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Cronopiando

De Walker a Walker y tiro porque me toca

Fuentes: Rebelión

Siempre me ha llamado la atención, en el nombre del presidente estadounidense, el discreto empeño por no revelar la identidad de la inicial, esa «W» que sólo se insinua. Y a estas alturas, casi estoy por aceptar que la única razón por la que George Walker Bush, prefiere sus actuales nombres y apellidos a la […]

Siempre me ha llamado la atención, en el nombre del presidente estadounidense, el discreto empeño por no revelar la identidad de la inicial, esa «W» que sólo se insinua.

Y a estas alturas, casi estoy por aceptar que la única razón por la que George Walker Bush, prefiere sus actuales nombres y apellidos a la posible variante de G.Walker.B, es el penoso historial de antecedentes de tan etílico y aventurero apellido en quien hace ya muchos años, según dice, dejó atrás esas drogas que consumió cuando, «era joven e inmaduro».

Pero no es sólo el nombre del conocido wiscky que en la Casa Blanca quisieron evitar. Lamentablemente, la legión de delincuentes que en Estados Unidos llevan ese apellido, sin que quiera decir con ello que el apellido determine el delito, es tan amplia que optaron por silenciar la «W».

Jhonny Walker era, además de ese licor en que está pensando, aquel joven e intrépido estadounidense de apenas 20 años que, como no podía ser menos con semejante apellido, andaba de trotamundos cual Indiana Jones, despendolado por Afganistán hasta que fue detenido junto a los talibanes durante los primeros bombardeos, y con el que no sabían qué hacer ya que en Estados Unidos las leyes antiterroristas sólo se aplican a extranjeros y Jhonny Walker era «genuinamente americano». Suerte que el padre del muchacho, entre tanto desconcierto, despejó las dudas con una propuesta que no dudo estuviera animada por el Walker de 42 grados, al sugerir que se lo entregaran a él para castigar la trastada de su hijo con una patada en el culo. A Dios gracias, el gobierno estadounidense no consintió semejante atrocidad, que una cosa es llevar a la cámara de gas a un retrasado mental y otra bien distinta patearle el trasero.

Otro popular Walker fue Adams Walker, apenas un adolescente «americano» que en 1998 recibió una beca de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para que pudiera convertirse en uno de los aguerridos pilotos de sus B-52, una vez terminara de cumplir la sentencia de 8 años de cárcel a la que había sido condenado por intentar volar la escuela de su pueblo.

El walker sin embargo más famoso, después del presidente, fue

William Walker, otro consecuente con el apellido que, a mediados del siglo 19, con el respaldo del gobierno de los Estados Unidos que le suministró armas, dólares y licencia, armó un ejército de mercenarios y se lanzó a la conquista de Centroamérica. Tras invadir México sin mucho éxito, se dirigió al sur para saquear Costa Rica, Honduras y Nicaragua, incendiando ciudades y asesinando a miles de personas, hasta proclamarse en 1856 presidente de Nicaragua. Su primera medida como presidente fue instaurar la esclavitud, y su segunda ley, prohibir el español en beneficio del inglés. William Walker disfrutó hasta su muerte, pocos años después, del favor y el aprecio del gobierno de su país que no tuvo inconveniente en distinguirlo públicamente y rearmarlo luego de sus primeras derrotas. William Walker sigue siendo hoy, para las nuevas generaciones estadounidenses, una señera figura de su historia y tan temido y repudiado en el mundo como el carcinoma 256 de Walker, maligno tumor que ni en el peor de los casos es capaz de eclipsar a G.Walter.B.

koldocs@hotmail.com