella en su momento, como ahora McCain, han apostado al factor raza para derrotarlo, a fin de lograr una sorprendente y cada vez menos probable victoria.
Algunos republicanos ya están admitiendo la derrota. El ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich declaró al New York Times que «cualquier republicano serio tiene que preguntarse ¿cómo llegamos a este lío?» Otros ya concluyen que McCain está derrotado y hasta algunas figuras republicanas ya han anunciado que apoyarán a Obama, como el caso del ex senador Mark Pressler.
Mientras, en estos días se reporta una creciente animosidad dentro de la campaña de McCain y conflictos entre los equipos electorales de éste y su segunda de fórmula, Sarah Palin. Bill Kristol, una de las figuras más reconocidas de los conservadores republicanos, escribió en el New York Times que los asesores de McCain se estaban «dedicando más a criticarse entre ellos que a Obama, y más tiempo defendiendo sus propias reputaciones que en promover una victoria McCain/Palin». Ed Rollins, estratega republicano con una carrera de 40 años en el negocio electoral, comentó en CNN que si en verdad el equipo de McCain pensaba que podría ganar, no se estarían manifestando estas tensiones dentro de la campaña del republicano, y que todo indica «que perderá».
Los mítines y actos electorales de Obama siguen atrayendo una participación masiva (el fin de semana en Denver, corazón de Colorado, un estado antes considerado terreno republicano, unas 100 mil personas llegaron a escuchar al demócrata) y enorme entusiasmo con un ambiente cada vez más festivo, aunque los demócratas instan a todos a redoblar esfuerzos y no confiarse en que esto está ganado hasta confirmarse mediante el voto el 4 de noviembre.
El entusiasmo entre los demócratas ya se registra en varias partes del país. Hoy se reportan colas de hasta 4 horas frente a casillas en Miami, según el Miami Herald, de votantes participando (en unos 30 estados se está permitiendo la «votación temprana» desde hace unos días hasta el 4 de noviembre), y varios estados pronostican una participación récord que ya se empieza a manifestar, con indicaciones de que será en favor de Obama.
La crisis económica y el legado del presidente con el mayor índice de desaprobación en tiempos modernos son los principales factores que están favoreciendo a Obama en la recta final de esta contienda, superando aunque no anulando el factor de raza y la carta hasta ahora efectiva del «temor» tan hábilmente explotada por los republicanos desde el 11-S.