Recomiendo:
0

De «Black House» y conmociones en Times Square

Fuentes: Rebelión

Luego del tan esperado «The election day», las calles de cientos de ciudades en todo Estados Unidos de Norteamérica amanecen en un dia normal y sin muchos aspavientos. Algo ha quedado en el sustrato del dia anterior que cerró con una noticia inspiradora para casi 64 millones de votantes demócratas (63,970,375 según reportes finales) y […]

Luego del tan esperado «The election day», las calles de cientos de ciudades en todo Estados Unidos de Norteamérica amanecen en un dia normal y sin muchos aspavientos. Algo ha quedado en el sustrato del dia anterior que cerró con una noticia inspiradora para casi 64 millones de votantes demócratas (63,970,375 según reportes finales) y sus simpatizantes dentro y fuera de todo el país. Ha quedado a la prensa y sus titulares correr la voz y dar continuidad a la primicia.

Y en efecto. La noticia devenida titular de primera plana en todo el mundo como en la mismísima prensa norteamericana resultaba best seller del día, al punto de que apenas transcurridas una horas de la mañana del dia después de las elecciones, resultaba difícil si no imposible encontrar lugar de venta donde no se hubieran agotado todos los periódicos.

  • Do you have The New York Times? – pregunta un lector.
  • «No Times… No Post… No USA Today…!» – responde el vendedor.

Este es probablemente uno de los diálogos más comunes que ha podido escucharse en los muchos puestos de venta de periódicos en toda la ciudad de New York. Apenas pasadas las primeras horas de la mañana de este 5 de noviembre, a menos de 24 horas de los resultados de la elección que dieron a Barack Obama como primer presidente afroamericano en la historia de los EE.UU.

Probablemente una idea de la trascendencia del resultado y de los mecanismos que en torno a ello se activan, pueda verse en el mismo hecho de que la interesante portada del The New York Times de este 5 de noviembre, una vez que se hubo agotado en todos los puntos de venta de New York, subió junto al ejemplar del periódico a la astronómica cifra de 400 USD por un número de este dia. Una cifra que ha corroborado la propia ABC en la televisión pública, media hora antes de finalizar este propio dia cinco de noviembre.

En efecto, a lo largo de todo USA, la cobertura de prensa ha sido amplia, desde el mismísimo Chicago donde votó y aguardaba el resultado Barack Obama, pasando por Phoenix donde votó y esperaba John McCain, hasta New York y otras tantas ciudades importantes de todo el país, o incluso en Kenya, África, donde familiares del demócrata también aguardaban los resultados.

Times Square, la renombrada esquina neoyorquina, en la intercepción de las calles de Broadway y Séptima Avenida, fue quizás uno de esos espacios donde la conmoción tocó cotas significativas en la euforia popular de quienes seguían el resultado de los conteos.

Para la ocasión, el espacio estuvo patrocinado en su mayoría por la cadena ABC, quien compró los espacios publicitarios de las fachadas revestidas con pantallas gigantes alrededor de sus estudios en Broadway a la altura de Times Square, seguida en vivo por miles de espectadores (Los resultados iniciales del conteo de votos implicaron momentos de tensión ante un 3 a 8 o un 3 a 16 a favor de McCain. Cada punto en sumatoria de Obama era aplaudido con ovaciones en tanto las imágenes de McCain eran abucheadas por la inmensa mayoría de los allí presentes. Los conteos, en unas horas pusieron los indicadores en 195 / 76 votos Obama / McCain, y a cada punto a favor de Obama seguía una ovación de júbilo y gritos de «Obama! Obama! Obama! Más adelante los reportes llevaron a 200 contra 130 y 207 contra 135 después, momento en que tras un despiste de ABC, tocando las once la noche hora de NY, en la espera eufórica de miles de personas, otra de las pantallas, más pequeña pero dominada por la cadena FOX en la parte baja de Times Square, haciendo la competencia y tras un espacio de incertidumbre, daba la primicia. Atónitos miles de personas miraban las pantallas en la incredulidad aún y la expectación. Los números y la confirmación en los titulares gigantes reactualizados de ABC: «Obama President-Elect» arrojaron la avalancha eufórica de todo un universo de personas votantes y simpatizantes a Barack Obama.

La reacción en Times Square, como en otros cientos de lugares de USA, fue explosiva. Miles de afroamericanos, juntos con blancos o mestizos, gritaban inmersos en la euforia del resultado, se abrazaban, saltaban, gritaban: «Yes we can! Yes we can! Yes we did!» En medio de la conmoción generalizada de reporteros, camarógrafos, visitantes, y partidarios confesos, New York vivió el colapso del tráfico en la histórica esquina del Times Square. Bomberos, automóviles, taxis, hicieron sonar sus cláxones, al mismo ritmo que la multitud gritaba «Yes we can! Yes we can!» Un sentimiento, más allá de las paradojas, equiparable a cuando las revoluciones triunfan, o a cuando la euforia confirma lo tan anhelado tras años de mal gobierno, se hizo generalizado en este espacio público donde otros miles de personas salieron a la calle a celebrar la victoria del primer presidente afroamericano en la Historia de USA.

«White House!» -Así suspira un afroamericano estupefacto ante el titular «Barack Obama President-Elect» en continua transmisión en vivo por la ABC en sus pantallas gigantes y todas las demás cadenas. «White House!» -repite en su invocación a lo que será la entrada de Barack Obama a la Casa Blanca, en tanto su niña, también afroamericana y de unos ocho años, estupefacta como el padre, le replica a su progenitor con énfasis: «Black House!»

No obstante, más allá de la euforia y el entusiasmo de quienes ven en Barack Obama una alternativa de cambio real, resultaría curioso y no menos oportuno a priori, no perder de vista algunas preguntas claves ante el resultado: ¿Cambiará en efecto la historia de USA por el hecho de que sea el primer presidente afroamericano en su historia? ¿Cuánto podrá implicar Barack Obama en el cambio real que USA, y el mundo con relación a ello, pudiera necesitar? ¿Podrá la futura administración demócrata encabezada por Barack Obama y Joe Biden dar un giro al historial obscuro de los gobiernos tradicionales en USA?

Son estas preguntas que, muy probablemente ninguno o muy pocos de los congregados en Times Square, Chicago y otros tantos puntos, incluso en la mismísima Kenya donde familiares del candidato siguieron de cerca los resultados, se hayan hecho ante el impacto del triunfo de Barack Obama. Su discurso tras los resultados indudablemente constituye un alegato de organicicidad y coherencia discursiva. Un cambio, nadie lo duda, al menos en cuanto a estereotipo se refiere; no obstante, a pesar del avance que implica para cualquiera de los presidentes que haya tenido USA, y más allá de su propia condición de afroamericano, los mitos y las verdades del tan argüido «Cambio», en términos de gobierno estarán aún por ver.

Curiosamente en la propia esquina del Times Square radica también uno de los puntos de reclutamiento militar de la ciudad de New York, con una de las pantallas gigantes que ocupan el sitio, la cual en todo momento durante todo el decursar del acontecimiento y al mismo tiempo de la cobertura de las cadenas por las otras pantallas, por la suya no dejó de transmitir sus spot de convocatoria para el ejército, con imágenes del «soldado americano» y edulcoraciones patrióticas del sentido de la guerra. «Honor, Courage, Country…» Un contraste que a las mentes críticas nos sugiere otra interrogante no menos clave en su dicotomía: ¿Un presagio de lo irremediable por costumbre, o un punto de cambio o inflexión incluible en la agenda a la que la futura administración demócrata pudiera poner fin?

Los matices innegablemente son varios. En la propia base del Centro de Reclutamiento en Times Square, algunos socialistas partidarios de Ralph Nader, escasamente diluidos en la multitud, repartían propaganda cuestionadora de la autenticidad del «Cambio» pregonado por Obama, y mostraban en alto ediciones de prensa alternativa disidente del bipartidismo institucionalizado, donde se leía «Revolution», en tanto la multitud avasallante aclamaba a Barack Obama y un importante despliegue policial controlaba la circulación.

Tras disiparse la jornada, la vuelta a la cotidianeidad testifica los cientos de indigentes desatendidos, disgregados escampando la noche en las estaciones de ferrocarril bajo tierra lejos del bullicio electoral, enfrascados en la subsistencia, las condiciones difíciles y las problemáticas latentes a las que en efecto Barack Obama y su administración han de enfrentarse. Un reto determinante al que su gobierno, de ser consecuente y de poner en voz de tales necesitados su postulado «Change we need», encontraría en la práctica un duro lance que asumir más allá del discurso.