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Definición de decrecimiento

Fuentes: http://www.decrecimiento.info

Decrechento La palabra decrecimiento proveniente del latín ‘decresco’; en alemán utilizan la palabra ‘wachastumsrücknahme’, en catalán ‘decreixement‘, en francés ‘decroissance’, en euskera ‘desazkundea‘ en inglés ‘deworth’, en gallego ‘decrescimento‘, en italiano ‘decrescita’, en portugués ‘decrescimiento’, en México ‘descrecimiento’. A pesar de la falta de consenso sobre su significado tiene como definición la empleada por Vicente […]

Decrechento

La palabra decrecimiento proveniente del latín ‘decresco’; en alemán utilizan la palabra ‘wachastumsrücknahme’, en catalán ‘decreixement‘, en francés ‘decroissance’, en euskera ‘desazkundea‘ en inglés ‘deworth’, en gallego ‘decrescimento‘, en italiano ‘decrescita’, en portugués ‘decrescimiento’, en México ‘descrecimiento’.

A pesar de la falta de consenso sobre su significado tiene como definición la empleada por Vicente Honorant:

«El decrecimiento es una gestión individual y colectiva basada en la reducción del consumo total de materias primas, energías y espacios naturales» .

A partir de esta definición, esta palabra «sucia», antipática, que no gusta, que es molesta, que genera una reacción, que no deja impasible al que la escucha, provoca un debate sobre el dogma del crecimiento, porque ataca la raíz de la mayoría de nuestros problemas; la búsqueda del crecimiento continuo.

Se trata de una palabra difícilmente reciclable por aquellos que buscan prolongar el modelo de sociedad que ya no queremos (contrariamente a «desarrollo sostenible»).

Una palabra que desafía nuestro mundo productivo-consumista de modo inequívoco, pero abre espacio para una discusión sobre cómo construir el nuevo mundo que buscamos. El decrecimiento deviene entonces el caballo de Troya de una «guerrilla epistemológica» (Serge Latouche) que deconstruye lo implícito en todos los discursos sociales, narcisistas, mediáticos, institucionales, militantes y políticos que predican el crecimiento ilimitado de la economía inventada.

La idea de decrecimiento nos invita a huir del totalitarismo economicista, desarrollista y progresista, pues muestra que el crecimiento económico no es una necesidad natural del hombre y la sociedad, salvo la sociedad de consumo que ha hecho una elección por el crecimiento económico y que lo ha adoptado como mito fundador.

Una palabra simple, con valor como lema, como consigna y como llamada a la unión para todos aquellos quienes se rehúsan a aceptar nuestro modelo actual de sociedad productiva-consumista. Más que un concepto, es como dice Serge Latouche un «eslogán político» para romper con la ideología del crecimiento o según José Manuel Naredo una «ocurrencia publicitaria provocadora».

Aunque hubiera podido parecer al principio demasiado subversivo como para triunfar en la escena pública, la evidencia empírica nos lleva sin lugar a duda a otra conclusión: el decrecimiento es un «término obús» que tiene una capacidad fenomenal de convocatoria como lo prueba el éxito relámpago de los colectivos decrecentistas, y la afluencia numerosa a cualquier tipo de charla o conferencia que lleva decrecimiento en su título. Esta capacidad de convocatoria, cruzada con las ganas positivas de experimentar nuevas ideas, ha permitido crear un ambiente de trabajo propicio al encuentro de diferentes alternativas.

El decrecimiento, es pues, un movimiento que ya está en marcha.

Aunque en principio la palabra no ha sido ideada para ello, supone también una herramienta política en manos de los grupos que la adopten, para reflexionar sobre la realidad y también incidir sobre ella; La creación de un proyecto de acción política, un proyecto de noviolencia, voluntario, de emancipación ideológica y superación de la idea de progreso, que pone en valor los bienes comunes y relacionales, de los cuidados, de la cooperación, reciprocidad, mutualidad y multiculturalidad; asumiendo los límites biofísicos de la Tierra, disminuyendo los flujos de energía y materia utilizados en los procesos productivos y ciclos de consumo.

Una construcción de formas de vida que tienen como sustrato el cuidado colectivo, una revolución civilizadora que reconozca que las personas somos seres vulnerables e interdependientes.

Esta transformación requiere de un proyecto de decrecimiento, un cambio de valores, una verdadera deconstrucción del pensamiento económico, poniendo en cuestión las nociones como crecimiento, desarrollo, progreso, pobreza, necesidades, ayuda… La economía como medio para la vida humana y no como fin.

Fuente original: http://www.decrecimiento.info/2014/11/definicion-de-decrecimiento.html